martes, 31 de agosto de 2010

Los pies del ángel

Los pies del ángel son pequeños. Su piel, suave, delicada, como de terciopelo. A los ojos de los demás, parecen frágiles. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Me gusta recorrerlos con caricias lentas, ir subiendo por las pantorrillas, detenerme en las rodillas, y después, continuar por la cara interna de los muslos, hasta llegar al pubis. Allí me demoro, sin prisas, el tiempo detenido en instantes eternos. Luego, inicio el camino de vuelta. Bajo, con parsimonia, delicadamente, hasta encontrarme con esos pequeños dedos que parecen tener vida propia, que se mueven como gusanos de seda, perezosos. Yo, los mimo, los arrullo, los beso. Y ellos se dejan querer.

viernes, 27 de agosto de 2010

Actor secundario Gómez


Este hombre a quien aquí veis, no es otro que Tomás Gómez Franco (ya es mala suerte, joder, tener este apellido y militar en el PSOE), el que fuera alcalde socialista de la localidad madrileña de Parla hasta hace cuatro días, y en la actualidad Secretario General del PSM o Partido Socialista de Madrid, que de ambas maneras puede y debe decirse. Este hombre a quien aquí veis ostenta el récord de ser, en las últimas elecciones municipales, el alcalde más votado no sólo de la Comunidad de Madrid sino del resto del Estado.
Cuando Gómez tomó las riendas del PSM, el partido estaba fragmentado en diez mil pedacitos, familias, grupúsculos, etc., etc. Resulta que el hombre, durante los tres años que lleva al frente de los socialistas madrileños, ha aunado (dentro de un orden, of course), todas estas facciones, formando un partido compacto, como no lo había estado desde los tiempos de maricastaña. Imagino que para ello habrá tenido que actuar con brazo de hierro, cogiendo de la oreja al que se porte mal y castigándolo sin recreo o sin postre, eso sí, apoyado siempre por el aparato (curioso término para denominar a los que parten el bacalao) del PSOE. Y ahora viene lo bueno. Al hombre, que lleva desde 2007 currándoselo para ser el candidato de su partido a las elecciones para la Comunidad de Madrid del próximo mes de mayo, no lo dejan que sea el candidato. Bueno, no es exactamente que no lo dejen, que el PSOE es un partido muy democrático y en él cualquiera puede aspirar a todo. La cruda realidad es que los mandamases del socialismo hispano prefieren que sea otra persona la candidata, en este caso una chica rubia y simpática, dicharachera y elegante, que ejerce de Ministra de Sanidad en el Consejo de Ministros que preside el amiguito de los banqueros, y que responde al nombre de Trinidad Jiménez. Según el aparato, Gómez no tiene glamour, y Trinidad otra cosa no tendrá, pero el glamour le chorrea por las orejas. Así que ya tenemos la polémica servida. Gómez dice que el candidato será él y el aparato (simbolizado ahora por Leire, ya sabéis, la chica de los veinte mil euros al mes), dice que nones, que la candidata es la Trini. Y como los dos no pueden ser candidatos (aunque para vencer a Esperanza Aguirre, a lo mejor el PSM necesita dos candidatos, uno que ataque por la izquierda y otro por la derecha), todo se solventará en una Primarias.
Sinceramente yo creo que Gómez no tiene nada que hacer. Y no porque el tío no valga, que no lo sé. Pero en la historia de la política, poca gente ha hecho carrera peleando contra los aparatos de sus propios partidos. Sin ir más lejos, ahí tenemos el caso de Borrell versus Almunia. El aparato del partido apoyó a Almunia y las bases a Borrell, que a la postre fue el vencedor de las Primarias, pero no el candidato en las elecciones. Desde el propio PSOE llevaron a cabo un boicot contra el político catalán, que acabó tirando la toalla. Mucho me temo que a Gómez le va a ocurrir más o menos lo mismo. Está claro que Gómez es el actor secundario, un tipo que se desenvuelve bien entre bambalinas, con poco papel, pero que no puede aspirar a protagonizar una peli completita, mientras que Trinidad ha nacido para ser una rutilante estrella de la política nacional.

lunes, 23 de agosto de 2010

No tengo...

No tengo ambiciones personales, salvo negociar siempre a mi favor y correrme una vez al día.

