viernes, 30 de agosto de 2013

Dogo y Los Mercenarios: Dulces chutes de rocanrol caliente

La historia del rocanrol está llena de grupos que lo tenían todo para triunfar y, sin embargo, sin que nadie pueda explicar muy bien cómo ni por qué, acabaron relegados al cajón del olvido si haber saboreado las mieles del éxito. Eso es lo que ocurrió con la banda sevillana que hoy nos ocupa, Dogo y Los Mercenarios. Y es que Dogo y Los Mercenarios lo tenían todo: unas canciones que superaban con creces la media de las que se hacían en la época; un letrista que escribía el mejor realismo sucio —cuando ni siquiera sabíamos que existía tal etiqueta— que se ha escrito en este país; un sonido bestial de rocanrol básico; un directo demoledor; una imagen impactante; el apoyo unánime de la crítica especializada; una casa discográfica independiente con clase y estilo, etc. Y, sin embargo, nunca jugaron en primera división. Y a pesar de no haber jugado en primera división, Dogo y Los Mercenarios fueron, durante un tiempo, la mejor banda de rock de Andalucía (los únicos que podían hacer sombra, por calidad, por canciones, por sonido, eran los 091), y una de las mejores de todo el estado español, un grupo que en sus conciertos sonaba como un cañón, y que grabó tres extraordinarios álbumes: Ansia, Llueve en Sevilla y Mala reputación, de lo mejorcito que se hizo en este país en aquella época. Las raíces de Dogo y Los Mercenarios hay que buscarlas en Los Canijos, una banda sevillana de vida breve, actitud punk, y más pasión por los trapicheos que por la música en sí, en la que militó Dogo Rojo en los primeros años ochenta. De esta manera se lo contaba el propio Dogo (de nombre real Juan Diego Fuentes Casas) al crítico Orio Llopis, para un artículo publicado en la revista Ruta 66: ‘‘Juanjo Pizarro y yo nos conocimos a causa de las pocas actuaciones que hicimos Los Canijos. Él por entonces tocaba con la banda de Silvio (…) El caso es que el Pizarro flipaba con el sonido que sacábamos a los instrumentos, así que cuando vio que aquello no terminaba de funcionar me propuso montar una banda nueva, con el también bajista de Silvio, Miguel Ángel Suárez alias ‘‘Miguelito’‘, otro ex Canijo (Lorenzo Cortes ‘‘Loren’‘, gitano de las tres mil viviendas, a la guitarra) y el ex batería de los míticos e imprescindibles Smash, Antonio ‘‘Smash’‘.
 Esto constituyó la primera formación de Dogo y Los Mercenarios. De esta manera ponen en marcha una banda que dé salida a la pasión que sienten por el punk rock y a las letras que Dogo escribe en la soledad de su habitación, y en las que refleja, casi con estilo periodístico, el mundo nada amable que le rodea. Sin embargo, la recién nacida banda, en vez de mirar hacia Sidney, Londres o Los Ángeles, como hacen la mayoría de grupos del momento, se mira en el espejo de algunos grupos nacionales que los habían precedido, como Burning, Leño o La banda trapera del río. Ahí es nada. Mucho orgullo y muy pocos prejuicios. Durante unos meses se encierran en el local de ensayo y empiezan a fluir las canciones. Pizarro se siente como pez en el agua poniendo música a los poemas callejeros y sucios de Dogo. El fanzine sevillano 27 Puñaladas, en su segundo número, les edita un single compartido con otras bandas andaluzas: Los Desertores, Serie B y Hospital Psiquiátrico. El debut es una canción titulada “Rocanrol caliente”, un trallazo de punk, casi heavy, con una letra que habla de prostitutas, chaperos y travestis de los que se mueven por la Alameda sevillana, buscándose la vida, aunque como dicen unos versos de la canción, “Mira lo que ha hecho la vida, con la gente de la calle.”. Así que en esta tarjeta de presentación ya están todos los ingredientes que irán apareciendo en cada uno de sus discos: letras que retratan un mundo decrépito y marginal, cortesía de Dogo; guitarras afiladas y desbocadas, cortesía de Juanjo Pizarro y mala leche a espuertas, aportada por todo el grupo en su conjunto. En los meses siguientes, habrá cambios importantes: se marcha Antonio Smash y el Loren, y entra a tocar los tambores un colega de Dogo llamado José Manuel Couceiro, pero al que todos conocen por el sobrenombre de “el cucharilla”. Y entonces empieza lo que podríamos denominar “la verdadera historia de Dogo y Los Mercenarios”. Se hartan de currar en el local de ensayo, tocando, componiendo, ensayando como locos y fichan por Nuevos Medios, la compañía independiente que dirige Mario Pacheco y que está publicando a gente como Pata Negra y Ketama, adalides del nuevo flamenco; La Mode y Golpes Bajos, lo más elegante de la Movida, o Martirio y Claustrofobia, heterodoxos y personales. Así que la banda se va para Madrid, se encierra durante cuatro días de septiembre en el estudio Duplimatic, mezclan en siete horas, producen ellos mismos, y el resultado es su primer mini lp, que en un principio se iba a llamar Rocanrol caliente, pero que acabará titulándose Ansia. Siete canciones, incluida “Roncanrol caliente”. Portada del gran Nazario, en la que se puede ver a un chapero en espera de clientes en una calle de una gran ciudad. Rabia y caña. Guitarras que dañan los oídos. Rock de alto voltaje. Canciones que retratan el lado más bestia de la vida. Sin epidural. Las letras de Dogo ahondan en su universo