domingo, 29 de diciembre de 2019

Antonio Orihuela, penetrando en el secreto más profundo de las cosas


Para los numerosos seguidores de la obra de Antonio Orihuela, este 2019 que se nos escapa entre los dedos, ha sido, qué duda cabe, un gran año. El poeta, ensayista y, desde hace un tiempo, también novelista, nacido en Moguer, provincia de Huelva, en 1965, ha publicado durante este año, dos poemarios y una novela. No está nada mal para un autor que se mueve en los márgenes de la industria editorial y que va, tanto en lo estético como en lo ideológico, a su bola, ajeno por completo a las modas, a los modos, y, sobre todo, a las mafias imperantes en la literatura española contemporánea. Los dos poemarios que ha publicado Orihuela durante este 2019 son Campo unificado (Olifante Ediciones de Poesía), y Lavar carbón (Amargord ediciones), dos interesantísimas obras poéticas donde el autor de El amor en los tiempos del despido libre, continúa dando forma a una poética absolutamente personal, de tintes libertarios, en la que la crítica a esta sociedad absolutamente deshumanizada y completamente desnortada de principios de siglo que nos ha tocado en suerte son marca de la casa y referente para un gran número de lectores, que reciben la publicación de cada nueva obra del poeta onubense, como agua de mayo.
Antonio Orihuela, además de un magnífico escritor, es el coordinador de los encuentros poéticos Voces del extremo, que cada verano se celebran en su pueblo natal, Moguer, auspiciados por la Fundación Zanobia-Juan Ramón JIménez y que, durante más de dos décadas, han servido para configurar, aunar y expandir por los cuatro puntos cardinales, las poéticas de resistencia anticapitalista, ecologista, feminista, etc., llegadas de diferentes puntos del mundo.
Como decimos, este año que termina, ha sido un magnífico año en lo profesional para Orihuela. Además de los dos poemarios a los que me he referido más arriba, también ha visto la luz su segunda novela: El secreto fondo de las cosas, publicada por la editorial madrileña La Oveja Roja. (Un inciso: La Oveja Roja ha publicado en los últimos años algunas obras de altísima calidad, como por ejemplo, la antología poética Disidentes, a cargo del poeta Alberto García Teresa, o el ensayo Músicas contra el poder, de Valentín Ladrero, por nombrar sólo algunas de las obras de su magnífico catálogo).
En 2018, Antonio Orihuela se estrenó como novelista con Las increíbles aventuras de Gorzila en España, una fábula en clave humorística, en la que la crítica a una sociedad española autocomplaciente, racista, xenófoba y un poco (o un mucho, según se mire) imbécil, era más que evidente.
Un año después, ve la luz El secreto fondo de las cosas, que, aunque es su segunda novela publicada, en realidad, fue escrita hace más de una década, aunque no haya sido editada hasta hace unos meses, por diferentes avatares de la industria editorial hispana.
El secreto fondo de las cosas es un libro muy bien escrito. Un cuento para adultos que se lee del tirón, y que se desarrolla en una isla inventada, que bien podría ser Andalucía, o el levante español, o cualquier otra zona en la que la corrupción urbanística haya jugado un papel relevante en los últimos años. El secreto fondo de las cosas es, por momentos, una obra que aúna varios géneros novelísticos: la novela negra, el realismo mágico, la novela filosófica, el género onírico, etc. Todo ello, cosido con el hilo personal e intransferible de la obra poética de su autor, Antonio Orihuela. Porque esta obra, como viene haciendo Orihuela en cada uno de sus libros desde el inicio de su carrera como escritor, sin importar que se trate de poesía, ensayo, o novela, habla de las cosas que son realmente importantes, y que se han visto agredidas de una manera exagerada en estos tiempos de neoliberalismo desaforado. Dice uno de los personajes principales del libro, Batalún, unas frases que, en mi opinión, sintetizan de manera certera el espíritu de la novela:

