La última novela de Juan Madrid (Málaga, 1947) se titula Bares nocturnos. Aparecida hace tan solo unos meses y simultáneamente a la publicación de un volumen que recoge los Cuentos completos del autor más negro de la literatura española. Bares nocturnos es un libro magnífico y la prueba más evidente de ello es que me lo he devorado en poco más de cuatro horas. Y es que una vez que lo empiezas resulta complicado dejarlo a un lado.
Se podría decir que este libro pertenece a la saga de Toni Carpintero (alias Toni Romano, el personaje fetiche de Juan Madrir y al que ha dedicado varias obras) pero sin ser exactamente una novela protagonizada por Carpintero, aunque su autor le rinde un merecido homenaje dejándolo participar en lo que podríamos llamar (usando una terminología cinematográfica) un cameo. El verdadero protagonista de la novela es Silverio San Juan, el hijo de Juanita San Juan, amiga/amante de Carpintero, al que ya conocimos en otras novelas de la saga, cuando era un niño o más tarde, un adolescente. Silverio se gana la vida en la Agencia de Detectives Draper, donde antaño trabajara el propio Carpintero, dedicado sobre todo, al cobro de morosos. Sin comerlo ni beberlo se ve inmerso en un plan para robar unos diamantes valorados en veinte millones de euros. Por el camino encontramos a ex-militares africanos, monjas y ONGs, y sobre todo un mundo, el de la vida nocturna madrileña, que sucumbe a los cantos de sirena de la modernidad. Bares nocturnos es la crónica de una muerte anunciada, la de un mundo (o tal vez sería mejor hablar de submundo) que vive de noche, en bares oscuros repletos de nicotina, donde la música de Miles, de Coltrane o de Chat Baker es la banda sonora perfecta, y donde tiene todo lugar todo tipo de trapicheos, incluidos los carnales. Un tipo de vida que, nos dice Juan Madrid, ya está en peligro de extinción.
Con su habitual estilo seco, cortante, directo como un puñetazo al estómago y tan descreído, visceral, lacónico y romántico como nos tiene acostumbrados, Juan Madrid hace una foto fija de la sociedad actual, de sus vicios, de sus tejemanejes, de sus corruptelas, de su pasión desaforada por Don Dinero, el único dios verdadero. Es difícil que alguien se aburra con este libro entre las manos. Y el año empieza de puta madre con obras como esta. Lo malo es que el listón se queda muy, muy alto.
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