viernes, 27 de abril de 2012

Autobiografía (XXIV)


Dentro de mí

una inmensa extensión
de tierra baldía

kilómetros
y kilómetros
de tierra baldía

sin principio ni final.

miércoles, 25 de abril de 2012

Lejos de ti


Estos días de congoja,
de vacío grande por dentro,
de zozobra oscura y descarnada,
de desasosiego errante
y temblor, apenas, perceptible.

Estos días de miedo y apatía.

Estos días lejos de ti.

lunes, 23 de abril de 2012

Un libro de poemas de Jorge Riechmann


Camino por Granada
con una peligrosísima arma
de destrucción masiva
oculta en una bolsa de papel
de una famosa cadena
de tiendas de ropa:

un libro de poemas de Jorge Riechmann.

Voy andando por la sucia acera
como el que no quiere la cosa
ni muy rápido ni muy lento
sin llamar la atención
intentando pasar desapercibido
entre la multitud postmoderna y consumista
que abarrota las calles céntricas de la ciudad
tratando de parecer un tío normal
uno de tantos, postmoderno y consumista,
que ha malgastado la tarde
en una famosa tienda de ropa
comprándose una camisa o unos pantalones.

Pero no, no lo soy, soy un tío
(aquí no sé qué adjetivo usar)
que lleva oculto en una bolsa de papel
un libro de poemas de Jorge Riechmann.

Hombres y mujeres pasan a mí lado
como si la historia no fuese con ellos
como si hoy fuese un día de tantos
un día soleado de primavera
un día de esos en que la prima de riesgo
se eleva por encima de los cuatrocientos puntos
y el gobierno machaca al país
con nuevos recortes sociales.

Pero no, hoy no es uno de esos días.

Hombres y mujeres pasan a mi lado
sin reparar en mí
ni en el libro de poemas
que llevo conmigo
en la bolsa de papel

completamente ajenos
a mi diabólico plan
y al peligro inminente
que los acecha.

(Feliz Día del Libro, y a celebrarlo como la fecha merece, comprando, regalando, leyendo, tocando, oliendo, hablando, disfrutando del mejor invento del ser humano: el libro.)

jueves, 19 de abril de 2012

El camino equivocado

El gobierno de Mariano Rajoy se ha quitado la máscara completamente. Ya no hay elecciones autonómicas a la vista y, por tanto, la máscara más que ayudar, estorba. Después de los poco gratificantes resultados electorales obtenidos por su partido en las elecciones autonómicas andaluzas (a pesar de haber ganado, la victoria, casi con total seguridad, no llevará a Javier Arenas al Palacio de San Telmo) ya no hace falta ocultar por más tiempo los planes reales.
Así que la semana pasada, el Gobierno de Rajoy desveló a la opinión pública y al Gran Hermano comunitario que lo vigila de cerca, su plan mágico para acabar con la crisis de deuda que azota al país: recortar diez mil millones de euros en el sistema sanitario y en el educativo.
A este tijeretazo, hay que sumar los que ya se han hecho en los Presupuestos Generales del Estado, que recortan cerca del 22% el presupuesto de Educación (lo que significa que se dispondrán de 625 millones de euros menos) y de las podas que las distintas Consejerías de Educación están aplicando en sus propios presupuestos.
No hace falta ser un lince para darse cuenta de la tragedia que eso supone tanto para la sanidad como para la educación. Para empezar, miles de puestos de trabajo se van a perder en un abrir y cerrar de ojos. Sólo en el sistema educativo andaluz, para el próximo curso, se estima que la reducción afectará a unos quince mil docentes interinos. Es decir, el uno de septiembre, quince mil personas que a día de hoy tienen un empleo como maestros de primaria, de secundaria o en la universidad, se quedarán en sus casas, cruzados de brazos, viéndolas venir. Y en el sistema sanitario público, otro tanto.
No obstante, la reducción económica no va a afectar sólo al empleo. La calidad del sistema educativo, que ya desde hace tiempo viene resintiéndose de una pobrísima inversión pública (la española está entre las de menor cuantía de todos los países comunitarios), va a sufrir un retroceso, sencillamente, espectacular. Si se confirman los datos que se han barajado estos días, y mucho me temo que la cosa puede ser aún peor, volveremos a tener aulas con treinta y tantos alumnos en primaria y hasta cuarenta y dos (se dice pronto) alumnos en secundaria. Además de estas medidas, el Ministro ha anunciado otras complementarias: supresión de programas de intercambio de alumnos universitarios, supresión de varios programas que suponían una modernización de la escuela española, revisión de las tasas universitarias, etc., etc. Un ataque que atenta contra el conjunto de la sociedad de este país, sobre todo contra el alumnado, que se verá perjudicado directamente.
Esto es un disparate. Y eso lo sabe cualquiera. también José Ignacio Wert, el Ministro del ramo, y sus colaboradores directos. Pero a ellos eso no les preocupa. Porque ellos sólo tienen un objetivo y ese objetivo se llama déficit cero. Y es que en España y en Europa, para salir de la crisis, se ha optado por tomar el camino equivocado. Mientras que los políticos que nos gobiernen, sea cual sea su color político, apuesten decididamente por la consecución drástica del déficit cero, el país tendrá que seguir reduciendo en inversión pública. Si se reduce la inversión pública, se reduce el empleo. Si se reduce el empleo, se reduce el consumo. Si se reduce el consumo, se cierran negocios. Si se cierran negocios, se pierden más empleos. Y vuelta a empezar. Una de dos: o se cambia la estrategia, o esto no se arregla. Así de simple.