Quienes apreciamos la verdad, la justicia y la libertad, hemos sido expulsados del mundo. Nuestros valores hoy no cotizan en ningún mercado de ahí abajo. El mal y la mentira, la injusticia y la opresión, la crueldad y la insensibilidad señorean hoy en el mundo (…)

Este párrafo, en mi opinión, es el eje sobre el que se mueve El secreto fondo de las cosas. Porque en realidad, esta novela no es sino una denuncia al ataque continuado que ha sufrido una gran parte de la naturaleza de este país, con el objeto de destruirla para poder construir urbanizaciones, campos del golf, hoteles u otras barbaridades urbanísticas perpetradas al olor del dinero podrido.
Continúa, pues, Antonio Orihuela, construyendo esa gran obra de resistencia ante el capitalismo feroz, inhumano, demoníaco. Y lo hace libro a libro, abriendo brechas, pequeñas, sí, pero brechas al fin y al cabo, en la línea de flotación de un sistema que, tarde o temprano, será destruido o destruirá todo a su paso. Porque no cabe ninguna otra opción. Y el poeta de Moguer se enfrenta al monstruo con las herramientas que mejor sabe manejar, las palabras, y con los artefactos más eficaces, los libros. Libros como El secreto fondo de las cosas, una novela muy, muy recomendable.

domingo, 6 de octubre de 2019

El mejor regalo


Un beso.
Un beso perezoso.
Un beso rojo, esbelto, eufórico,
lleno de vida.
Un beso de mañana de domingo.
Un beso que brilla
como la piel bruñida
de un diamante.
Un simple y sencillo
beso de amor.
Un beso de mi niña.

(Para Adela, que hoy cumple 16 años)

