Poco más
de ochenta minutos estuvieron anoche Javier Corcobado y los chicos de su banda sobre
el escenario del Auditorio Villa de Salobreña Martín Recuerda, en Salobreña,
pero ochenta minutos dan para mucho, sobre todo si el que está encima del escenario
es un tipo como Corcobado. Había muy poca gente, no sé muy bien si porque costaba
doce euros y hay otras cosas más importantes en las que gastar el dinero o
porque Corcobado, después de tantos años de carrera, sigue siendo un artista muy, muy minoritario.
Lo
primero que me llamó la atención del grupo es que son todos muy jóvenes. Creo
que entre los cuatro músicos (un batería, un guitarrista, un bajista y un saxo
tenor) no sumaban la edad de Mike Jagger y Keith Richards juntos. Pero que quede claro que la juventud de la
banda no supuso un hándicap en ningún momento, pues los chicos tocaban de
maravilla. Además de estos músicos, el propio Corcobado se colgó la guitarra en
varios momentos puntuales del concierto. Otra cosa que me sorprendió fue que
sobre el escenario no había sintetizadores de ningún tipo, sobre todo teniendo
en cuenta que las últimas veces que había tenido ocasión de ver a Corcobado en
directo, los sintetizadores han jugado un papel fundamental en el sonido de la
banda. Y algo más: hasta cuatro idiomas diferentes se pudieron escuchar en el
Auditorio de Salobreña: castellano, francés, inglés y portugués.
Empezaron
atacando una de las versiones de su último disco, probablemente la mejor de
todas: “Te estoy
amando tanto”, de
Manuel Alejandro, una de esas canciones atemporales que le viene al cantante
madrileño como anillo al dedo. Se suponía que Corcobado estaría presentando su
última grabación, que es precisamente ese disco de versiones. Y efectivamente,
cayeron varias de estas composiciones: La ya citada, más “The shadow
of your smile”, “Coraçao
vagabundo”, “Losing
touch with my mind”(la
versión de los Spacemen3 fue uno de los momentos cumbres del concierto, con las
guitarras a un volumen atroz y la distorsión dominando todo el espacio), e
incluso sonó alguna otra que no está en el disco, como el tema de Roberto
Carlos, “Amigo”, que
quedó bastante bonita.
Entre los
temas propios, hubo de todo, pero evidentemente, tuvieron más peso específico
las canciones más recientes, como “A nadie”, “Editor de sueños”, “La canción del viento” o“El futuro
se desvaneció ayer” (en mi
opinión, la mejor de todas las canciones que pudimos escuchar ayer en el
concierto). No obstante, Corcobado no se olvidó de alguna de sus grandes
canciones. Así no faltaron temas como “Nieve roja”, de su
ya lejanísimo primer disco en solitario, Agrio
beso, “Dientes
de mezcal”o “La
libertad”, del mítico disco Tormenta de tormento, su álbum de 1992, que abría la trilogía con Los
chatarreros de sangre y cielo.
Qué duda
cabe que faltaron muchas canciones (supongo que cada fan tiene su lista
particular) ya que no cantó ninguna de Corcobator,
ninguna de Fotografiando al corazón, ninguna de Diminuto
cielo (el álbum que hizo con Manta Ray), pero las que sí sonaron,
cumplieron con creces. Una buena noche de poesía, rocanrol y pasión. Todo ello
por cortesía de Javier Corcobado.
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