sábado, 14 de abril de 2012

14 de abril de 1931 en la ciudad de Barcelona

Todo comenzó en un santiamén hacia las 13 horas de aquel 14 de abril, con estampas de bandera tricolor en la calle. Todo fue espontáneo, sincero, entusiasta. Las banderas se confeccionaron en un abrir y cerrar de ojos, con retales de tejidos, en las mismas fábricas textiles. (...)

Paralizadas las fábricas y los obreros en las calles, éstas tomaron aires de fiesta singular, de bullicio alegre y contagioso que no tenía otro precedente en la mente de algunos viejos obreros que las jornadas de julio de 1909 ó 1917, pero, naturalmente, sin violencias ni barricadas. (...)

Por otra parte, parecía el día de la mujer. La mujer se destacaba con frenesí y pasión en todos los grupos, compuestos primero por los obreros de una misma fábrica y engrosados después por empleados del comercio que abandonaban sus puestos, por camareros que desertaban de los bares... Era una bola de nieve que iba creciendo al rodar.
De las barriadas obreras del Sant Martí, Poble Nou, Sant Andreu, Gracia, Horta, Sants, Santa Eulalia y de las próximas a Barcelona, Badalona y La Torrassa, todos orientaban sus manifestaciones hacia el centro de la capital catalana, convergiendo en la Plaça de Catalunya o en la Plaça de la Generalitat, para seguir gritando los vivas a la República y Macià y los mueras al Rey y a Cambó. (...)
A las 13 horas y 35 minutos, Lluís Companys había entrado en el Ayuntamiento para izar la bandera en el balcón. A las 13 horas 47 minutos la bandera republicana estaba ya ondeando. Los obreros, que habían abandonado sus puestos de trabajo a las 13 horas, inundan a las 14 horas la Plaça de la Generalitat y las calles adyacentes.
Lluís Companys izó, pues, la bandera a las 13 horas 42 minutos, mientras el pueblo había proclamado la República a las 13 horas en punto. Como puede observarse, la política toma siempre el tren en marcha...

Texto extraído del libro de Abel Paz (1996), Durruti en la revolución española, Madrid: Fundación de estudios libertarios Anselmo Lorenzo.

viernes, 13 de abril de 2012

domingo, 8 de abril de 2012

Fantaseo

Fantaseo

pensando


en su pelo



en sus dedos


acariciando


mi cuello



en su besos

empapando


mis sueños



en sus ojos


escupiendo


rojo fuego



en sus labios


llevándome


al cielo.

