jueves, 27 de febrero de 2014

Vergüenza



Hace unos días asistí a una reunión de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Salobreña. Esta plataforma ciudadana se acaba de constituir hace apenas unas semanas y todavía hay poca gente, aunque la reunión estuvo muy bien y nos acompañaron mujeres y hombres de otras localidades cercanas, como Motril, Almuñécar o La Herradura. De cualquier manera, esto no ha hecho más que empezar, y seguro que acaban acercándose muchas más personas.
Pero no es de esto de lo que quería hablar en este artículo. De lo  que realmente quería hablar es de la vergüenza. Y es que a lo largo del debate que se originó tras el visionado de los vídeos, esta palabra, vergüenza, y otras similares, como avergonzar, como ruina, como fracaso, aparecieron en las alocuciones de muchos de los presentes. A mí me sorprendió muchísimo, porque parecía como si estas personas hubiesen hecho algo malo, cuando está claro que somos nosotros, las personas normales y corrientes, los ciudadanos de a pie, los que nos estamos viendo perjudicados por un sistema y unas leyes a todas luces injustas y abusivas y está claro que ha sido a nosotros a los que se nos ha maltratado, atacado, robado y estafado.
Me gustaría decirles a estas mujeres y estos hombres que estaban el otro día en la reunión de Salobreña y por extensión a todos aquellos que se encuentren en la angustiosa situación de estar a punto de ser desahuciados que eso no es ninguna vergüenza, como tampoco lo es haber perdido el trabajo porque tu empresa, o la tienda o el bar en la que trabajabas te haya despedido o haya cerrado. De vergüenza, nada.
Una vergüenza es otra cosa y otras son las cosas que nos deberían avergonzar. Por poner un ejemplo extremo que todo el mundo entienda y comparta, una vergüenza es ser un pederasta y violar a niños y niñas. También es una vergüenza que un banco, pongamos por caso el Santander o el Mare Nostrum, y no te digo ya una caja, pongamos por caso Cajamar o Caja Madrid, te hayan vendido un préstamo hipotecario y, sin advertirte, te hayan colocado una cláusula suelo del tres o el tres y medio por ciento. Otro ejemplo de vergüenza es que un banco desahucie a la gente, las ponga en la puta calle, sin importar que sean familias con niños y niñas pequeñas, o con personas discapacitadas. Una vergüenza es que los directivos de los mismos bancos que hemos rescatado con dinero público ganen unos pastones desorbitados. Una vergüenza bien gorda es que el Presidente de Iberdrola ganara durante el año 2013 siete coma cuatro millones de euros. Una vergüenza es la avaricia de quien es dueño de un montón de pisos y por un puñado de euros echa a la calle a su inquilino, un parado con tres hijas pequeñas, sin que le tiemble el pulso. Una vergüenza es ser un político corrupto, y cobrar en B sin tributar a la hacienda pública. Una vergüenza es dar la orden de disparar pelotas de goma contra hombres y mujeres, indefensos y asustados, que van nadando por el mar para llegar a las costas españolas. Y una vergüenza es, por supuesto, acatar esa orden. Una vergüenza es que un político cobre seis o siete mil euros al mes mientras que un montón de gente tenga que malvivir con 426 euros. Una vergüenza es que haya familias enteras en este país viviendo de la jubilación del abuelo o la abuela. Una vergüenza es que la gente para poder comer tenga que coger lo que otros han tirado al contenedor de basura. Una vergüenza es ser un maltratador. Una vergüenza es que desmantelen el estado del bienestar.
Y así podría seguir hasta el infinito y más allá. Todas esas cosas sí son una vergüenza y sí deben hacer que los que las hacen se avergüencen, pero nunca, bajo ningún concepto, que una persona se quede sin trabajo y pierda su vivienda. Eso no puede ser jamás un motivo de vergüenza. Que os quede claro.

lunes, 24 de febrero de 2014

Presentación en Granada de "Fruta extraña"