miércoles, 2 de octubre de 2019

jueves, 1 de agosto de 2019

COQUE MALLA, EL TRIUNFO DE LA CONSTANCIA


En 1985, los grupos de la Nueva Ola habían alcanzado el éxito masivo: Alaska y Dinarama, Radio Futura, Gabinete Caligari, Nacha Pop, Los Pistones, Ilegales o La Mode vendían miles de discos. Pero al mismo tiempo, en 1985, algunos de estos grupos que habían aparecido con la intención de renovar el anquilosado panorama musical de este país, ya empezaban a dar muestras de cansancio, de repetición y, lo que es mucho peor, de cierto aburrimiento.
No obstante, un buen puñado de chicos jóvenes, que habían echado los dientes escuchando a los Rolling Stones y a la Velvet Underground, estaba dispuesto a tomar el relevo. Uno de ellos era Jorge Malla Valle, un madrileño de 1969, que pasaría a la historia de la música española con el nombre artístico de Coque Malla.
En 1985, Coque Malla era apenas un niño. Pero ya tenía claro que el rocanrol era la única religión verdadera y que Mick Jagger, Jonathan Richman, Lou Reed o David Bowie eran sus profetas en la tierra. Así que decide formar un grupo. Para ello se junta con Ricardo Moreno, batería; Luis García, que toca el bajo, y Luis Martín, que toca la guitarra y se bautizan como Los Ronaldos.
El 8 de julio de 1987, se publica el primer disco de la banda madrileña, titulado como ellos mismos, Los Ronaldos, grabado durante dos jornadas, con todos los miembros del grupo tocando en directo y producido por Paco Trinidad. Una docena de canciones rebosantes de frescura, de ímpetu juvenil, de fogosidad desbordante. Sorprenden sobremanera las letras de las canciones, cuya autoría corresponde al jovencísimo Coque. Temas como “Guárdalo”; “Sí, Sí”, “Azul blues”, “Eres fresca”, o “Si os vais”, ponen el listón muy alto, y suponen un revulsivo en el rock español.
De este primer disco, la banda va a despachar la nada desdeñable cifra de cincuenta mil copias. Estas cifras de venta les permiten ampliar el presupuesto para la grabación del segundo disco, “Saca la lengua”, producido, igual que su antecesor por Paco Trinidad y que contenía temas como “Adiós papá” o “Por las noches”. Los Ronaldos se han convertido en apenas tres años en uno de los grupos más destacados del panorama musical español.
Para la producción del tercer disco, contratan a uno de sus ídolos de toda la vida: John Cale, de la Velvet Underground. Pero aquello fue un gran error. Cale no conecta con el grupo, coge el cheque y termina dejando que los músicos hagan su santa voluntad. De esta manera, Sabor salado, baja en ventas y, en calidad.
Los primeros noventa supusieron el principio del fin. El cuarto disco, Cero, y el quinto, Idiota, pasan con más pena que gloria. Aún habrá tiempo para grabar un disco en directo, Quiero que estemos cerca, que es el acta de defunción de uno de los grupos más emblemáticos de la historia de la música española.
Pero esto es rocanrol, y parafraseando a Lope de Vega, el que lo ha probado, lo sabe. Y Coque lo había probado. Así que sigue componiendo y escribiendo canciones, tocando por garitos de Madrid. Aquello era un regreso a la casilla de salida. De nada servía su hoja de servicio.
En 1999, Coque Malla publica su primer disco en solitario: Soy un astronauta más. Se trata de una colección de canciones hechas por un cantautor personal e intransferible. En las nuevas canciones hay espacio para los medios tiempos, para la reflexión introspectiva, para mirar hacia dentro, para la poesía de tintes urbanitas, a veces desangelada, a veces esperanzadora. Temas como “Punto cero”, “Tú y yo” o “La mujer sin llave”, son, sencillamente, geniales.
Desde entonces, la carrera musical de Coque Malla no ha hecho más que agrandarse. Hasta la fecha ha grabado cuatro discos más en estudio y un par de directos. Sueños (2004), La hora de los gigantes (2009), Termonuclear (2011), El último hombre en la tierra (2016). Además un disco en directo con versiones de Rublén Blades, grabado en 2012 y publicado en 2015, la versión low-fi de Termonuclear, titulada Termonuclear en casa de Coque, y su último trabajo hasta hoy, otro álbum en vivo llamado Irrepetible, en el que Coque, aupado, ahora sí, a lo más alto de la cima, repasa algunos de los momentos más emblemáticos de su carrera, acompañado de artistas de la talla de Jorge Drexler, Iván Ferreiro, Amable Rodríguez, Dani Martín, Santi Balmes, o Neil Hammond.  
Coque Malla es uno de los grandes autores de canciones de este país. A la altura de Santiago Auserón, de Antonio Vega, de Kiko Veneno o de Christina Rosenvinge, por citar algunos de mis favoritos. Todos sus discos están repletos de joyas. Sueños es un disco absolutamente experimental, poético, psicodélico y onírico. La hora de los gigantes es una obra de arte inconmensurable en la que el rock y el soul se dan la mano sin estridencias. Termonuclear es un exorcismo, un bálsamo contra el dolor del desamor, contra tanta mierda que nos rodea en la vida cotidiana, un disco perfecto para sentarse a lamerse las heridas y El último hombre en la tierra, es sencillamente, un milagro, el disco que lo ha devuelto a la primera línea, que ha hecho que su autor vuelva a llenar teatros y que crezca como músico. Un disco fabuloso con el que Coque ha disfrutado encima de los escenarios.
A día de hoy, el músico madrileño vive un momento dulce en su carrera. La guinda del pastel la puso en 2018, cuando consiguió el Premio Goya a la mejor canción original por el tema “Este es el momento”, que se puede escuchar en la gran película Campeones, dirigida por Javier Fresser.  
No me gustaría terminar sin hacer referencia a la relación de Coque Malla con el mundo del cine. Como ya hemos dicho, en su vida siempre ha estado latente esa pasión por la interpretación. No en vano es hijo de actriz y de director de teatro. A Coque lo hemos podido ver en varias películas: Dispara, Madregilda, Todo es mentira, El efecto mariposa, Días de cine, Íntimos y extraños: 3 historias y media o Gente en sitios, en mi opinión, su mejor papel y la mejor película en la que ha intervenido
He dejado para el final uno de los momentos álgidos en la carrera del artista madrileño. Me estoy refiriendo a su disco Mujeres. En 2013, Coque decidió grabar un álbum que recopilara algunos de los momentos más brillantes de sus cuatro discos en solitario, pero no lo haría de la manera habitual. Nada de eso. Eso es ir a lo fácil y a él lo fácil, no le sirve. Eligió a diez destacadas artistas para que cada una de ellas interpretara un tema de su discografía: Leonor Watling, Jeannette, Rebeca Jiménez, Ángela Molina, Laura Gómez Palma, Vilma, Amparo Valle, Alondra Bentley, María Rodes y Anni B. Sweet. Mujeres es un proyecto en el que Coque revisa nueve de sus canciones más potentes, y añade una inédita. Aquí la imagen juega un papel fundamental. No en vano, el propio Coque manifestaba en una entrevista con Juan Puchades en la revista Efeeme que “la obra me parece que es el deuvedé, y lo otro es la banda sonora: el verdadero meollo del asunto es la imagen y el audio”. En esa misma entrevista contaba cómo había elegido a esas mujeres para que participaran en su proyecto:
Son tías que me molan, chicas que tienen interés para este proyecto o que intuía que de alguna manera les iba a gustar, o que se iban a sentir cómodas, o yo me iba a sentir cómodo con ellas. Ha sido un proceso muy natural y muy intuitivo. Quería mujeres que tuvieran personalidad, porque si vas a hacer un disco en el que vas a hablar de mujeres, pues tienen que ser mujeres con fuerza, con personalidad y con carácter.