callejero y marginal: adictos al discurso morfínico, que diría el propio Dogo; dealers de las Tres Mil, putas de la Alameda, gente carente de cualquier perspectiva vital, perdedores y supervivientes. Lo mejorcito de cada casa. Todo ello aderezado con sus gotitas de lírica. Un disco que aún hoy, casi treinta años después de haber sido grabado, suena como una patada en los cojones. Música clásica. El álbum se publica en 1987, obtiene muy buenas críticas y poco más. A pesar de ello, el grupo sigue tocando en directo, porque es sobre el escenario donde mejor se sienten. Continúan componiendo en el local de ensayo, trabajando duro, porque aún creen en sus posibilidades y porque todavía la heroína no ha hecho estragos en la banda. Y de ahí saldrán las nueve canciones de su siguiente disco: Llueve en Sevilla. Publicado en 1989, cuando la década están dando las boqueadas de muerte, en un principio se iba a titular Cuero y terciopelo, pero se acaba imponiendo el título definitivo. Esta vez, el grupo dispone de 28 días para grabar, cuentan con la experiencia en la producción de Ricardo Pachón, mítico productor de Camarón y otras estrellas de flamenco, que compartirá las labores con Pizarro, y se quedan a grabar en Sevilla, en el Estudio Central, aunque de las mezclas de encarga David Young, viejo conocido de John Cale, en Londres. El resultado es otro disco que supera con mucho la media de los productos nacionales del momento. Nueve temas, pero uno destaca sobre todos los demás: “El Polígono Sur”, en el que la guitarra casi heavy de Juanjo se va entremezclando con la guitarra de palo de Raimundo Amador, mientras Dogo canta, Toca de nuevo Raimundo, que quiero llorar, lágrimas negras, bajo un sol gris. Una oda a uno de los territorios más salvajes de cuantos se pueden encontrar en España, y probablemente en toda Europa, bastante frecuentado por Dogo en aquella época para aprovisionarse de caballo. Pero además de este tema, hay otros igual de potentes. Abundas los medios tiempos, e incluso alguna balada, como “Alma y corazón” que ponen el listón muy alto. Y después más de lo mismo. La crítica se rinde ante esta joya, pero el gran público ni se entera. El gran público sigue a lo suyo, consumiendo basura precocinada, sin sentimiento ni emoción, como suele ser habitual. Siguen tocando en directo, pero dejan a un lado el local de ensayo. Tienen que pasar otros dos años para que se encierren otra vez en un estudio y plastifiquen nuevos temas. Así que en 1991 aparece su tercer y último disco: Mala reputación. Nueve temas. Ocho canciones propias y una versión de “The horse”, un viejo éxito soul de Cliff Nobles, que también habían versionado Booker T. & The MGs. Repite Nazario como autor de la portada. Algunos cambios en la banda: el Cucharilla deja la batería y lo sustituye Ricardo Pachón Jr. y hay una nueva incorporación, Jesús Arispont, que tocará el bajo, el órgano y hará coros. Produce Juanjo Pizarro, esta vez en solitario. Treinta minutos escasos de música. Pero qué treinta minutos. Qué canciones. Qué letras. Himnos callejeros para tiempos desesperados. La mejor poesía de arrabal que se ha escrito en España. Y me estoy quedando corto. Entre tanta guitarra desbocada a velocidad de la luz, se cuela “Ángel”, una balada donde Dogo hace un sentido homenaje a su hermano de sangre, el poeta y músico Ángel Caballero. Y a pesar de la calidad del disco, otra vez más de lo mismo. El gran público sigue sin enterarse, y aunque la crítica los admira, no se comen un colín. Así que deciden chapar. Así contaba el propio Dogo el final del grupo en el artículo antes referido de Ruta 66l: En el 92 la cosa pintaba mal en Sevilla para mí. Aunque habíamos tenido buenas críticas con los discos, la cosa no acababa de cuajar. Y encima teníamos pocos bolos, eso sí, casi todos fuera de Andalucía. Incluso hicimos una gira por Suiza (…) Como te decía, lo llevaba mal en Sevilla, los fastos de la puta Expo habían endurecido la represión policial hasta unos límites brutales, de tal manera que se abrió la veda para la caza del yonki; ya sabes lo bien que se ejecuta por estas tierras la taurina suerte del acoso y derribo. En el seno de la banda puedes imaginar cómo estaba la cosa: todos sin excepción éramos adictos, con una ecuación por resolver: poco trabajo, polvo caro, malo y difícil de conseguir, y además el resto del vecindario está encantado con la extraña movida de la Expo… mejor chapamos, ¿no?… Y así vendí mi parte del Fun Club a uno de los socios, dejé mi casa y cerré mi harén. Decidí pirarme para Ibiza a ver qué tal se respiraba por allí. Y de esta manera, una de los mejores grupos de rocanrol de Andalucía y España, dieron carpetazo a ocho años de creación, conciertos, drogas, y vida al límite. Después vinieron otras historias, pero eso lo contaremos otro día. Parece ser que en la actualidad, Dogo y Juanjo Pizarro, junto con los guitarristas sevillanos Charlie Cepeda y Jose Luis ‘’Suerito’’, el bajista Luis Malaespina Almagro y el batería Ramón ‘’Rama’’, se juntan de vez en cuando en el local de ensayo y componen temas nuevos, recrean los antiguos, y un par de veces al año, se suben a algún escenario para descargar su rocanrol caliente en conciertos llenos de fuerza e intensidad. Genio y figura. Ya ves.

