No nos cabe ninguna duda de
que en los últimos tiempos, el poeta y ensayista onubense Antonio Orihuela está
en estado de gracia. En 2016, este año que se nos acaba, el autor de El amor en los tiempos del despido libre
ha visto cómo varias obras suyas llegaban a las estanterías de las librerías de
todo el país. A la publicación de su último poemario, Salirse de la fila
(Amargord, 2016), hay que añadir los ensayos El ojo no visto del mundo
(Amargord, 2016) una recopilación de textos en prosa y en verso de su paisano el
Premio Nobel de Literatura, Juan Ramón Jiménez, de cuya selección y compilación
se ha encargado el propio Orihuela y La caja verde de Duchamp y otras
estampas cifradas (El Desvelo Ediciones, 2016), una colección de 21
ensayos, en la que este Doctor en Historia por la Universidad de Sevilla lleva
a cabo un recorrido por la historia del arte, desde la Grecia clásica hasta la
posmodernidad más reciente, estableciendo un diálogo, no exento de ironía — me
atrevería a decir que incluso el humor está presente en muchas páginas de este
libro—, y siempre rebosante de esa actitud crítica, anticapitalista y
libertaria, tan certera e incisiva, que se ha convertido en marca de la casa.
Se publica estos días el Diario del cuidado de los enjambres
(Enclave, 2016). Se trata de un libro en el que el autor mezcla la poesía, el
ensayo político, artístico e histórico, la poesía visual, y otras mil historias
que, a buen seguro, a nadie con un mínimo de sensibilidad, dejará indiferente. La
prioridad de esta obra no es otra que ir dejándonos (a todos y todas los que
quieran unirse al enjambre) miguitas de pan para poder elegir el camino
correcto para escapar del absurdo, malévolo y fracasado sistema capitalista. Desde
la primera página, Orihuela nos deja ver sus cartas, pues aquí no hay trampa ni
cartón, y nos hace partícipes de sus intenciones:
Este
libro no pretende convencer a nadie de nada, por eso se dirige a los amigos, a
los que de alguna manera se comprometen, atienden a señales parecidas, nos
complementan con su desear, su pensar y su hacer.
Así pues, Orihuela hace un
llamamiento a todas esas personas que comparten un espacio ideológico, un
espacio vital, un espacio de confrontación contra el capitalismo que, poco a
poco, nos lleva a un precipicio del que cada vez resulta más complicado
escapar:
Este
libro se dirige a los compañeros que han dicho basta y andan reescribiendo la
realidad, rompiendo con el capitalismo, haciendo emerger la vida como proceso y
como potencia de la libertad, la dignidad, la belleza, la bondad y la
comunidad.
Este Diario del cuidado de los enjambres está compuesto por 30 ensayos
(y otros tantos poemas), cuya extensión varía desde las siete u ocho líneas de
los titulados “Utopías” o “Descolonizar”, hasta las varias páginas de “El
cemento de la ideología” o “La invención de la gitanería flamenca”. También hay
en estos ensayos una gran variedad temática: en ellos se habla de poesía, de
neoliberalismo, de internet y de la ciberrealidad
en la que se halla inmersa media humanidad, de ecología, de la manera en que el
fascismo se ha arraigado en la sociedad española actual, de los medios de
comunicación/manipulación de masas, de la invivible ciudad moderna, y de otros
muchos temas que, de una u otra manera, nos afectan, como seres humanos del
aquí y el ahora.
Hay algunos momentos de gran
interés en las páginas de esta nueva obra de Orihuela. En el ensayo titulado
“La fiebre del enjambrazón” se puede leer: “(…)
el tiempo del enjambre ha llegado, es necesario abandonar la colmena y, en
compacto vuelo, extender sobre el horizonte un manto dorado en busca de la rama
del árbol donde construiremos nuestro nuevo hogar a base de respeto y afectos,
autogestión y asamblearismo, responsabilidad y esfuerzo compartidos, renuncia
al egoísmo y alegría de estar juntos sirviéndonos unos a otros, por supuesto, sin
líderes.”
En “El cemento de la
ideología” (para mi gusto el capítulo más certero y clarividente de todo el
libro), nos dice que en el neoliberalismo, “no hay más moral que el mal porque
el mal es la única actividad que puede asegurar el bien propio.” Y unas páginas
más adelante, en el mismo ensayo, su autor afirma con absoluta rotundidad algo
que muchos ya sabíamos y llevamos mucho tiempo denunciando: “(…) hace mucho que
vivimos en un Estado totalitario”, lo que ocurre es que “falta un dictador
como personaje central del drama, tal vez
por eso, están todo el día dando la matraca con Hitler, Stalin o Kim Jong-un”.
Y casi al final del ensayo, nos exhorta a escapar: “(…) lo importante, lo
absolutamente prioritario ahora mismo es salir de esa casa en llamas que es el
neoliberalismo.”
Se cierran las páginas de
este libro con el que, en mi opinión, es el mejor poema que Antonio Orihuela ha
escrito hasta la fecha (y eso es decir mucho en un poeta con una obra como la
suya): “Que el fuego recuerde sus nombres”. Una manera extraordinaria de
ponerle el punto y final a un magnífico libro.
El Diario del cuidado de los enjambres es por momentos una reflexión sobre
el estado de las cosas, pero también a ratos, se torna en grito de rabia, en
exabrupto contra tanto bastardo que anda suelto en los consejos de
administración de las grandes empresas, en los gobiernos de toda índole, en el
mundo cultural, en las editoriales, en las direcciones de las televisiones y de
los periódicos. Un libro que nos puede ayudar a pensar hacia dónde queremos ir
y quiénes queremos que sean nuestros compañeros de viaje, siguiendo los
postulados libertarios y ácratas de su autor. Un libro más que necesario, un
libro imprescindible.