Lo que vamos a ver hoy aquí, Mujeres, de Coque Malla, es una película documental dirigida por Gonzalo Visedo y Rodrigo López Casas, que surgió de la grabación del disco Mujeres. Sin embargo, no es sólo eso. También es un viaje por la carrera de este genial artista, por sus canciones, por sus reflexiones, por sus contradicciones, por sus relaciones de pareja, por su vida cotidiana. En palabras de Beatriz Martínez, en la revista Fotogramas,

el músico se interna en una investigación personal en torno a la eterna dicotomía entre hombres y mujeres para hablar con sus partenaires femeninas y con sus amigos sobre el significado del amor, el dolor de la separación, la importancia del sexo o la estabilidad de la pareja. Además, nos abre la puerta de su intimidad en el momento en el que acaba de ser padre y se abre una nueva etapa en su vida.

Durante 85 minutos asistiremos a la gestación de un proyecto que ocupó varios años y muchas horas de trabajo en la vida del músico madrileño. Ensayos y conversaciones y paseos por la ciudad y pasión desbordada y creatividad a raudales y música y poesía, mucha, mucha poesía. Sólo por la presencia de esas dos grandísimas figuras que son Ángela Molina y Jeannette, esta película ya merecería la pena, pero es que hay mucho más, como vais a tener ocasión de comprobar.
Mujeres es un documento visual perfecto para adentrarse en el universo personal de uno de los grandes músicos de habla hispana. Un artista que, desde aquel lejano día de 1985 en que decidió coger una guitarra y dedicarse en cuerpo y alma al rocanrol, ha sido, como cantaba Miqui Puig, “la banda sonora de una parte de mi vida”, de las vidas de muchos de nosotros. Un músico que, a la vuelta del verano, publicará su nuevo disco titulado ¿Revolución?, que ya estamos deseosos de degustar. Un músico genial, ambicioso, ecléctico, excepcional, capaz de tocar sin más compañía que la de su guitarra acústica, o en formato de grupo de rock, o acompañado por un cuarteto de cuerda o arropado por la Orquesta Sinfónica de Madrid. Un cantautor que va alcanzando, paso a paso, cada una de las metas que se propone, y que ha hecho de la constancia su mejor arma y que a mucha gente, entra la que me cuento, nos gusta a rabiar. Señoras y señores, con todos vosotros, las Mujeres, de Coque Malla.

