En
las últimas semanas, estoy viviendo como Teresa de Jesús, sin vivir en mí. Esta
noche pasada, sin ir más lejos, apenas he dormido un par de horas. Y es que la
incertidumbre de que este país no tenga gobierno me está matando. Me despierto
por las noches angustiado, un sudor gélido cubre mi cuerpo como una segunda
piel. Y tirito, y me dan ganas de llorar, y me duele el estómago. Por favor,
que alguien haga algo. Que mis nervios se van a la mierda. Que elijan a un
presidente, aunque sea el más tonto del Congreso.