lunes, 26 de agosto de 2013

"El llanto, la sangre, el fuego" en la Biblioteca Villaespesa de Almería


Me escribe mi amigo y camarada Miguel Moya desde Almería y me envía tres fotos de mi último libro, El llanto, la sangre, el fuego, porque resulta que lo ha visto allí en la Biblioteca Pública Francisco Villaespesa de la ciudad de Almería, colocado en un lugar privilegiado. Así que desde este humilde y subversivo blog, gracias a Miguel por las fotos y gracias a los responsables de la biblioteca almeriense por ese lugar de privilegio. No está nada mal para este humilde escritor de Aguilar, nada mal. 







miércoles, 21 de agosto de 2013

Certeza


Recuerdo un sueño.
Había una calle empedrada y hacía frío.
Caminábamos abrigados, cogidos de la mano.
Nuestra única certeza era la noche.
Y hacia ella nos dirigimos.

martes, 20 de agosto de 2013

El chollo de los libros subvencionados



El pasado día 15 de marzo de este mismo año, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, al frente del cual está el impresentable ministro José Ignacio Wert, ese personaje que según la opinión de los españoles es el peor ministro, con diferencia, de toda la etapa democrática española, y probablemente uno de los peores de toda la historia de este país, ese ministro ultra-neoliberal que sólo cree en el poder de San Mercado, ese ministro que ha dado nombre a la ley más restrictiva y conservadora de educación que ha existido en este país desde hace muchos, muchos años; ese ministro que según sus propias palabras, tiene como objetivo principal “españolizar a los niños catalanes y vascos”; ese ministro que ha endurecido hasta el paroxismo los requisitos para conseguir una beca y ha excluido, o lo hará en el futuro inmediato, a miles de estudiantes, hijos de obreros, del sistema universitario; ese ministro que se sobra y se basta él solito para acabar con la industria cinematográfica española, con el teatro, con la música, y con todo lo que se le ponga delante, pues ese día, como digo, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte publicó en el BOE una Resolución  de la Secretaría de Estado de Cultura, por la que se convocaban subvenciones, en régimen de concurrencia competitiva, para la edición de libros. Esto, que dicho así, no se sabe muy bien qué es, no es otra cosa que las tan traídas y llevadas subvenciones.
Todo esto viene a cuento porque acaba de hacerse pública la lista con las obras y las editoriales que se podrán beneficiar de dichas subvenciones.
La comisión que ha otorgado dichas subvenciones estaba compuesta por 13 personas, la mayoría de ellas, vinculadas directamente con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, o bien nombrados por el Ministerio en calidad de “expertos”. Lo que viene a querer decir, que prácticamente, todas las personas que formaron parte de dicha comisión, tienen relación con el Partido Popular.  La prueba más evidente es que en la Resolución de 15 de marzo, se indicaba que “se incluirán dentro de la Comisión de Valoración de estas ayudas hasta tres representantes de las Comunidades Autónomas, designados según los criterios aprobados por la Conferencia Sectorial de Cultura.” Pues bien, los tres representantes elegidos pertenecían, efectivamente, has acertado, a las Comunidades Autónomas de Galicia, Valencia y Madrid, todas ellas gobernadas por el Partido Popular.
Entre las editoriales que han conseguido las subvenciones se encuentran algunas de las más importantes (por ejemplares vendidos) de España, como Galaxia Gutenberg (que pertenece a Círculo de Lectores, que a su vez pertenece a Planeta, la macro empresa de José Manuel Lara) que ha conseguido colocar varios títulos; Ediciones Siruela, propiedad de Jacobo de Alba, cuyo hermano, hace unos meses tuvo una agria polémica con los jornaleros andaluces, por unas declaraciones en las que manifestaba que estos no querían trabajar sino vivir de las subvenciones; el Grupo Anaya S. A.; Editorial Planeta; RBA Editores; y algunas más. La que más me llama la atención es Editorial Trotta S. A. Tengo que confesar públicamente mi ignorancia, pues jamás en mi vida había escuchado ni leído nada sobre esta empresa, por lo que ruego encarecidamente a quien pueda aportarme algún dato esclarecedor, que así lo haga. Editorial Trotta se lleva en la lotería de las subvenciones un total de 21. 475, 43 euros, ya que coloca cuatro títulos entre los diez primeros, entre ellos el que más pasta consigue, titulado Mística de oriente y occidente. Además de este, están La piedra desechada, Historia de la literatura hebrea e Historia de la literatura india antigua, cuatro libros a todas luces, imprescindibles en cualquier biblioteca que se precie.  
Por cierto, y con esto ya acabo, he mirado con detenimiento los títulos de los libros subvencionados, y dos cosas me llaman poderosamente la atención:
a) no hay ni uno solo que tenga que ver con la recuperación de la Memoria Histórica, y sin embargo, veo que sí se han subvencionado otros títulos que en principio, sin haberlos leído, me resultan altamente sospechosos: La Falange, publicado por Mondadori; Falange y Literatura, de RBA; La esencia del fascismo, editado por Escolar y Mayo Editores, S. L., y La Legión Cóndor. Atlas de la Guerra Civil Española, publicado por Ediciones Dau.
b) Prácticamente todos los libros subvencionados están escritos en Castellano —o al menos sus títulos son en castellano—. Tan solo he visto cinco o seis en catalán, ninguno en euskera y ninguno en gallego.
Ahí queda eso.    
Nota. Si quieres consultar algunos de los documentos legales de los que se habla en este artículo, puedes hacerlo en esta dirección:
http://www.mcu.es/ayudasSubvenciones/Libro/SubvencionesEdicionLibros2013.html