(Texto de presentación de la película MUJERES, DE COQUE MALLA, en la XXVIII edición del Festival Tendencias de Salobreña, el 31 de julio de 2019)

miércoles, 17 de julio de 2019

ANDREA CAMILLERI

Leo en el diario El País que ha muerto el escritor italiano Andrea Camilleri. Tenía 93 años y deja en herencia unos cuantos libros magníficos y un personaje inmortal , el comisario Salvo Montalbano. Camilleri era un tipo íntegro de pies a cabeza, siciliano y comunista. "Mis ideas políticas ya no son realizables. Porque han fracasado en todos sitios, como es evidente. Pero yo continúo siendo fiel a aquel ideal que es el de dar a todos la misma base de partida", confesó en una entrevista recientemente. 
A mí, particularmente, Camilleri me ha proporcionado muchas horas de placer solitario, leyendo sus novelas, y acompañado, viendo la serie que la televisión italiana hizo de la saga Montalbano. Lo echaré de menos en los próximos años. 
Que la tierra te sea leve, querido Andrea.

jueves, 11 de julio de 2019

El Cabrero, indómito y salvaje


Anoche, un pequeño grupo de elegidos (desconozco el número exacto, pero rondaría los 600 espectadores) tuvieron la fortuna de presenciar el concierto que José Domínguez, El Cabrero (Aznalcóllar, Sevilla, 19 de octubre de 1944), ofreció, acompañado a la guitarra por Manuel Herrera, en un lugar mítico en relación con el cante jondo: la Plaza de las Aljibes de la Alhambra, en la ciudad de Granada, donde en 1922 se celebró aquel celebérrimo Concurso de Cante Jondo auspiciado por Federico García Lorca y Manuel de Falla. El público, que había venido desde distintos lugares de Andalucía, tenía ganas de ver y escuchar a esta leyenda viva del flamenco. Y digo esto, porque de lo contrario no se entendería que el personal se desplace desde Córdoba, Sevilla o Pozoblanco, para asistir a un concierto.
Por si no lo saben, esta es la gira de despedida sobre los escenarios de este artista único e irrepetible. Después de media vida cantando por los escenarios de toda España y de medio mundo, y a punto de cumplir 75 años, José ha decidido retirarse. Y lo va a hacer a lo grande, como la gran estrella que es: con una serie de conciertos durante este 2019 y el próximo 2020. Así que, con toda probabilidad, no habrá más ocasiones de verlo actuando en la ciudad de la Alhambra.
Anoche, en un escenario maravilloso, en un lugar emblemático y con un público cómplice e incondicional que lo aplaudió y lo vituperó a lo largo de todo el recital, El Cabrero se entregó en cuerpo y alma. La base del concierto fueron, por supuesto, los cantes de su último trabajo discográfico, el genial Ni rienda ni jierro encima (Atípicos Utópicos, 2018), un disco soberbio, que nada tiene que envidiar a los discos más famosos del cantaor sevillano.
Vestido de negro de pies a cabeza y con su mítico pañuelo rojo al cuello, José, figura atávica del arte flamenco y tesoro de la memoria artística de este país, subió al escenario acompañado de Manuel Herrera. A pesar de la edad y de los achaques físicos típicos de ésta (él mismo lo dijo con su habitual sorna: me ha dado un arrechucho y se ha enterado hasta el Papa), el artista sevillano estuvo pletórico. Su voz sigue sonando portentosa y emocionante. Porque El Cabrero, anoche, acompañado por el toque sobrio y sereno de ese magnífico guitarrista que es Manuel Herrera, no ha perdido ni una pizca de su capacidad para emocionarnos. Porque emociona y mucho, la poesía que destilan sus letras (escritas muchas de ellas a medias con la grandísima Elena Bermúdez, la mujer que más y mejor sabe de flamenco en éste y en otros países). Porque emociona y mucho, su empuje, su sinceridad, su valentía para expresarse cómo le viene en gana. Emociona y mucho,  su autenticidad.
Anoche, en la Alhambra se pudo escuchar flamenco del bueno, del que sabe a verdad: soleá, seguiriyas, bulerías, serranas, livianas, malagueñas, rondeñas y fandangos, esos fandangos que El Cabrero interpreta como nadie. Todo ellos ejecutados con la maestría de un artista al que su público admira profundamente. Y también hubo poesía a raudales: la de Borges evocando a su padre, la de Horacio Guaraní, la de José Guerra, la de Elena Bermúdez.
Decía mi amigo el pintor cordobés Rafael Quintero que, por mucha tecnología que exista, al final siempre vendrá un tío con una guitarra de palo y la magia de su voz, que nos estremecerá, y El Cabrero, con su chorro de voz, sus letras libertarias y libres, llenas de compromiso, de solidaridad y de rabia, hicieron, anoche en la Alhambra, que nos emocionáramos hasta la médula. Anoche, allí sentado bajo las estrellas, escuchando a José, pensé en Woody Guthrie, en Phil Ochs, en Robert Johnson, en Víctor Jara, y en muchas otras grandes leyendas de las músicas contra el poder, Ese también es el poder de la música y el de ese gran cantaor llamado El Cabrero. Sí. Ese cantaor de flamenco indómito y salvaje. Larga vida a José Domínguez, El Cabrero.

