No cabe duda de que el año 2009 ha sido un magnífico año para Juan Madrid, el escritor malagueño que desde hace unos años ha fijado su residencia en la costa granadina, concretamente en Salobreña. Y digo esto porque el año que recién ha terminado le trajo a Juan Madrid la edición simultánea de dos obras: la novela Bares nocturnos (comentada ya en este blog) y la recopilación de sus Cuentos completos, un libro que reúne sus cinco colecciones de relatos publicados hasta la fecha: Un trabajo fácil, Jungla, Crónicas del Madrid oscuro, Malos tiempos y Vidas criminales. En total más de cien relatos que abarcan cuatro décadas de creación literaria y periodística.
Juan Madrid nació en Málaga, allá por 1947, cuando en este país se pasaba mucha hambre y se fusilaba a la gente en las tapias de los cementerios y en las cunetas. Siendo un niño, su familia se va a vivir a Madrid y la influencia de la gran urbe dejará en el futuro novelista una huella indeleble, rastreable en todos y cada uno de sus libros. Realiza estudios de Historia Contemporánea en la Universidad de Salamanca, y durante unos años se dedica a la docencia, pero el poder magnético de las calles de un país en ebullición (no olvidemos que el Dictador estaba a punto de morir de viejo en su cama) lo absorben irremediablemente, empezando a trabajar como reportero en distintos medios periodísticos.
Entretanto, muere el ogro y comienza lo que se ha dado en llamar la Transición, período de cambios, de ilusiones, de sueños, de esperanzas, para la mayoría de los españoles; pérdida de privilegios, para la pequeña minoría que había gobernado con mano de hierro durante cuarenta años. En esta encrucijada histórica se empieza a hablar de la Nueva Novela Policíaca Española (Paco Ignacio Taibo II dixit), esto es, un grupo de jóvenes narradores que, partiendo de la vieja novela tradicional, pero aplicando nuevos parámetros estilísticos —sobre todo, efectos cinematográficos y literarios procedentes de la novela estadounidense y francesa— va a combatir el tedio y el estancamiento al que había llegado la literatura de vanguardia, perdida en un callejón sin salida. En este contexto, aparece Un beso de amigo, la primera novela de Juan Madrid, cuyo protagonista, Antonio Carpintero, alias Toni Romano, se convertirá en uno de los personajes de ficción más importantes de la novela negra escrita en castellano. Toni Romano es un ex policía, duro, descreído, que no duda en usar la violencia cuando hace falta, y preocupado, ante todo, por su propia supervivencia, un habitante más de esa avenida de los sueños marchitos en la que tan bien se desenvuelve el escritor malagueño.
La obra de Juan Madrid se nutre, principalmente, del realismo social americano (Steinbeck, Doss Pasos, Hemingway, Crane, etc.) y de los pesos pesados del género negro, de Hammett a Chandler, de Himes a Cain, de Thompson a Spillane. Pero no hay que olvidar la gran influencia de la tradición literaria hispana. Y es que para Juan Madrid la influencia de escritores como Baroja (sobre todo el de la trilogía de Las Ciudades o La lucha por la vida) o el Aldecoa de Young Sánchez o Con el viento solano, es de suma importancia. A lo largo de una extensa bibliografía que abarca más de 47 títulos, el autor de Días contados (uno de sus momentos cumbres) ha ido modelando un estilo francamente personal, un estilo “seco, cortante, exacto y medido” (Paco Ignacio Taibo II), “donde violencia y ternura se cruzan por las esquinas a ritmo vertiginoso” (Rafael Conte), que “se sustenta en una inteligente compaginación de invención y realidad, una especial capacidad para recrear esos mundos oscuros del delito” (Luis Mateo Díez), y es que, como escribió hace unos años Javier Goñi en el desaparecido Diario 16, “Juan Madrid tiene un oído especial para pasar al lector historias escuchadas al desgaire de sucios bares de mostradores pringosos, donde nunca se pasa suficientemente la gamuza.”
Juan Madrid, un escritor que conoce a la perfección su oficio, que lo lleva a cabo con alevosía y nocturnidad y que, por todo esto, no deja indiferente a nadie. Uno de los grandes.
Juan Madrid nació en Málaga, allá por 1947, cuando en este país se pasaba mucha hambre y se fusilaba a la gente en las tapias de los cementerios y en las cunetas. Siendo un niño, su familia se va a vivir a Madrid y la influencia de la gran urbe dejará en el futuro novelista una huella indeleble, rastreable en todos y cada uno de sus libros. Realiza estudios de Historia Contemporánea en la Universidad de Salamanca, y durante unos años se dedica a la docencia, pero el poder magnético de las calles de un país en ebullición (no olvidemos que el Dictador estaba a punto de morir de viejo en su cama) lo absorben irremediablemente, empezando a trabajar como reportero en distintos medios periodísticos.
Entretanto, muere el ogro y comienza lo que se ha dado en llamar la Transición, período de cambios, de ilusiones, de sueños, de esperanzas, para la mayoría de los españoles; pérdida de privilegios, para la pequeña minoría que había gobernado con mano de hierro durante cuarenta años. En esta encrucijada histórica se empieza a hablar de la Nueva Novela Policíaca Española (Paco Ignacio Taibo II dixit), esto es, un grupo de jóvenes narradores que, partiendo de la vieja novela tradicional, pero aplicando nuevos parámetros estilísticos —sobre todo, efectos cinematográficos y literarios procedentes de la novela estadounidense y francesa— va a combatir el tedio y el estancamiento al que había llegado la literatura de vanguardia, perdida en un callejón sin salida. En este contexto, aparece Un beso de amigo, la primera novela de Juan Madrid, cuyo protagonista, Antonio Carpintero, alias Toni Romano, se convertirá en uno de los personajes de ficción más importantes de la novela negra escrita en castellano. Toni Romano es un ex policía, duro, descreído, que no duda en usar la violencia cuando hace falta, y preocupado, ante todo, por su propia supervivencia, un habitante más de esa avenida de los sueños marchitos en la que tan bien se desenvuelve el escritor malagueño.
La obra de Juan Madrid se nutre, principalmente, del realismo social americano (Steinbeck, Doss Pasos, Hemingway, Crane, etc.) y de los pesos pesados del género negro, de Hammett a Chandler, de Himes a Cain, de Thompson a Spillane. Pero no hay que olvidar la gran influencia de la tradición literaria hispana. Y es que para Juan Madrid la influencia de escritores como Baroja (sobre todo el de la trilogía de Las Ciudades o La lucha por la vida) o el Aldecoa de Young Sánchez o Con el viento solano, es de suma importancia. A lo largo de una extensa bibliografía que abarca más de 47 títulos, el autor de Días contados (uno de sus momentos cumbres) ha ido modelando un estilo francamente personal, un estilo “seco, cortante, exacto y medido” (Paco Ignacio Taibo II), “donde violencia y ternura se cruzan por las esquinas a ritmo vertiginoso” (Rafael Conte), que “se sustenta en una inteligente compaginación de invención y realidad, una especial capacidad para recrear esos mundos oscuros del delito” (Luis Mateo Díez), y es que, como escribió hace unos años Javier Goñi en el desaparecido Diario 16, “Juan Madrid tiene un oído especial para pasar al lector historias escuchadas al desgaire de sucios bares de mostradores pringosos, donde nunca se pasa suficientemente la gamuza.”
Juan Madrid, un escritor que conoce a la perfección su oficio, que lo lleva a cabo con alevosía y nocturnidad y que, por todo esto, no deja indiferente a nadie. Uno de los grandes.
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