Al Swearengen

sábado, 21 de agosto de 2010

jueves, 19 de agosto de 2010

La magnitud de la tragedia

El pasado lunes 16 de agosto, Aguilar de la Frontera sufrió la que, probablemente, ha sido la peor catástrofe natural de toda su historia. Al menos, si hemos de hacer caso a los más viejos del lugar, nadie, nunca, vio caer agua sobre Aguilar con la fuerza y la capacidad destructiva con la que cayó el lunes. El resultado ya lo conocemos todos: dos personas han perdido la vida. A esta tragedia inconmensurable hay que sumar los daños materiales en viviendas, en cocheras, en las infraestructuras públicas, en las cosechas, caminos, etc. El barro lo ha anegado todo y por lo que he podido ver en diferentes medios de comunicación (yo no vivo ya en Aguilar, pero puedo asegurar que llevo desde el lunes controlando las noticias en la televisión, en internet, en la prensa escrita, en la radio, hablando con diferentes familiares, etc.) el paisaje es cuasi apocalíptico, con todos esos coches destrozados, las casas embarradas, los enseres domésticos destruidos, etc., etc.
Supongo que todos los aguilarenses que estamos diseminados por los cuatro puntos cardinales hemos experimentado estos días el mismo tipo de sensaciones al ver las terribles imágenes de la catástrofe y al conocer la muerte de estas dos personas. Mi estado de ánimo estos días es una extraña mezcla de tristeza, apatía, rabia, y mil cosas más. Pero en fin, creo que ahora es el momento de mirar hacia adelante. Y aunque poco puede hacer el ser humano frente a la fuerza descomunal de la naturaleza (aunque seamos tan necios que pensemos lo contrario), tiempo habrá para pedir cuentas a los responsables políticos y preguntarles, por ejemplo, porque consideraron que era una prioridad “arreglar” el Llano, mientras que las alcantarillas de la Calle San Cristóbal, simplemente, no existen desde hace años y años. El martes por la tarde, el Presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, visitó Aguilar y se comprometió a ayudar a todos aquellos que lo necesiten. Esperemos que sea así, y que la ayuda no se pierda por los caminos inexpugnables de la burocracia. El problema hay que solucionarlo con rapidez y eficacia. Eso es lo único que se les debe pedir a los gobernantes.
En mi propia familia la lluvia ha golpeado con saña. Mis padres, mayores y enfermos, han tenido que abandonar su casa porque el patio se ha hundido. Como se suele decir, lo único que no tiene arreglo es la muerte. Todo lo demás, todo lo material, en este caso, los coches, las casas, los electrodomésticos, los muebles se podrán reemplazar. Las dos personas que han muerto jamás podrán ser reemplazadas en los corazones de sus seres queridos.
Las mujeres y los hombres de Aguilar son, somos, gente curtida, laboriosos, con capacidad para sobreponernos a las desgracias y, como ha quedado demostrado en estas trágicas jornadas, valientes y solidarios. Un pueblo con esas características, tiene, por fuerza, que superar este mal trago. Tiempo al tiempo.

lunes, 16 de agosto de 2010

Alicia

Alicia ya no podía esquivar más golpes. Había llegado al límite de su aguante. Durante demasiado tiempo había evitado cada uno de los envites, cada uno de los derechazos, cada uno de los golpes bajos que la vida le había dado, pero su capacidad de resistencia había saltado por los aires como un coche bomba en un mercado de la ciudad de Bagdad. Había llegado la hora de tirar la toalla, de tumbarse sobre la lona y dejar que una voz anónima iniciara la tenebrosa cuenta atrás: diez, nueve, ocho... Hasta que el sonido metálico de la campana marcara el final del combate. Aunque eso supusiese la derrota definitiva.

sábado, 14 de agosto de 2010

La vida...




La vida, desde el nacimiento hasta la muerte, es una larga destrucción.

