viernes, 30 de marzo de 2012

Este amor

"este amor NO es como los demás,

es ditinto, porque es el nuestro".

Morrisey

(del tema de The Smiths, Hand in glove)

miércoles, 28 de marzo de 2012

Huelga general



Otro mundo es posible, pero depende de nuestra lucha. Mañana no curres, ni consumas. No lleves a tus hijos al cole. No entres en el supermercado ni eches gasolina. No gastes dinero, porque al fin y al cabo, el sistema capitalista se sustenta con nuestro dinero y con nuestro esfuerzo. Cualquier gesto, por pequeño que sea, contribuye al éxito de la huelga y de la lucha obrera. Esto no ha hecho más que empezar y aún estamos a tiempo de pararlo. Si esta batalla se pierde, las cosas se van a poner, muy, pero que muy feas (sí, mucho peor de lo que están, porque todo es susceptible de empeorar, y aún hay margen para que todo empeore). Ten amplitud de miras. Piensa en la gente que te rodea: en tus hijos, en tus hermanos y hermanas, en tus colegas. A lo mejor tú tienes un trabajo de puta madre, pero seguro que a tu alrededor hay decenas de ejemplos de personas que lo están pasando muy mal, bien porque no tienen trabajo bien porque tienen un empleo de mierda. Estos son tiempos muy duros y requieren de la solidaridad y la lucha colectiva. Mañana no seas un esquirol. Ten dignidad. Mañana, huelga general.

jueves, 22 de marzo de 2012

Punto final

A veces
(muchas veces, en realidad)
me dan ganas de mandar el mundo
a tomar por culo.

A veces
(muchas veces, en realidad)
soportar a la gente, a mí mismo,
es un auténtico acto de fe.

A veces
(muchas veces, en realidad)
sólo me apetece hundirme en el vacío,
diluirme en la nada más absoluta.

A veces
(muchas veces, en realidad)
la vida se hace jirones
entre las manos.

A veces
(muchas veces, en realidad)
lo único que de verdad me pide el cuerpo
es escribir el punto final.

martes, 20 de marzo de 2012

Políticos: un relato surrealista

A menudo sueños con políticos. Están en campaña electoral. Van por pueblos y ciudades, saludando a la gente. Reparten abrazos a discreción. Sonríen como hienas. Critican en el adversario lo que en ellos son grandes cualidades. Hacen promesas que saben a ciencia cierta que jamás cumplirán. Toman en sus brazos a los niños pequeños y los besan intentando demostrar a la audiencia cuán buenas personas son, rebosantes de los más puros sentimientos. Hablan y hablan sin parar. Y mienten. Constantemente. Cuanto más hablan, más mienten. Hablan de crear puestos de trabajo, de defender el sistema público de pensiones, la escuela pública, la sanidad pública, la cultura. Todo mentira. Una gran mentira. En realidad todo eso se la trae floja. Al final acabarán haciendo todo lo contrario de lo que habían prometido.
También visitan fábricas sin parar: de pan, de coches, de muebles, de ladrillos. Da igual. Lo importante es visitar una fábrica. Para muchos de ellos, esas serán las únicas fábricas que van a pisar en sus putas vidas. Otras veces van a los mercados y allí reparten besos, saludos y propaganda electoral. Papeles que nadie va a leer y que cuestan una pasta gansa. Otras veces los veo hablando en mítines. Palabras huecas, vacías, con las que echan la culpa de todo a los demás: al gobierno anterior o al gobierno que llegará, o al copón bendito. Eso es lo de menos. Cualquier cosa con tal de no admitir sus errores, sus fracasos, sus incompetencias, sus miserias.
A menudo sueño con políticos. Terribles pesadillas. Vienen hacia mí con sus trajes de diseño y sus rostros artificiales a pedirme que los vote, porque si les doy mi voto, si deposito en ellos mi confianza (esta es una frase que se repite una y otra vez en mi sueño), mi vida será mucho mejor de lo que haya imaginado jamás. Se acercan a mí con sus eslóganes artificales, frases hechas que no sgnifican una mierda, y que ha inventado algún cerebrito en un despacho equipado con las más modernas tecnologías. Evidentemente se trata de algún espabilado que no tiene ningún contacto real con la calle, con los problemas de la gente o con el sufrimiento cotidiano de los que tienen que salir a diario a buscarse la vida. No obstante, a ellos, a los políticos, todo esto les da igual. Ellos seguirán acercándose a mí con la intención de embaucarme como si fuera subnormal.
Lo malo de todo esto es que cuando despierto, los políticos siguen allí, sonriendo, pidiendo mi voto, prometiendo y mintiendo. Y no hay forma de escapar de ellos.

