miércoles, 29 de agosto de 2012

lunes, 27 de agosto de 2012

Ángeles


Los ángeles son plurales y equívocos
Rafael Pérez Estrada
ángeles que han perdido todos los trenes
ángeles que odian con vehemencia
ángeles rotos en dos mil pedazos
ángeles que naufragan en la noche
ángeles metálicos
ángeles que guardan silencio y se cruzan de brazos
ángeles que viven sin miedo
ángeles que mueren de hambre
ángeles que no importan a nadie
ángeles nocturnos
ángeles que miran a los ojos y piden una moneda
ángeles minúsculos como motas de polvo
ángeles que se desentienden
ángeles que no saben leer
ángeles que dudan
ángeles que abrazan a otros ángeles
ángeles que yacen, mutilados, en el campo de batalla
ángeles que caminan por la calle
ángeles que sueñan con paraísos artificiales
ángeles que recitan poemas de Juan Luis Panero
ángeles sin nada
ángeles con todo
ángeles que buscan sin encontrar
ángeles que dejan un rastro de sangre en la nieve
ángeles que preguntan
ángeles borrachos de ginebra
ángeles que se hacen ilusiones
ángeles que aman el peligro
ángeles que no duermen
ángeles que huyen
ángeles que escriben palabras rojas en un muro blanco
ángeles que cortan la respiración
ángeles que engañan
ángeles que visten de negro
ángeles sin esperanza
ángeles que llevan crisantemos a su tumba
ángeles que se marchitan como rosas de invernadero
ángeles gélidos
ángeles que se enamoran del ángel equivocado
ángeles feroces
ángeles que comparten su pan
ángeles clavados a una cruz
ángeles que regalan besos
ángeles que miran con desdén
ángeles frágiles
ángeles que hablan y no dicen nada
ángeles que desconfían
ángeles postrados en silencio
ángeles que se lanzan al vacío
ángeles sin paraíso


(De El placer de ver morir a un ángel, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2011)

viernes, 24 de agosto de 2012

La esclavitud del amor


 (…) solamente la esclavitud del amor consiente a un poeta deslizarse hacia la gloria.
María Teresa León

lunes, 13 de agosto de 2012

Supervivencia


La música y la cultura en general aguantan hasta que se hunde el barco, porque son los modos de supervivencia del cerebro humano. La economía, en cambio, se autodestruye periódicamente...

Santiago Auserón

domingo, 12 de agosto de 2012

Cristales rotos


Aquella mañana,
después de desayunar
y darse una ducha
bien caliente,
ella hizo
las maletas,
cogió sus libros
de poemas mejicanos,
los únicos
que en su opinión
merecía la pena
seguir conservando,
sus viejos discos
de Tom Waits,
y los puso
con cuidado
en una caja,
y se fue a la estación
de autobuses,
y esperó
su turno
en la cola
para comprar
su billete.

A dónde,
le peguntó
la vendedora,

A cualquier lugar
que esté
a mil kilómetros
de mi vida,
contestó ella.

A lo largo
de toda la mañana
estuvo sintiendo
en la boca
un sabor agrio,
como si acabase
de tragar
de sopetón
un plato enterito
de cristales rotos.