sábado, 11 de mayo de 2019

Antonio Vega, luchando contra los gigantes


En la mañana del día 12 de mayo del año 2009, saltó la noticia, no por esperada menos dolorosa: Antonio Vega había muerto en la ciudad de Madrid, el lugar en el que había nacido y en el que vivió durante toda su vida, su ciudad. Aquel día desaparecía no sólo un cantante y creador de canciones genial sino un extraordinario guitarrista. Desde comienzos de la década de los ochenta fue regalándonos sus maravillosas canciones. Primero con su grupo, los Nacha Pop, y a partir de 1989 en solitario. Antonio grabó discos míticos, como el primero de los Nacha Pop, y sobre todo, el segundo, Buena disposición, sin ninguna duda uno de los grandes discos de la música española de todos los tiempos. A lo largo de una carrera de casi treinta años fue dejando en cada uno de sus discos retazos de su genialidad, momentos llenos de belleza, porque Antonio conjuraba el dolor con esos dos bálsamos milagrosos que son la música y la belleza. 
Anárquico, rompedor, obsesivo, despistado, sensible, inteligente, genial, adicto, y con un mundo interior tan extenso como la Vía Láctea, ese espacio al que viajaba una y otra vez con la ayuda de un simple telescopio. Diez años después de su muerte, su legado sigue absolutamente vivo y lleno de magnetismo. Todas esas canciones rezumando poesía y hermosura, todas esas canciones que a algunos nos han acompañado desde la primera vez que las escuchamos y lo seguirán haciendo probablemente hasta nuestro último día en la Tierra. Temas como “El sitio de mi recreo”, “Lucha de gigantes”,  “Océano de sol”, “Tesoros”, “Se dejaba llevar por ti”, “Una decima de segundo”, “Tuve que correr”, “Relojes en la oscuridad”, “Caminos infinitos” y sobre todo ese himno generacional que es “La chica de ayer”, una canción tan grande que a veces sobrepasaba a su propio autor.
Han pasado diez años desde el día de su muerte, y aún somos muchos los que seguimos escuchando sus discos, disfrutando de sus canciones, recreándonos con toda esa pasión que puso en su trabajo, recogiendo la cosecha de toda esa bendita creación, apasionándonos con esos versos nacidos de “la primera luz”, sintiendo más vivo que nunca ese genio desbordado que fue Antonio Vega.
Dime que es mentira todo, un sueño tonto y no más

jueves, 18 de abril de 2019

La educación en Portugal

Leo en "El País" una entrevista con TIAGO BRANDÃO RODRIGUES, MINISTRO DE EDUCACIÓN PORTUGUÉS y no me queda más remedio que morirme de envidia. En Portugal el gobierno socialista apoyado por comunistas y ecologistas, ha consegiido en un tiempo récord convertir la educación portuguesa en un referente mundial educativo, con medidas que son fáciles de aplicar y que se podrían poner en marcha aquí YA.