Francis Bacon

jueves, 12 de agosto de 2010

miércoles, 11 de agosto de 2010

martes, 10 de agosto de 2010

El extraño sueño de Dulce Nombre de María (2ª parte)

Entonces Dulce Nombre de María se lo contó todo al sacerdote con pelos y señales, tal y como lo había experimentado en sus terribles sueños. Le habló del aparato endiablado que en un futuro, aún lejano, dominaría a los seres humanos en cuerpo y alma. Según contó el sacerdote más tarde, ella le dijo que era una caja de color oscuro y, dentro de un cristal, se proyectaban imágenes. Sin ninguna duda, eran seres humanos, pero iban extrañamente vestidos, y sus rostros parecían como si hubiesen sufrido una terrible transformación, pues parecían más imbéciles que las personas que ella estaba acostumbrada a ver. Además, a veces se oían risas extrañas provenientes de ningún sitio, y la gente se gritaba una a otra, sin mostrarse la más mínima consideración.
No obstante, lo peor estaba por llegar.
Según dejó escrito el padre Eusebio en sus memorias, algunos años después, Dulce Nombre de María sufrió un desvanecimiento súbito al pronunciar estas palabras.
–Programas del corazón.
–¿A qué te refieres?, –preguntó el cura contagiado del malestar de la joven.
–Así los llaman. Consisten en perseguir a unas personas que no trabajan, ni estudian, ni dedican su tiempo a Cristo Redentor, para que todos vean lo inútiles que resultan sus vidas. Pero lo peor del caso es que la plaga se extiende como una gran mancha de aceite, y todos los que lo ven quieren ser como ellos. Además, Padre, –añadió Dulce Nombre de María reuniendo todas sus fuerzas– allí salen hombres y mujeres cantando horribles canciones envueltas en melodías perjudiciales para los oídos.
Al oír esto, el cura, que había permanecido al acecho durante toda la confesión, estalló con un grito iracundo, que obligó a todos los que estaban orando en el sagrado templo a volver su vista hacia el confesionario, pues cualquier granadino de bien sabía que lo que más molestaba al padre Eusebio, era el mal gusto artístico.
–Hija mía, ya sabes lo que siento por ti y por toda tu familia, cómo estimo a tu honrado padre y cómo disfruto de la compañía de tu piadosa madre. Y también sabes que, por nada del mundo, me gustaría verlos sufrir. Pero no veo otra solución que denunciar tu caso ante el Tribunal de la Santa Inquisición.
La chiquilla, pues a pesar de su belleza y delicadeza de formas, en ese momento sólo era una niña asustada y temblorosa, se echó a llorar, pues no ignoraba lo que eso significaba para ella y para sus queridísimos padres.
–Padre, si usted piensa que esa es la voluntad de Cristo Nuestro Señor y de su Madre, la Virgen Santísima, estoy dispuesta a cualquier cosa por conseguir la salvación eterna de mi alma, –dijo Dulce Nombre de María conteniendo a duras penas las lágrimas.
Dos semanas más tarde, el domingo 3 de marzo de 1775 para ser más exactos, una mañana que presagiaba la belleza y frescura de la primavera andaluza, la bella niña era conducida a la hoguera, pues según dictaminó el Santo Tribunal de la Inquisición de la muy noble ciudad de Granada, no cabía ninguna duda de que Dulce Nombre de María de la Santísima Trinidad Díaz-Rodríguez de Bobadilla y Benavides estaba poseída por las fuerzas del Mal, pues una visión tan horrible como la que ella había descrito, aun tratándose de un sueño, sólo podía ser obra de Satán.

sábado, 7 de agosto de 2010

El extraño sueño de Dulce Nombre de María (1ª parte)