sábado, 17 de agosto de 2013

Como usté mande, don Miguel

—A ese cabrón lo apuntas también.
—Como usté mande, don Miguel ¿Y al hermano?
—Al hermano me da igual, pero a él, apúntalo. Todavía me acuerdo de cuando estuvo trabajando en el molino de aceite con nosotros hace cuatro o cinco años. El hijoputa iba diciendo por las tabernas que mi padre era un explotador, que no pagábamos lo que había que pagar y otros dicterios por el estilo. Y también le gustaba amenazar. Me contaron que iba diciendo a quien lo quisiera escuchar que cuando el comunismo libertario se impusiera en Aguilar y en toda la campiña, él mismo, con sus propias manos, se encargaría de ahorcar a mi padre del álamo más alto del pueblo. Ahora se va a enterar este de lo que le pasa a los comunistas cuando se meten con un miembro de mi familia.   
—Pues ya está, don Miguel. Apuntao, y escribe un nombre en el papel que sostiene en la mano izquierda. Después de esta noche, de este ya no hay que preocuparse. Este, desde luego, no va a ahorcar a nadie ¿Y al amigo que va siempre con él, al Paco, el nieto de Antonio el Carbonero, qué hacemos con ese?
—¿Ese también es comunista?
—Hombre, don Miguel, usté verá, si los dos son íntimos. Además, yo creo que son maricones. Van siempre juntos. Los rusos estos son tós maricones, de igual que sean comunistas o  socialistas. Igual de cabrones son tós. Rusos y maricones, eso es lo que son. Y si no lo es, como si lo fuera.
—Coño, pues la mujer está bien buena, Ya me gustaría tirármela. Lo mismo después de darle café al rojo del marío, me la follo, que las mujeres de los rojos, ya se sabe, son todas unas putas.
En ese momento, los cuatro hombres que hay en la sala, se ríen con estruendo y la carcajada se expande por la calurosa mañana de agosto aguilarense. Los cuatro hombres están en un despacho de paredes blancas, limpio, con el suelo de baldosas negras y blancas, como un tablero de ajedrez. La habitación está presidida por un gran ventanal que da a la calle Cánovas. Tiene los visillos echados y eso hace que la sala esté en penumbra. Aún no es mediodía, pero sobre la mesa hay una botella de vino blanco y cuatro vasos.
El mayor de los hombres debe rondar los sesenta años. Es un tipo bajo y rechoncho, aseado, con el pelo canoso peinado hacia atrás. Se nota que sus ropas son de buena calidad, incluidas sus botas. Es el que lleva la voz cantante. Por algo están en su casa y por algo es el señorito, hijo y nieto de señoritos, dueño de varias fincas que suman más de setenta mil olivos, varios cortijos, muchas, muchas fanegas de tierra, y una buena cuadra de caballos de raza. También se nota que está acostumbrado a mandar y, sobre todo, a que sus órdenes se obedezcan sin rechistar. Los hombres que trabajan en sus tierras saben que sus decisiones no se cuestionan. Eso no se le pasa a nadie por la cabeza. Cualquiera que trabaje en esa casa sabe que siempre hay que hacer lo que don Miguel diga, que para eso es el señorito. Las edades de los otros tres hombres oscilan entre los veinte años apenas cumplidos del más joven, y los cuarenta, más o menos, de los otros dos. De los tres, el más joven de ellos, viste camisa azul mahón, con el yugo y las flechas bordado sobre el corazón y unos correajes de cuero negro cruzados sobre el pecho. Tiene un papel en la mano y un lapicero, con el que van confeccionando la lista. Los otros dos van vestidos con sus ropas de jornaleros, pobres y sucias.     
—Otra cosa. A Zurera lo apuntas también.
—¿Qué Zurera, don Miguel?, pregunta el más joven, el que va vestido de falangista, que es quien tiene el lápiz en la mano y va escribiendo los nombres. Los otros dos ni siquiera podrían escribir sus propios nombres, porque nadie los ha enseñado a hacerlo.