lunes, 2 de abril de 2012

Regreso al lago

Hoy ha regresado al lago. Al fin se ha atrevido. Ha tenido el valor necesario para romper con la maldición que lo atenazaba. Han tenido que pasar algo más de veinte años para que fuese capaz de hacerlo. Desde 1991 no había sido capaz de volver al lago. Ni una sola vez. Los recuerdos eran muy dolorosos. Hirientes. Esa es la palabra que más se acerca a describir sus sentimientos, sus emociones. Cada pequeño detalle, cada matiz, cada leve movimiento de aquella mañana primaveral permanecía tatuado en su memoria. Y es que, cuanto aconteció aquel lejano sábado del mes de abril de 1991, ha quedado grabado a fuego en el recuerdo, hasta el día de hoy. Y no había manera de desembarazarse de todo ello, de borrar los recuerdos aciagos de aquellas horas terribles.
Durante más de veinte años ha rememorado todos y cada uno de los acontecimientos que tuvieron lugar aquella mañana en las oscuras aguas del lago. Veinte años de dolor. Veinte años de angustia. Veinte años cobijando en sus entrañas un terrible sentimiento de culpabilidad. Veinte años soportando las murmuraciones de la gente, los comentarios maliciosos del vecindario, las frases de desprecio de quienes lo consideraban, si no culpable, al menos cómplice de aquel bárbaro hecho. Veinte años pensando que podía haber hecho más de lo que hizo por evitar lo que, a día de hoy, él sigue considerando que fue inevitable. Así que ha decidido tomar el toro por los cuernos y volver al lugar donde todo ocurrió.
Siempre ha sido consciente de que, en uno u otro momento, tendría que acabar por enfrentarse a los hechos cara a cara. Sin subterfugios. Sin corazas. De frente. Porque sólo enfrentándonos a los fantasmas que habitan los rincones oscuros de nuestra alma podemos vencerlos y convertirnos en seres auténticamente libres. De lo contrario, esos demonios saldrán indemnes, y camparán a sus anchas dentro de nosotros, y siempre, siempre, siempre, por muchos años que vivamos, serán los dueños absolutos de nuestra voluntad.
Por eso esta mañana él ha regresado al lago. Porque quiere ser libre de una maldita vez. Vivir tranquilo. Levantarse por las mañanas y ser capaz de mirarse al espejo sin sentir un profundo asco por sí mismo. Despojarse de todo ese malestar que lleva dentro, y empezar a vivir otra vez. Va a intentar por todos los medios mitigar tanto dolor. Va a poner toda la carne en el asador para ser feliz. No importa si hay que pagar un alto precio. Intentará no ser más ese hombre desgraciado en el que ha acabado convirtiéndose, asaltado por los recuerdos del pasado que vuelven una y otra vez, girando eternamente como un tío vivo, atormentándolo sin piedad. Porque en el fondo, siempre ha sabido que la culpa de todo lo que pasó en el lago aquel día no fue suya. Sin embargo, no ha tenido la valentía necesaria para enfrentarse al mundo, para hacerles ver a todos los demás que aquel triste día no hizo nada que no hubiese hecho cualquier otro que hubiese estado en sus zapatos. Al fin y al cabo, él no fue sino una tiste marioneta en las manos caprichosas del destino, una herramienta controlada por un actor diabólico dispuesto a cualquier cosa para saciar sus más depravados instintos.
Casi sin planteárselo, sus pasos lo han llevado al sitio exacto donde los dos estaban veinte años atrás. Al llegar, las piernas le han temblado. No le ha quedado más remedio que sentarse en el suelo, sobre la yerba húmeda. De repente se ha puesto a llorar como un niño pequeño. Ha sido un llanto tranquilo, íntimo, nada de gimoteos, nada de lamentos. Simplemente húmedas lágrimas resbalando por las mejillas. Un llanto purificador que lo ha hecho sentirse feliz llorando, como si estuviese expulsando, a través de las saladas lágrimas, algunos de esos demonios eternos que le corroían por dentro. Ha estado así más de una hora. Después, sin pensar lo que hacía, sin saber muy bien cómo ni por qué se ha vuelto a poner en pie y ha gritado su nombre con todas sus fuerzas. Un grito que ha brotado desde lo más profundo de su ser, como la lava ardiente de un volcán en erupción. Un grito que procedía desde el mismísimo corazón del dolor. Un grito largo, salvaje, multiplicado hasta el infinito, distorsionado. Un grito que ha asustado a una bandada de patos que nadaban, ajenos a todo, en el lago y les ha hecho levantar el vuelo. Y entonces, sólo entonces, se ha sentido mucho mejor. Ha sido como deshacer un nudo imposible de quitar. Como resolver un problema matemático de esos que a priori no tienen solución. Como escalar una montaña gigantesca. Un momento de felicidad extrema. Luego ha encaminado sus pasos hacia el coche. Y ha puesto rumbo a la autovía, sintiéndose en paz consigo mismo, por primera vez en veinte años.