domingo, 18 de marzo de 2012

Harry Bosch, Samuel Barber y Frank Morgan

Si te gusta la novela negra seguro que el nombre de Michael Connelly no te resulta ajeno. Y es que Connelly es, hoy por hoy, uno de los más importantes autores de novela negra del mundo. Y el personaje que creó a principios de los años noventa (su primera aparición fue en la novela El eco negro, publicada en 1992), el detective Harry Bosch, es uno de los más destacados personajes de la novela policiaca de la narrativa negra contemporánea. Entre las muchas peculiaridades que tiene el detective de Los Ángeles, por ejemplo, su rarísimo nombre (se llama Hieronymus en honor al pintor holandés del siglo XV, El Bosco) está su gran afición al jazz y sobre todo al saxofón. Y es que Harry Bosch es un apasionado de este instrumento. En las novelas de Connelly, las referencias musicales son abundantísimas: desde Dylan a Springteen, pasando por Tom Waits, Guns and Roses, The Doors, Eric Clapton, Frank Sinatra, Jimi Hendrix, Ravel, Rolling Stones y un larguísimo etcétera. Y es que la música juega un papel muy importante en las novelas de este autor americano.
Pero la música que realmente apasiona a Harry Bosch es el jazz y más concretamente los saxofonistas. Así, a lo largo de las diecisiete novelas protagonizadas por el detective más famoso y testarudo del Departamento de Homicidios de la Policía de Los Ángeles, van pasando diferentes saxofonistas por las páginas de los libros. En ellas encontramos a los mejores saxofonistas de la historia del jazz: John Coltrane, Art Pepper, Bill Evans, Charlie Parker, etc.
Estos días me acabo de leer una de sus primeras novelas, El vuelo del ángel. En esta obra las referencias musicales son escasas. En realidad sólo aparecen dos en toda la novela. La primera es el famosísimo “Adagio para cuerdas” de Samuel Barber, probablemente la obra más importante y popular del compositor estadounidense, que fue compuesta en 1938.
La otra referencia musical es al saxofonista (no podía ser de otra manera) Frank Morgan. Morgan es un caso rarísimo dentro del universo musical del jazz. Nacido en 1933, inició una tempranísima carrera como saxofonista, después de sucumbir al influjo del gran Charlie Parker y el Bebop, grabando un disco en 1955. A los diecisiete años se enganchó al caballo y esta afición lo llevó a diferentes cárceles del país y a mantener la peligrosa y cara adicción durante mucho tiempo. Así que durante tres décadas estuvo fuera de los circuitos comerciales del jazz. A mediados de la década de los ochenta se le presentó la oportunidad de volver a grabar y esta vez no la desaprovechó. Hasta el año de su muerte, acaecida en 2007, Frank Morgan grabó 17 álbumes. Aquí dejo esta maravillosa "Listen to the Dawn" para que disfrutes de la calidad de este magnífico saxofonista y de la belleza qeu sale de su saxo. Y si tienes ocasión de leer cualquier novela de Connelly, no la desaproveches.

viernes, 16 de marzo de 2012

Caducado

He reparado

en mi fecha

de caducidad

y he caido

en la cuenta

de que hace

varias semanas

que caduqué.

jueves, 15 de marzo de 2012

Llagas

Al ponerse por la mañana frente al espejo, descubrió que había una misteriosa llaga en el lado bueno de su corazón.

martes, 13 de marzo de 2012

Robo y huida

Primero

me engatusó

con sus artimañas

Después,

cuando comía

de su mano,

me robó

el corazón.

Por último,

huyó muy lejos,

a un lugar

donde resultase

imposible

seguir

su rastro.

sábado, 10 de marzo de 2012

Zambullirse...

Zambullirse en el poema.

La respiración contenida.

La piel mojada. Los ojos rojos.