Dice el artículo:

"La prensa internacional describe hoy a Portugal como la “estrella emergente en educación” por sus avances en el Informe PISA. Al cambio de siglo, se situaban en la cola y en el último logró 501 puntos en Ciencias (493 los escolares españoles), 498 en Lectura (496) y 492 en Matemáticas (486). Y el país destaca también en la autonomía de los centros, la innovación pedagógica, la gratuidad de los libros de texto o la intensa formación del profesorado."

Una de las medidas estrella tiene que ver con los cnetros concertados. Señala el periodista al respecto:

P. Las subvenciones para los centros concertados llevan camino de desaparecer en su país.

Y contesta el Ministro:

"R. Había 79 colegios concertados que consumían 140 millones al año y la ley dice que deben de existir donde la escuela pública no cumple su función. Hemos quitado la subvención para el próximo curso a 49 de ellos y gastaremos 45 millones. En Santa María de Feira, a 30 kilómetros de Oporto, había un centro privado que recibía casi seis millones de euros y al lado cuatro escuelas públicas casi desiertas. No tenemos un afán excluyente, solo cumplimos con la ley."

Que tomen nota los políticos españoles, Pero que la tomen ya, no dentro de 25 años. Porfa, porfa, porfa.

domingo, 10 de febrero de 2019

La venezuelización de España



Hoy hemos asistido al primer acto de la venezuelización de España. La han puesto en marcha los trillizos naziliberales: Albertito, Pablito y el del caballo (no digo su nombre porque ya lo dijo Mamadou en su genial vídeo: nombrarlo acarrea siete años de mala suerte). El plan consiste en sacar al facherío a la calle a decir que el gobierno no es legítimo, que el presidente es un felón (son carcas hasta para el uso del lenguaje), a pedir la abolición del aborto, y la reposición en TVE de la filmografía completa de Mariano Ozores. Todo aderezado con mogollón de banderas made in China hechas de plástico barato. En breve se referirán a él como “dictador”, como hicieron en Venezuela los colegas fachas de estos fachas con Nicolás Maduro, y si Sánchez aguanta mucho, pedirán que intervenga el ejército, la guardia civil, la policía nacional y hasta protección civil. Después vendrá lo de la ayuda humanitaria. Se repartirá básicamente en el barrio de Salamanca. Será caviar y burbon de Kentucky. En las 3000 viviendas el menú será distinto: mortadela y vino peleón. Al final uno de los trillizos naziliberales, está aún por determinar quién de ellos será, se autoproclamará Presidente del Gobierno. A Sánchez no le hará ni puta gracia. Y tratará de defender su legitimidad con uñas y dientes. Pero ya será demasiado tarde porque Donald Trump, junto con los gobiernos de Argentina, Colombia, Canadá, Alemania, Francia, y otros mamporreros del imperio yanqui, habrán invadido España y habrán llevado a Sánchez, a Carmen Calvo, a Grande Marlaska, a Borrel (sí, también a él, aunque gritará con todas sus fuerzas mientras le ponen los grilletes, que él no es culpable, que él se llevó el salivazo de Rufián) a Guantánamo, con el mono naranja incluido y los torturarán obligándoles a oír sin parar, las treinta horas del día (en Guantánamo los días tienen treinta horas) los discos de Alejandro Sánz, Juanes, Miguel Bosé, y los vídeos de Boris Izaguirre. En Venezuela tienen petróleo, pero aquí tenemos algo mucho más importante y estratégico: gin tonics baratos. Que no se os olvide.