El próximo martes 25 de febrero estaremos presentando en la ciudad de Granada la antología de poesía y jazz Fruta extraña publicada por la Fundación José Manuel Lara, en su colección Vandalia. El acto tendrá lugar a las ocho de la noche en la Biblioteca de Andalucía, que está situada en la calle Sáez Cantero, 6, a la espalda del Hotel Center.
En el acto participaremos Nacho Guijarro, antólogo y autor del estudio introductorio de la obra y yo mismo, que soy uno de los poetas incluidos en el libro y que hablaré sobre la gestación del libro, los poetas incluidos en el libro,  y otras cuestiones de interés.

viernes, 21 de febrero de 2014

Antonio Machado, republicano hasta el último aliento de vida



Se cumple estos días el septuagésimo quinto aniversario de la muerte de uno de los poetas más insignes, más valerosos, más geniales de la historia de la literatura española. Me estoy refiriendo, como no podía ser de otra manera, a don Antonio Machado.
El ilustre poeta sevillano, uno de los máximos exponentes de la cultura de su época, mostró un apoyo férreo hacia el régimen republicano desde antes de que se proclamara la II República hasta su último aliento de vida, tanto en sus escritos como en sus apariciones públicas. Y es que el autor de Campos de Castilla fue, durante toda su vida, un republicano convencido y militante, y creyó hasta el final en el poder emancipador que el sistema republicano tendría sobre la sociedad española.
Para Antonio Machado el ideal republicano de Libertad, igualdad, fraternidad, no era sólo un conjunto de palabras hermosas. Para el gran poeta y dramaturgo andaluz esas palabras constituían un sistema de vida, y siempre demostró con absoluta coherencia que creía sinceramente en ellas. Machado, como otros muchos hombres y mujeres de la cultura de la época, pensaba que el republicano era el único sistema político capacitado para  levantar un mundo nuevo que se extendiera por toda España, y que trajera precisamente eso, la libertad para todos, la igualdad entre las gentes y la fraternidad entre las personas y los pueblos de España. Desgraciadamente, el fascismo, ese monstruo de siete cabezas, como lo denominó otro insigne antifascista, Eduardo Haro Tecglen, acabó con todos esos sueños, no solo los de Antonio Machado, sino los de toda una nación que anhelaba un horizonte de esperanza, donde el pan, la cultura y el bienestar no fueran algo exclusivo de los ricos, sino bienes universales.
Los últimos días de Antonio Machado están bien documentados. Se han escrito cientos de artículos y decenas de libros y se han rodado  documentales al respecto. Es bien sabido que uno de los hombres más cultos e importantes que ha dado este país, murió de prestado, pobre, derrotado, a los sesenta y cuatro años de edad, aunque en las fotografías de la época que se conservan, parece un anciano de noventa años. En su éxodo el poeta iba acompañado por su hermano José, por la esposa de éste, Matea, y por su madre, Ana, una anciana octogenaria, que apenas sobrevivió unos días a la muerte de su hijo.
La grandeza de Antonio Machado reside no sólo en su obra, que es genial, como todo el mundo sabe. La auténtica grandeza de este hombre, a mi modo de ver, está en el hecho de que, habiendo podido escapar de España como lo hicieron otras personalidades importantes en aquellos momentos en que ya se veía claramente que la República estaba tocada y hundida, permaneció aquí, fiel a sus ideales, fiel al pueblo español en armas, con una fidelidad a prueba de bombas, nunca mejor dicho, fiel a todo su sistema de valores hasta el último instante, y se fue de la misma manera en que lo hicieron miles de mujeres, de niños y niñas, de ancianos, como su propia madre, y de soldados derrotados con la moral por los suelos. Se fue bajo la lluvia de bombas que les lanzaban los aviones fascistas; se fue bajo el frío devastador y la lluvia sempiterna de un mes de enero asesino; se fue con el corazón devastado por el dolor y por la derrota; se fue en medio de una interminable procesión de espectros, silenciosa y cansada, harapienta y hambrienta y llegó a un país, la República de Francia, que lo recibió, a él y a sus compatriotas, con el más absoluto de los desprecios; un país que no quiso o no supo advertir que a la vuelta de la esquina, la hiena fascista estaba afilando sus colmillos para cebarse con todo el continente europeo como acaba de hacer con la República española.  
Cuenta su hermano José en su libro Últimas soledades del poeta Antonio Machado que el poeta, en sus últimos días de vida, y ya en suelo francés, sólo anhelaba ver el mar y hasta la orilla de la playa se dirigieron los dos hermanos uno días antes de que la muerte lo sorprendiera, un sombrío veintidós de febrero de 1939, en un humilde hotel de una pequeña población del sur de Francia llamada Colliure, donde fue enterrado con los honores que le rindieron los milicianos republicanos. Allí, en Colliure, descansan para siempre los restos del poeta y de su madre, la señora Ana, y hasta allí miles de personas peregrinan cada año para visitar y honrar la tumba de un poeta fundamental, de un hombre esencialmente bueno, de un intelectual imprescindible.   
Me gustaría terminar este breve artículo con unos versos que escribí hace unos años para honrar la memoria del poeta sevillano y que pertenecen a un poema titulado, precisamente, Poetas
 Hay hombres que riegan
la tierra con el sudor de su frente
y son Antonio Machado en Colliure
anotando bajo la nieve 
Estos días azules y este sol de la infancia

