jueves, 8 de agosto de 2013

Javier Corcobado: poesía, rocanrol y pasión



Poco más de ochenta minutos estuvieron anoche Javier Corcobado y los chicos de su banda sobre el escenario del Auditorio Villa de Salobreña Martín Recuerda, en Salobreña, pero ochenta minutos dan para mucho, sobre todo si el que está encima del escenario es un tipo como Corcobado. Había muy poca gente, no sé muy bien si porque costaba doce euros y hay otras cosas más importantes en las que gastar el dinero o porque Corcobado, después de tantos años de carrera,  sigue siendo un artista muy, muy minoritario.
Lo primero que me llamó la atención del grupo es que son todos muy jóvenes. Creo que entre los cuatro músicos (un batería, un guitarrista, un bajista y un saxo tenor) no sumaban la edad de Mike Jagger y Keith Richards juntos.  Pero que quede claro que la juventud de la banda no supuso un hándicap en ningún momento, pues los chicos tocaban de maravilla. Además de estos músicos, el propio Corcobado se colgó la guitarra en varios momentos puntuales del concierto. Otra cosa que me sorprendió fue que sobre el escenario no había sintetizadores de ningún tipo, sobre todo teniendo en cuenta que las últimas veces que había tenido ocasión de ver a Corcobado en directo, los sintetizadores han jugado un papel fundamental en el sonido de la banda. Y algo más: hasta cuatro idiomas diferentes se pudieron escuchar en el Auditorio de Salobreña: castellano, francés, inglés y portugués.
Empezaron atacando una de las versiones de su último disco, probablemente la mejor de todas: Te estoy amando tanto, de Manuel Alejandro, una de esas canciones atemporales que le viene al cantante madrileño como anillo al dedo. Se suponía que Corcobado estaría presentando su última grabación, que es precisamente ese disco de versiones. Y efectivamente, cayeron varias de estas composiciones: La ya citada, más The shadow of your smile, Coraçao vagabundo, Losing touch with my mind(la versión de los Spacemen3 fue uno de los momentos cumbres del concierto, con las guitarras a un volumen atroz y la distorsión dominando todo el espacio), e incluso sonó alguna otra que no está en el disco, como el tema de Roberto Carlos, Amigo, que quedó bastante bonita.
Entre los temas propios, hubo de todo, pero evidentemente, tuvieron más peso específico las canciones más recientes, como A nadie,  Editor de sueños,  La canción del viento oEl futuro se desvaneció ayer (en mi opinión, la mejor de todas las canciones que pudimos escuchar ayer en el concierto). No obstante, Corcobado no se olvidó de alguna de sus grandes canciones. Así no faltaron temas como Nieve roja, de su ya lejanísimo primer disco en solitario, Agrio beso, Dientes de mezcalo La libertad,  del mítico disco Tormenta de tormento, su álbum de 1992, que abría la trilogía con Los chatarreros de sangre y cielo.  
Qué duda cabe que faltaron muchas canciones (supongo que cada fan tiene su lista particular) ya que no cantó ninguna de Corcobator, ninguna de Fotografiando al corazón,  ninguna de Diminuto cielo (el álbum que hizo con Manta Ray), pero las que sí sonaron, cumplieron con creces. Una buena noche de poesía, rocanrol y pasión. Todo ello por cortesía de Javier Corcobado.

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