La mañana del día 7 de enero de 1775 amaneció nevando en la ciudad de Granada. Esa mañana, Dulce Nombre de María de la Santísima Trinidad Díaz-Rodríguez de Bobadilla y Benavides, una hermosa joven de quince años, hija y nieta de una aristocrática familia formada exclusivamente por cristianos viejos, se despertó asustada, sudando, a pesar de las bajas temperaturas, pues no tenía por costumbre recordar los sueños nocturnos:
–Yo no sueño–, solía decir de manera tajante, si alguien le preguntaba qué había soñado tal o cual noche.
Y aquella mañana, en contra de lo que era su costumbre, Dulce Nombre de María recordaba todo lo que había soñado: podía ver cada imagen con una precisión tal que se asustaba; podía oír cada palabra, cada nota musical, cada sonido, por extraño que éste fuese, como si aún estuviese dormida; era capaz de repetir de memoria cada uno de los nombres de los desconocidos que anduvieron por su sueño.
Para ella todo esto resultaba difícil de digerir. Tanto que decidió no contárselo a nadie, ni a su madre, ni a su criada, ni por supuesto, a ninguna de sus amigas. Pensó que lo mejor era tratar de olvidarlo, pues estaba segura de que todo se debía a la opípara cena de Reyes a la que había asistido, junto con sus padres, en casa de un rico comerciante granadino.
A la mañana siguiente, todo volvió a ser como siempre: Dulce Nombre de María despertó sin recordar nada de lo que había soñado. Lo mismo ocurrió al otro día. Y al otro, y así sucesivamente.
Cuando ya había transcurrido más de un mes –treinta y ocho días para ser exactos– desde aquella terrible mañana de enero y la hermosa joven pensaba, confiada, que ya no se repetiría, Dulce Nombre de María se volvió a despertar aterrorizada. La criada que la ayudó aquella mañana con el aseo personal y con la ropa, y le sirvió el desayuno, aunque ella ni siquiera hizo ademán de probarlo, declaró más tarde:
–Parecía como si ella hubiese visto al Maligno entre las sábanas de su cama.
Aquel día transcurrió lentamente, como si cada segundo se multiplicara por diez. Al llegar la noche, trató de retrasar la hora de irse a dormir. Cuando ya no tuvo más remedio que acostarse, intentó por todos los medios no sucumbir al sueño. Peleó con todas sus fuerzas por no caer rendida, por no cerrar sus brillantes ojos oscuros, pero al final lo inevitable tuvo que pasar y Dulce Nombre de María cayó irremisiblemente dormida en un sueño profundo.
Muy temprano, cuando apenas los primeros rayos del sol empezaban a romper la noche oscura, despertó. Y supo con total claridad que otra vez había vuelto a ocurrir. Entonces pensó que ya no había remedio y decidió que lo mejor sería ir hasta la catedral y contárselo todo en sagrada confesión al padre Eusebio, el mismo sacerdote que la había bautizado quince años atrás, el mismo que le había dado a comer el Cuerpo de Cristo en su Primera Comunión, y el mismo que, si era la voluntad de Dios Todopoderoso, oficiaría la Santa Misa el día que ella contrajera matrimonio.
Así pues, muy de mañana, y acompañada de su criada, encaminó sus pasos hacia la Plaza de las Pasiegas. Escuchó misa en silencio y, cuando le llegó su turno, se dirigió hasta el confesionario, y allí, arrodillada ante Dios y su representante, y de la manera más humilde que encontró, dijo:
–Padre, algo muy grave me está ocurriendo.
El sacerdote, que no tenía por costumbre escuchar pecados mortales provenientes de labios tan hermosos, sintió una leve punzada, como si un pájaro ligero se hubiese posado en su alma.
–¿De qué se trata? –quiso saber sin dilación.
–Un sueño.
–¿Un sueño? Explícate mejor, hija mía.
Dulce Nombre de María sintió que el rubor se apoderaba completamente de ella. Un ligero mareo la aturdió por un instante y si no llega a ser porque ya estaba de rodillas, hubiese caído al suelo. Y sacando fuerzas de donde no las había, continuó:
–Padre, he soñado con la televisión.
El sacerdote, más por ignorancia que por mala intención, dudó un instante.
–Hija mía, en estos momentos no sé a qué te refieres. ¿Cómo has dicho que se llama lo que has visto en tu sueño?
–Televisión, –dijo ella con las manos y la cara empapadas en sudor, y al borde de las lágrimas.
–Hija mía, si no te tranquilizas y te explicas un poco mejor, no podré ayudarte, –sentenció el padre Eusebio.

jueves, 5 de agosto de 2010

Distorsión

No conozco esta ciudad cuando llueve.
Todo es distinto. La lluvia penetra en cada célula
de mi cuerpo, se pasea por mis venas,
llega hasta las uñas de los dedos de mis pies.
Una paloma mensajera bebe en un charco
y deja olvidado en él una parte de su corazón.
Yo la miro a través del cristal sucio de mi dormitorio,
mientras pienso por qué Gil de Biedma no escribió
una sextina sobre las putas del Barrio Chino.
La muerte no es el principio,
no obstante, tampoco es el final.
Y el suicidio es puntos suspensivos.
Cuando era niño mi hermana solía decir
las gotas de lluvia son lágrimas de Dios.
El agua corre calle abajo. Viene un barco
de papel navegando en la misma dirección,
pero naufraga estrepitosamente
en un arco iris de sangre.
Esta ciudad es como las demás,
pero distinta a todas las otras.
Esta ciudad contiene en su interior cientos de ciudades.
Un perro con tres patas se ladra a sí mismo
con desgana. Quizás haya descubierto
el significado de la palabra espejismo.