El dulce mareo de haber llegado

hasta lo más profundo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Matilde Landa, una flor en la desolación

De todas las historias de la Guerra Civil y de la interminable posguerra, la de Matilde Landa es una de las más impresionantes y desgarradoras. Y es que esta mujer, a la que el poeta Miguel Hernández dedicó un emocionante poema y más recientemente el grupo de rock Barricada ha dedicado una canción en su disco La tierra está sorda, vivió su militancia política con una coherencia y una dignidad que, aún hoy, cuando ya han transcurrido siete décadas desde aquellos trágicos acontecimientos, nos estremece hasta la médula.
Matilde Landa Vaz había nacido en Badajoz el 24 de junio de 1904, en el seno de una familia pudiente, republicana, laica, librepensadora, en la que se potenciaba la educación y la cultura por encima de cualquier otro aspecto. Su padre, Rubén Landa Coronado, un importante abogado extremeño republicano, y su madre, Jacinta Vaz Toscano, contrajeron matrimonio por lo civil, algo insólito para la época. La pequeña Matilde creció felizmente rodeada de sus tres hermanos, Aída, Rubén y Jacinta, y dedicando la mayor parte de su tiempo a estudiar, a leer y a observar la naturaleza. En este ambiente familiar culto y librepensador empieza a tener contacto con las ideas izquierdistas que más tarde desarrollaría plenamente. En 1923, la joven Matilde se traslada a Madrid para iniciar sus estudios de Ciencias Naturales en la universidad, algo poco común entre las jóvenes de la época, que básicamente se preparaban para casarse y ser amas de casa.
Con la llegada del régimen republicano, Matilde toma plena conciencia de las injusticias sociales, sobre todo las que tienen que ver con las mujeres, y decide trabajar de manera activa para aportar su granito de arena en la construcción de un mundo más justo, más solidario, en el que las desigualdades de clase y de género queden sepultadas para siempre en el olvido. En los primeros meses de 1936, Madrid es una ciudad sumida totalmente en un clima prebélico. En este contexto histórico, Matilde se afilia al PCE, que poco a poco, va ganando simpatizantes, sobre todo muchas mujeres que se sienten atraídas por la fuerza y el magnetismo de una oradora extraordinaria, Dolores Ibárruri, Pasionaria.
Cuando estalla la guerra, Matilde se pone al servicio de su partido y de la República. Durante los tres años que dura el conflicto trabaja como enfermera y como oradora para el Ministerio de Propaganda, recorriendo la España republicana, arengando a los combatientes, dando conferencias para tratar de infundir ánimo en la defenestrada moral de la retaguardia, prestando su ayuda allá donde sea necesaria.
En los meses que siguen al final de la guerra, la ciudad es un hervidero de detenciones, de torturas y de fusilamientos al amanecer. Matilde es detenida el día 4 de abril de 1939 y en días sucesivos es sometida a diferentes interrogatorios, con las consiguientes torturas. El día 26 de septiembre, Matilde es trasladada a la Cárcel de Mujeres de Ventas. Para esta época, Matilde ya es una mujer casada y madre de una hija, Carmen. Pero esto no impide que sea condenada a pena de muerte, castigo que, finalmente, será conmutado por el de 30 años de prisión, algo que no ocurría casi nunca. Y será en el penal de Ventas donde se empiece a fraguar la leyenda de esta mujer. Organiza, junto con otras presas, la “oficina de penadas”, un comité de ayuda a presas condenadas a la pena máxima que, en medio de tanta desolación y dolor, trata de ofrecer una pizca de solidaridad y fraternidad entre las presas republicanas. Pronto se convierte en un pilar fundamental en el que se sustentan las demás mujeres. Las autoridades de la prisión se dan cuenta de la gran influencia que Matilde ejerce entre sus compañeras de prisión y deciden trasladarla a otra cárcel. De esta manera, en 1940, ingresa en la prisión de mujeres de Palma de Mallorca, un penal masificado, donde el hambre, el miedo, las enfermedades de todo tipo y los piojos hacen estragos. Pero nada de esto arredra a Matilde, la única presa en toda la prisión con estudios universitarios, que sigue ayudando como puede a sus compañeras. Desde la cárcel, siempre que tiene ocasión, escribe a su pequeña Carmen, que ha conseguido salir de España y vive junto con sus tíos en México. En una de estas cartas, le pide a la pequeña niña que no se olvide nunca de los niños que han tenido menos suerte que ella. En otra, le dice que en la situación en la que se encuentra, lo que más echa de menos es el campo y poder escuchar música de Beethoven.
La prisión de Palma estaba regentada con mano de hierro por las Hermanas de la Santa Cruz, quienes intentaban por todos los medios que las presas que no habían sido bautizadas se convirtieran al catolicismo. Muy pronto Matilde, que desde pequeña había vivido en un ambiente familiar laico, se convirtió en el principal objetivo de las monjas, siendo sometida a una gran presión, pues si lograban que ella abrazara la fe católica, conseguirían una gran victoria propagandística. Las monjas lo intentaron de todas las maneras posibles, mediante castigos y usando la persuasión, pero nada consiguió doblegar la extraordinaria fuerza interior de Matilde. El bautizo estaba previsto para el día 26 de septiembre de 1942, justo cuando se cumplía el tercer aniversario de su entrada en prisión y a él asistirían el obispo de Palma y el gobernador civil. No obstante, un rato antes de que tuviera lugar semejante atropello, Matilde decidió poner fin a su vida lanzándose al vacío desde una galería de la prisión. Su agonía duró casi una hora, tiempo suficiente para que se le administrara el sacramento del bautismo in artículo mortis. Tras su muerte, en su celda se hallaron algunos libros de poemas, entre ellos uno de Santa Teresa de Jesús.