jueves, 9 de agosto de 2012

El Sindicato Andaluz de Trabajadores y la ley de la selva


Las declaraciones de los políticos profesionales con respecto a la acción simbólica que un grupo de personas vinculadas al Sindicato Andaluz de Trabajadores llevaron a cabo el martes pasado en dos supermercados de Andalucía, siguen copando los titulares tanto de las televisiones como de los periódicos del estado español. La panda de forajidos que se sienta en el Congreso de los Diputados, los que lo hacen en el Consejo de Ministros, los que nos han llevado a la estrepitosa ruina —y no sólo económica, sino también moral—en la que nos encontramos sumidos, se sienten ultrajados porque un puñado de jornaleros en paro capitaneados por José Manuel Sánchez Gordillo y por Diego Cañamero, entre otros, entraron a estos dos supermercados y llenaron unos cuantos carros con alimentos.
Dice el Ministro del Interior que esta acción supone el primer paso para que entre en vigor la ley de la selva, es decir, según él, si no se castiga a los que se han atrevido a saquear un comercio, en cuatro días, cada uno hará lo que le salga de los cojones.
Y yo me pregunto: ¿En qué país vive este individuo? ¿Es que el Ministro de Interior no se ha dado cuenta de que en el estado español hace ya bastante tiempo que impera la ley de la selva? ¿Es que no se ha enterado este señor aún de que el yerno del Rey está imputado por trapicheos varios relacionados con la apropiación indebida de pasta gansa? ¿Acaso el Ministro de Interior no ha oído, siquiera de pasada, hablar del Caso Gürtel, de un tal Francisco Correa, de un tal El Bigotes, y  de que este caso de mega corrupción política afecta directamente a su partido y a gente con la que él ha compartido mesa y manteles? ¿El Ministro de Interior no está al tanto del llamadofondo de reptiles que el PSOE puso en marcha en Andalucía para repartirse el dinero de los ERES? ¿El Ministro de Interior no ha oído ni una palabra del saqueo de Bankia? ¿El Ministro de Interior no se acuerda de su amigo Jaume Matas? ¿El Ministro de Interior no sabe, acaso, que los bancos españoles desahucian a la gente mientras el Estado tiene que pedir un rescate a Europa para salvar el culo de esos mismos bancos? ¿Y qué tiene que decir el Ministro de Interior sobre la venta por parte de los bancos de las acciones preferentes, con las que se ha estafado a miles de pequeños ahorradores que se han quedado, de un día para otro, sin un puto euro? ¿El Ministro de Interior no se ha enterado de que la Presidenta de su partido cobra 189.000 euros anuales, mientras la mayoría  de españoles no tiene donde caerse muerta? ¿El Ministro de Interior no sabe que su partido está destruyendo a pasos agigantados el poco estado de bienestar del que hemos podido disfrutar la gente en este país? ¿El Ministro de Interior no se acuerda ya de que el Presidente del Tribunal Supremo, hace unos días, dimitió porque tenía la fea costumbre de irse los fines de semana de fiesta con el dinero del contribuyente? Y por último, la pregunta del millón: ¿No sabe el Ministro de Interior que en este país en el que según él, dentro de nada imperará la ley de la selva, hay cinco millones de personas que no tienen trabajo, y muchas de ellas, no tienen nada que comer?    
Todo eso sí que es una auténtica barbaridad. Todo eso sí que es la puta ley de la selva.

miércoles, 8 de agosto de 2012

John Fante: Oro en el basurero (VI y último)


Cómo escribir un guión cinematográfico

En octubre de 1979, John Fante pidió a su esposa, Joyce Fante, que tomara papel y bolígrafo y comenzó a dictarle la que acabaría convirtiéndose en la última novela de la saga de Arturo Bandini: Sueños de Bunker Hill. A pesar de las dificultades con las que tuvo que enfrentarse al escribir la novela, para comienzos de diciembre ya estaba prácticamente terminada. No obstante, no sería publicada hasta el mes de enero de 1982. Su título inicial iba a ser Cómo escribir un guión cinematográfico, aunque evidentemente, no acabó llamándose así. El relato nos retrotrae al año 1934, a la ciudad de Los Ángeles, cuando Arturo Bandini tiene veintiún años y su mundo limita ”al oeste con el barrio de Bunker Hill, al este con Los Angeles Street, al sur con Pershing Square y al norte con el Civic Center.” Aunque Bandini se gana la vida como camarero, se considera a sí mismo un gran escritor, pues acaba de publicar un relato en la prestigiosa revista The American Phoenix que dirige “nada menos que Heinrich Muller.”
A lo largo de los veintiséis breves capítulos de la novela, Arturo Bandini va pasando por distintos trabajos: camarero, corrector de estilo en una oficina infestada de gatos y donde su trabajo consiste en leer “la peor prosa que he visto en mi vida”; adaptador de guiones para la Columbia Pictures, donde trabajan otros escritores consagrados como Horace McCoy, Dalton Trumbo o Nathanael West, y donde Bandini malgasta su talento y su tiempo en pasatiempos absurdos, aunque su sueldo es de 300 dólares a la semana. Esta situación lo lleva a un estado emocional de desesperación y frustración. Finalmente, parece comprender las reglas de los estudios cinematográficos y acepta que es “un hombre nuevo, un guionista de Hollywood que había triunfado sin escribir una sola línea.” Más tarde, se convierte en colaborador de una guionista consagrada, Velda van del Zee, una mujer que, en opinión de Bandini, “estaba chalada. Vivía en un mundo de nombres, no de cuerpos ni de seres humanos, sino de nombres famosos.” Su intento de escribir un guión conjunto fracasará estrepitosamente, lo que le lleva a sentir lástima “por todos los guionistas, por la tristeza del oficio.”
En esta novela, el lector se halla ante un Bandini completamente desencantado. “Estaba cansado, frustrado y con tristeza en el alma.” Sin amigos, incapaz de llevar a buen puerto cualquier atisbo de relación amorosa, desubicado con respecto a su familia y al resto de mundo: “Me había salido del mundo y era difícil encontrar el camino de vuelta.” Pero con el deseo ineludible de ser escritor:

(…) me iba a mi habitación y me enfrentaba con el negro monstruo mecanográfico que me miraba con su blanca dentadura mellada. A veces escribía diez páginas. No me gustaba eso, porque sabía que siempre que era prolífico apestaba. Apestaba la mayoría de las veces. Tenía que tener paciencia. Sabía que llegaría. ¡Paciencia! Era la más humilde de mis virtudes. 