(De Los poemas del frío, Ediciones Osuna, 200)

miércoles, 4 de agosto de 2010

Las vueltas que da la vida

Es curioso ver las vueltas que da la vida. Si alguien le hubiese dicho a Jane, la primera vez que lo vio, que aquel español de mirada furtiva y ademanes turbios, le daría los besos más dulces de su vida, le regalaría las caricias más sensuales, le proporcionaría los orgasmos más brutales, la guiaría por caminos inimaginables para ella, en definitiva, si alguien le hubiese dicho, aquel primer día, que ella, algunos meses después, caería totalmente rendida a los pies de aquel hombre, a Jane no le hubiese quedado más remedio que pensar que ese alguien estaba loco de remate. Y sin embargo, eso es exactamente lo que ocurrió.

lunes, 2 de agosto de 2010

Cecilia, un millón de sueños rotos en la carretera

En la madrugada del día dos de agosto de 1976, la cantante Cecilia viajaba desde la ciudad gallega de Vigo, donde había estado cantando en la Sala Nova Olympia, de regreso a Madrid. En el pequeño pueblo de Colinas de Trasmonte, en la provincia de Zamora, un carro de bueyes (en aquellos tiempos era bastante común ese tipo de estampa) apareció como un fantasma ante el coche de la cantautora, sin que el conductor del vehículo pudiera hacer nada por esquivarlo. Sobre el asfalto caliente quedaban esparcidos un millón de sueños que jamás se cumplirían. Junto a ella fallecía el batería Carlos de la Iglesia. En aquel momento, la autora de "Un ramito de violetas" se encontraba en el momento más dulce de su breve carrera musical. Tenía 27 años.
Cecilia, cuyo verdadero nombre era Evangelina Sobredo, había nacido un once de octubre de 1948, en la capital de España. Fue hija de un diplomático español. Por esta razón, gran parte de su vida transcurrió en el extranjero. Su formación cultural, cosmopolita y abierta, le permitió, desde muy niña, no sólo aprender a tocar la guitarra sino también desarrollar un gusto por la música que, con toda seguridad, no hubiese sido el mismo de haber crecido en la España retrógrada y oscurantista de la época.
Su primer intento musical serio lo llevó a cabo con el grupo Expresión, donde también estaba el gran Nacho Sáez de Tejada. En 1970, Expresión grabó un single con dos temas, titulados "Try catch the sun" y "Have you ever had a blue day", en los que las influencias del folk americano de la época, son más que evidentes. Entre esas influencias figuraban en lo más alto del podio el dúo Simon y Garfunkel, de cuyo tema "Cecilia", la cantante toma su nombre artístico.
En 1971, ya bajo el seudónimo de Cecilia, inicia una exitosa carrera en solitario, que la llevó a publicar tres magníficos discos en vida y uno de manera póstuma: Cecilia (1972), Cecilia 2 (1973), Un ramito de violetas (1975) y Canciones inéditas (1983).
Cecilia escribió algunas de las canciones más hermosas de aquellos años. La marca de la casa eran unos arreglos preciosistas, rebosantes de detalles, y una atmósferas íntimas, cuasi existencialistas. Brillan con luz propia la poéticas letras de la cantante, de un nivel poco inusual para lo que era habitual en aquellos años. Cecilia formó parte de lo que después se ha llamado la "tercera vía" del pop español, junto con otros artistas como Mari Trini, Solera, Picnic, Patxi Andión, etc.
Sus cuatro discos están plagados de excelentes canciones. Si aún no la conoces, no sabes lo que te pierdes. Canciones como "Un ramito de violetas", "Nada de nada", "Me iré de aquí", "Me quedaré soltera", "Fui", "Doña Estefaldina" (con letra de Ramón María del Valle Inclán), "Andar", "Don Roque", "Soldadito de plomo", "Lluvia" y muchas más están entre las mejores composiciones de la época y muchas de ellas han superado con nota la barrera implacable del tiempo. Cecilia, totalmente recomendable.