— El que trabajaba con tu padre. Aquel al que pilló robándole trigo hace un par de veranos, ¿te acuerdas? Uno que vive en la calle Molinos, ese que es bizco. A ese, cuando lo encontró tu padre en su finca robando, la única explicación que se le ocurrió dar fue que tenía cuatro hijos y que tenían que comer, que no los iba a dejar que se murieran de hambre. ¡Será cabrón! ¡Y a mí qué me cuentas si tienes cuatro hijos! No los hubieras hecho. A ver si ahora vamos a tener que alimentar nosotros a todo el que tenga cuatro hijos. Lo que yo os digo, estos rojos no tienen apaño.   
Las estruendosas carcajadas llenan la habitación. A los cuatro hombres se les nota la felicidad en los rostros, como niños con juguetes nuevos, escribiendo los nombres en la lista, nombres de personas que van a morir. Vecinos de Aguilar que serán sacados de sus casas a altas horas de la noche, golpeados, insultados, vejados, arrastrados y fusilados contra la tapia del cementerio, en la madrugada siguiente y enterrados, después, en una fosa común que ellos mismos habrán tenido que cavar. A los cuatro hombres se les nota el odio en la mirada, un odio que han ido amasando durante los cinco años que ha durado el régimen republicano. Un odio irracional para el que no existe explicación científica. 
   —Si usted lo dice, don Miguel, así se hará, contesta el joven y apunta el nombre con una buena caligrafía que denota que es una persona culta.
—¿Cuántos van?, pregunta don Miguel.
—Nueve.
—A ver si llegamos por lo menos a diez, que no salga el viaje en balde, que hoy no hay nadie de Monturque, ni de Montemayor, ni de ningún otro pueblo. Hoy todos los rojos son de Aguilar.
Los hombres permanecen pensativos durante un rato, apenas un minuto, en el que nadie dice nada.
— Pues si no se os ocurre ninguno más, dice don Miguel, apunta al hermano de ese, y señala con el dedo uno de los nombres que están escritos en el papel. Al que es un poco más chico que él. El que no me quiso vender aquel galgo tan bueno que tenía. Con el otro, con el mayor no os metáis que ese no es mal tío.  Además, así la madre, con las mismas lágrimas, llora a los dos hijos.
—Don Miguel, que ese es de mi edad, y tiene a la mujer preñá y me da no sé qué, dice el falangista sin pensar siquiera en las consecuencias que pueden tener su salida de tono. Y luego el cura se cabrea conmigo porque dice que no tenemos sentimientos y matamos por matar, que matemos a quien lo merezca, pero a quien no se haya metido con nadie, que los dejemos vivir en paz.
—Al cura que le den por culo, Eduardo. Los curas ya sabemos cómo se las gastan: lo invitas a almorzar un pollo con arroz, un conejo frito, una buena botella de vino, y se pone como unas castañuelas. ¿O es que aún no te has dao cuenta de lo que quiere el cura? Coño, que todos los curas son iguales, unos llenapanzas. Además, si esta cruzada la hacemos por ellos, para que no les quemen las iglesias y los conventos y los dejen decir misa en paz, y respeten las imágenes de la Virgen y del Niño Jesús.  ¿No os habéis enterao de lo que están haciendo en Cataluña y en otros sitios los bolcheviques? Pues yo os lo voy a decir. ¡Quemar y saquear las iglesias  y los conventos y convertirlas en burdeles! ¿Es que no habéis leío lo que dice el ABC? Estos dos no lo saben, Eduardo, porque son unos ignorantes, y no saben leer, pero tú, hombre, tú has ido a la escuela, y eres un muchacho con cultura y con estudios. No te compadezcas de los ateos, masones, anarquistas de mierda. Lo único que nos faltaba, tener compasión de esto criminales.