martes, 18 de febrero de 2014

Homenaje radiofónico a Germán Coppini en el programa 80 vinilos/h.



Tras la muerte del genial Germán Coppini, acaecida el día 24 de diciembre del pasado 2013,  escribí un artículo al que titulé “25 cosas que todo el mundo debería saber sobre Germán Coppini”, donde glosaba la carrera del músico santanderino a través de 25 hechos destacados de su biografía y que trataba de ser mi particular homenaje a la figura del que fuera cantante de Golpes Bajos.
Pues bien, dicho artículo ha sido adaptado por un locutor de radio gallego al que todos conocen por O Pequeno Monstro,  y que no es otro que el álter ego radiofónico de André C. Pastor, un freelance de la radiodifusión libre, para su programa de radio “80 vinilos por hora” que se emite en Radio FilispiM, radio libre de Ferrol (GZ) y en TTRadio (on line). En realidad son dos programas más o menos de una hora de duración cada uno y los puedes escuchar en los siguientes enlaces:
Desde aquí quiero dar las gracias al amigo André por haberse dado el currazo de adaptar mi texto.

lunes, 17 de febrero de 2014

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais



Para José Icaria, que lo vio antes que yo

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
El replicante Roy Batty, en Blade Runner

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. No eran naves de ataque en llamas más allá de Orión. Ni tampoco Rayos-C que brillaban en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser.
No.
Yo no he visto nada de eso. 
Pero os aseguro que he visto otras cosas que ponen los pelos de punta.

Yo he visto a familias enteras sobreviviendo con la jubilación de 500 euros del abuelo, pasando hambre y frío, mal alimentados y peor vestidos. 
 
Yo he visto a mucha gente, jóvenes y ancianos, recogiendo comida de los contenedores de basura para tener algo que llevarse a la boca ese día, peleándose entre ellos por conseguir lo que estuviese en mejor estado.

Yo he visto a niños y niñas en la escuela sin bocadillos a la hora del recreo porque en sus casas no había dinero para darles de comer y a madres llorando de rabia e impotencia por ese mismo motivo.

Yo he visto a mujeres viviendo siempre con miedo, siendo maltratadas, violadas, asesinadas por los hombres que una vez las amaron.   

Yo he visto a decenas de  inmigrantes muriendo en las costas españolas, tratando de llegar a un país que los desprecia y los explota, o los interna en los Centros de Internamiento para Extranjeros, donde viven hacinados, sin esperanza, encerrados como si fuesen criminales nazis. 