Aunque a veces es más difícil de lo que él desearía: “Fui a la máquina de escribir y me senté delante. Entre ella y yo se alzó un muro gris.”
         Al final de la novela, el ciclo vital de Arturo Bandini se completa y está de nuevo en “la habitación más pequeña y menos acogedora de Los Ángeles”, pero decidido, a cualquier precio, a escribir una novela:

Fui a la máquina de escribir y me senté. Mi idea era escribir una frase, una sola frase perfecta. Si podía escribir una buena frase podría escribir dos, y si podía escribir dos, podría escribir tres, y si podía escribir tres, podría escribir eternamente.
  
En definitiva, cuatro libros excelentes para descubrir a un autor lleno de  vida, con un sentido del humor corrosivo, rabioso, pero lúcido e inteligente, mordaz y satírico, y cuya visión del mundo atraerá a muchos lectores en las próximas décadas y a nadie dejará indiferente. Un escritor, como dijo Charles Bukowski, con “una valentía tan natural como insólita.” Cuatro excelentes libros para intentar encontrar oro en el basurero.

martes, 7 de agosto de 2012

31 noches, el estreno como novelista de Ignacio Escolar


Ignacio Escolar (Burgos, 1975) es una de las pocas voces críticas del periodismo español ubicado en lo que podríamos llamar el mainstream. No en vano, fue fundador del diario Público y su primer director. Además, sus opiniones, siempre lanzadas desde la zona izquierda de la plaza, se pueden escuchar —y a él se le puede ver— en diferentes emisoras de radio y cadenas televisivas. Por si todo esto fuera poco, desde su propio blog, escolar.net, el periodista burgalés va dejando con bastante regularidad sus análisis críticos sobre diferentes aspectos de la vida política, social, cultural, laboral, etc. 
Hace unas semanas Ignacio Escolar se estrenó como novelista. Y lo hizo con 31 noches, una trepidante novela corta, que te atrapa desde la primera palabra y te obliga a leerla de una tacada hasta llegar al punto y final. En apenas 167 páginas (31 breves capítulos: uno por noche) y con un tamaño de letra apto para ambliopes, la novela, como digo, se deja leer con tremenda facilidad.  Algo que, como lector, siempre es de agradecer.
Pero vamos a lo que nos interesa. ¿Qué es lo importante en este estreno como novelista del periodista Escolar? Hay que destacar, básicamente, tres cosas. Lo primero es un estilo muy ágil, muy cinematográfico y además, muy influido por la estética de Quentin Tarantino y otros chicos malos del cine actual. Esto la emparenta con algunas películas, tipo No habrá paz para los malvados o Grupo 7, tan exitosas en los últimos tiempos.
El segundo aspecto a destacar de la novela es la facilidad que el autor tiene para crear unos diálogos impactantes. La obra está plagada de maravillosas conversaciones, donde el humor, que aparece con cuentagotas pero está muy bien utilizado, proporciona una verosimilitud tan real que parece como si uno estuviese escuchando esa conversación apoyado en la barra de un bar, mientras se toma una caña y no puede dejar de escuchar a la gente de al lado.
Y por último, los personajes. Vaya personajes que nos regala Escolar. Para empezar tenemos a Velasco. Un madero corrupto, putero, enganchado a la coca, más ladrón que el Lute, y más cabrón que su puta madre. A pesar de que, tanto la novela negra como el cine, han terminado por convertir ese tipo de personajes en un estereotipo, el Velasco que ha parido Ignacio Escolar es un tipo completamente real al que, bajo ningún concepto, me gustaría tener como vecino. Luego está Alek, un polaco que vino a Barcelona veinte años antes a ver un partido de fútbol y se quedó para siempre. El tipo en cuestión mide un 1´90 m, y pesa 100 kilos, atemoriza al contrincante con su fuerte acento eslavo, y pega unas hostias que mejor no probarlas. El tercero en discordia es el narrador de la historia. Un periodista pardillo y más bien despistado, que anda buscando su ratico de gloria, que diría Kiko Veneno, y sin saber muy bien cómo ni por qué, se ve enredado en una historia de narcotráfico a gran escala, de violencia sin límites, y de sexo del bueno. Porque la cuarta pata de esta mesa, es, como no podía ser de otra manera, una mujer que responde al nombre de Vicki, una camarera de discoteca que está más buena que el pan de Alfacar y detrás de cuyo culo, tatuaje incluido, pierde la cabeza toda la fauna nocturna de la discoteca Premium.
De la trama no voy a contar nada. Si has llegado hasta aquí y tienes un poco de imaginación, ya estás en disposición de sacar tus propias conclusiones. Lo único que me queda por añadir es que si, este caluroso verano, te apetece pasar un rato entretenido leyendo un buen libro (lo cual no es poco), píllate 31 noches, la primera novela de Ignacio Escolar. Merece la pena.