domingo, 4 de marzo de 2012

Cecilia, inedita y en directo

A todos los que nos gusta Cecilia estamos de enhorabuena. El sello Rama Lama, que dirige José Ramón Pardo, acaba de sacar un doble álbum —en cd y en vinilo—, con un montón de material inédito de la cantautora madrileña. Se titula Cecilia inédita en concierto, y es exactamente eso: tomas en directo de muchas de sus canciones que son publicadas ahora por primera vez. Yo he comprado la versión en vinilo y os puedo asegurar que es estupenda. Confieso que tenía mis dudas sobre el material que podría encontrarme entre los surcos de estos dos álbumes. Pero como digo, es una auténtica maravilla. Llevo varios días a vueltas con el disco y no me canso de escucharlo. Según las notas interiores de Jesús Caramés, responsable de la mejor página web dedicada a la autora de “Un ramito de violetas”, estas canciones estaban durmiendo el sueño de los justos, perdidas en cintas que la familia de Eva tenía guardadas en un trastero. Benditos trasteros y benditas cintas.
Se abre el disco con dos estupendas versiones: del “We shall overcome” del cantautor americano Pete Seeger (al que Springsteen dedicó un disco y una gira enterita) y del “Bridge over troubled water” de sus admirados Simon and Garfunkel, de quien tomó su nombre artístico, Cecilia. Además de estas dos versiones, el disco contiene otras dos: “The boxer”, también del dúo americano, y el archifamoso “Blowing in the wind”, de papá Bob.
No obstante, estas versiones de temas americanos son un pequeño aperitivo. Lo que realmente engrandece a este disco, lo que de verdad vale la pena, lo que convierte estas canciones en un puñado de temas fuera de lo común, es la interpretación en directo de sus propios temas. Cómo suenan de bien canciones como “Dama, dama”, “Doña Estefaldina”, “Mi ciudad”, “Me quedaré soltera”, “Canción de amor”, “Nada de nada”, “Un ramito de violetas” y así hasta completar las 24 canciones en directo, más el middley de seis minutos de “Mi querida España / Fui / Dama, dama”. Y es que las versiones en directo no están tan adornadas como las versiones originales. Se trata de unas versiones arregladas de manera más sencilla, casi desnudas, arropadas tan solo por la guitarra de Francisco Cervera, el bajo de Carlos Viciello, la batería de José Ramón Company, el saxo y el clarinete de Antonio Martí y el piano de Alejandro Monroy, que demás es el responsable de la dirección musical. Esta sencillez instrumental le proporciona a las canciones de Cecilia un toque íntimo que pone la piel de gallina. Se completa el disco con dos tomas en estudio: “Broadway show” (inédita hasta la fecha), una preciosa canción a ritmo de music-hall y “Sevilla”, una versión, en mi opinión, mucho más bonita que la que apareció en el álbum que la cantautora publicó en 1975: Un ramito de violetas. En el disco también podemos encontrar una versión en inglés de “Un millón de sueños”, titulada “A million dreams”, y una versión en directo, apenas un bosquejo, de la primera canción que Cecilia compuso: “Daddy, don´t close the light”, una canción que la compañía de discos se negó a que fuese publicada en su día porque estaba cantada en inglés. Hay que destacar las introducciones que la cantante hace antes de casi cada tema. Son breves comentarios, que sirven para contextualizar cada una de las canciones. En total, 91 minutos y 36 segundos que superan con creces las grabaciones en estudio que ya conocíamos de estos mismos temas.
Parece mentira que algo tan etéreo como unas canciones que fueron compuestas e interpretadas hace cuatro décadas pueda proporcionar tanta felicidad. Pero es que todo lo que tiene que ver con esta artista está revestido de algo que se parece mucho a la magia. Presiento que este disco va a sonar en mi tocadiscos hasta la saciedad.

sábado, 3 de marzo de 2012

México

—Entonces, ve a dormir un poco —dijo Willie aliviado—. Mañana estaremos en México y tal vez el mundo nos parecerá diferente a los dos.

William Riley Burnett