Yo he visto a miles de jóvenes de este país, con licenciaturas y doctorados, largándose al extranjero buscando un empleo que en su tierra se les niega.  

Yo he visto al rey de España matando elefantes en Botsuana.

Yo he visto a las mentes más preclaras de mi generación destruidas por la heroína, mientras los señores del narcotráfico se hacían asquerosamente ricos. 

Yo he visto a los tíos más tontos de mi generación metidos en la política, haciendo de la política su forma de vida, dirigiendo ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas, siendo diputados o senadores, sin saber hacer la o con un canuto, pero con el carnet del partido en el bolsillo. 

Yo he visto a los curas siempre del lado de los ricos, jamás compartiendo la miseria y el dolor de los pobres.   

Yo he visto la voluntad popular pisoteada, una y otra vez, por los poderes económicos, que son los que de verdad gobiernan el mundo. 

Yo he visto a los antidisturbios en las calles de cualquier ciudad, reprimiendo brutalmente a manifestantes, lanzando pelotas de goma, repartiendo hostias a diestro y siniestro, sin que les importara una mierda quién las recibía.  

Yo he visto a mujeres acosadas sexualmente en el curro, amenazadas con el despido si no se dejan sobar las tetas y el culo por unos jefes que el domingo, en la iglesia de su barrio o de su pueblo, comulgarán  mientras piensan en lo bien que se lo pasan con sus empleadas.  

Yo he visto a cientos de trabajadores afectados por un ERE, despedidos tras haber dedicado media vida a la empresa en la que trabajaban,  mientras que los dueños de las empresas se siguen pegando la gran vida.

Yo he visto a los bancos de este país robando a la gente, echándolos de sus casas, engañándolos miserablemente con productos de riesgo y con cláusulas abusivas.
Yo he visto cómo despedían a un colega que trabajaba en unos grandes almacenes por participar en una huelga general. 

Yo he visto a los sucesivos gobiernos de este país cagándose en la democracia, en la Constitución, en las leyes, recortando derechos y libertades, rescatando a los bancos y dejando que las personas se hundan sin remedio.

Yo he visto a los del caso Gurtel, a los del caso Noos, a los del caso Bárcenas, a los del caso ERE, a los del caso CAM, a los del caso Palma Arena, a los del caso Fabra, a los del caso ITV, a los del caso Malaya, a los del caso Palau, a los del caso Banca Catalana, etc., etc.  

Yo he visto a algunos sindicalistas de los dos grandes sindicatos de este país completamente corrompidos, vendiéndose por un caramelo podrido, pactando con los empresarios, traicionando una y otra vez a los trabajadores, e incluso trapicheando con el dinero que la administración destinaba para compensar los despidos.

Yo he visto la Memoria de los hombres y mujeres que fueron asesinados por el fascismo pisoteada, injuriada, insultada por los descendientes de ese mismo fascismo.
Yo he visto a los poetas más laureados de mi generación escribir una poesía tan bonita, tan refinada, tan técnicamente perfecta, en definitiva, tan poética, pero tan carente de compromiso con el ser humano que daban ganas de vomitar. 

Yo he visto como se permitía la destrucción del litoral, la quema indiscriminada de bosques y la contaminación masiva de ríos sin que los políticos de turno hicieran nada por evitarlo.

Yo he visto a miles de españoles dejándose engañar con el cuento de las clases medias, consumiendo sin control, atontados por el pan y el circo, en su versión moderna de fútbol y televisión basura.   

Yo he visto al Gobierno de España cargarse de un plumazo el estado del bienestar, recortando la inversión en sanidad, en educación, en ayuda a la dependencia, en investigación y desarrollo, en cultura.

YO HE VISTO SEIS MILLONES DE PARADOS.

Eso también lo he visto. 

Y mucho me temo que todos esos momentos no se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia, sino que cosas como éstas, seguirán teniendo lugar durante mucho, mucho, mucho tiempo.