viernes, 6 de noviembre de 2009

28 de marzo de 1941

Hoy te has despertado un poco más triste que de costumbre
y has sentido que, a pesar de la fecha –casi abril- hace frío
y una lluvia cómplice, apenas perceptible,
como en un cuadro de Turner,
cae con desgana sobre Monk’s House.
Una taza de té caliente y Leo hablando de mil cosas,
- Llevará años reconstruir Londres, dice en voz alta.
Pero no le prestas atención.
Posas tus ojos de niebla azul
en el rojo resplandor que escapa de la chimenea
y una miríada de imágenes irreales fluye,
imparable, por tu mente:
tu padre, trabajando en su despacho,
Vanesa, limpiando sus pinceles,
la hermosura andrógina de Violet,
caminando junto a ti por Gordon Square,
una mañana estival de 1904 rebosante de gente y luz.
Más tarde, coges tu abrigo y sales a pasear
por la desgarrada soledad que te rodea.
Te acercas hasta la orilla del río Ouse,
que agotado y nervioso, resopla a lo lejos.
Y con los bolsillos repletos de piedras
entras en el agua
y en un gesto de extrema fatiga reflexionas:
“Bueno, ya está, he tenido mi visión.”

Este poema está incluído en mi llibro, Desorden. El título hace referencia a la fecha de la muerte de la escritora Virginia Woolf, que se suicidó en las frías aguas del río Ouse, junto a su casa de campo. El poema fue escrito algunos años antes de que se hiciese la película Las horas, de Staphen Daldry, por lo que cualquier parecido entre ambos es sólo fruto del azar. No voy a negar que siempre he sentido una especie de fatal atracción por las personas que un día se levantan y deciden que ése es el último día.

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