El joven, el que se llama Eduardo y va vestido de falangista, enseña una sonrisa falsa y forzada, una sonrisa de sometimiento y sin volver a cuestionarse la orden, hace lo que le dice don Miguel, apuntar el nombre del muchacho en la lista.
—¿Tú te crees que si la moneda hubiera caído del otro lado, ellos se iban a preocupar de si nuestras mujeres esperan un niño o no? Hombre de dios, no estás viendo lo que están haciendo los rojos en la zona republicana? Si son unos hijoputas sin piedad, que sólo saben robar, matar y violar a la gente de bien.
—Como usted diga, don Miguel, tercia uno de los otros dos, que hasta el momento no había dicho esta boca es mía. Si Eduardo lo decía sin maldad, sin pararse a pensar. Si él lo que quiere es ver muertos a tós los rojos. Tendría usted que ver la puntería que tiene con la Tigresa, el rifle que usted le prestó y cómo los remata cuando están tirados en el suelo. Y no le tiembla el pulso dando el tiro de gracia. Es más valiente que los civiles, don Miguel.
En ese momento Eduardo mira a don Miguel con orgullo, haciéndole ver que él está allí para hacer lo que se le mande, sin rechistar, y que no va a encontrar en todo el término de Aguilar a otro que odie como él a los rojos, y que dispare con tanta saña como lo hace él.
—Coño, es que disparar con la Tigresa es como follarse a una mujer bonita. Eduardo, por lo que más quieras, cuida esa carabina como si fuesen tus cojones, que es un regalo de mi padre y lo quiero más que a mi mujer.
Eduardo asiente con la cabeza y los tres hombres se vuelven a reír de las ocurrencias de don Miguel.
—Otra cosa, dice don Miguel. ¿Qué pasa con el chófer del camión? Me ha dicho tu primo Rafael que la última noche empezó a llorar y a protestar y a decir que ya no lo hacía más, que esa era la última vez que llevaba a gente en su camión para que los mataran como a perros y otras tonterías por el estilo.
—Sí, es verdad todo lo que le ha contado mi primo, don Miguel, dice Eduardo, mostrándose aún más sumiso ante el señorito. Lo que pasó es que uno de los que llevábamos para darle café era el hermano más chico de su mujer, ese anarquista al que le dicen Juan el Fandangos, y se ve que al hombre le dio un noséqué ver que lo íbamos a fusilar, y cuando los bajamos del camión en la puerta del cementerio, el chófer se nos puso a llorar y a decir que si matábamos a su cuñao, que lo matáramos a él también, porque él ya no iba más, y le dio un ataque de nervios y un llanto que no vea usté.
—¿Y qué pasó? ¿Cómo lo arreglasteis?
—Nada, nos lo cargamos igual. Le dijimos al Sixto, el del camión, que si no se callaba, él iba detrás. Y vaya si cerró el pico.
—Por esta vez, pase, pero si el chófer da algún problema más, le decís, que se atenga a las consecuencias. Veréis como se acojona y no dice ni .   
—No se preocupe usted, don Miguel. Así se hará, pero ese ya no da más problemas, corre de mi cuenta. Ese sabe muy bien lo que tiene que hacer.
—Bueno, pues andando, ahora cuando salgáis de aquí os pasáis por el cuartel de la Guardia Civil y le dais la lista al Teniente, para que vaya preparándolo todo, que no quiero ningún contratiempo esta noche. No vaya a ser que a alguno de estos cabrones les dé por pasarse hoy a la zona roja y no le podamos dar el paseo. Tenemos que limpiar Aguilar de rojos, masones, judíos, hijoputas. Ya sabéis, son ellos o nosotros. 
Antes de que los tres hombres salgan por la puerta de la sala, don Miguel, con su voz viril, de hombre acostumbrado a mandar, pronuncia un ¡Arriba España!, enérgico y brioso, al tiempo que levanta el brazo derecho a modo de saludo.
¡Viva Franco!, contestan los tres hombres, con el mismo ímpetu, levantando, cada uno de ellos, el brazo derecho como si les fuese la vida en ello. Y salen hacia la calle, con diez nombres escritos en una lista.




Rafael Calero Palma. El llanto, la sangre, el fuego (relatos y poemas de la Memoria). 
Alhulia, 2012

martes, 13 de agosto de 2013

Luis Eduardo Aute, incitando al amor


En el penúltimo cd de Luis Eduardo Aute, el extraordinario Intemperie, había una joya de muchos quilates, titulada Quiéreme. La letra de la canción es, toda ella, una incitación al amor, con frases tan maravillosas, tan hermosas y tan rotundas como la que abre la canción: Quiéreme, aunque sea de verdad. O esta otra: Quiéreme, si es posible sin piedad. O esta otra: Quiéreme, con la insidia de la fiera. Sin duda, una de las mejores canciones de amor de la dilatadísima carrera de Luis Eduardo Aute, en la que las canciones de amor han jugado, sin duda, el papel más importante. Al poco de publicarse Intemperie, se realizó un vídeo de este tema, en el que participaron un grupo de cantantes, todos ellos mucho más jóvenes que Aute y todos ellos admiradores confesos del autor de temas míticos de la música española, comoLas cuatro y diez, Al alba, Una de dos y tantas y tantas canciones que forman parte ya del imaginario colectivo de este país. En ese vídeo, ponen su voz y su imagen, artistas como Christina Rosenvinge, Marc Ros (del grupo barcelonés Sidonie), Nacho Vegas, Shinoflow y Silvia Comes, gente de edades diferentes, de procedencias diferentes y, cómo no, de estilos y sensibilidades diferentes. El resultado fue de una elegancia que tira de espaldas. Si te apetece ver el vídeo, pincha aquí. Y a disfrutar.