jueves, 6 de enero de 2011

Noche de Reyes

Vale. Sé que no me vais a creer. Y sin embargo lo que voy a contar es tan real como que ZP me bajó el sueldo en el mes de junio. La madrugada pasada, mientras dormía plácidamente, me entraron unas ganas imperiosas de mear. Intenté aguantarme. Y durante un buen rato lo conseguí. Pero al final no me quedó más remedio que levantarme e ir al baño. Al acabar de hacer pis, escuché ruido en la planta baja de mi casa. Coño, pensé pelín mosqueado e imaginando que un caco estaba intentando afanarme la colección de cedés de Bob Dylan. Bajé muy despacio las escaleras y cuál fue mi sorpresa al encontrar en mi salón no a un ladrón sino a tres. La cuadrilla estaba formada por dos barbudos y un negro. Iban vestidos con ropajes de colores, como si de una banda de glam rock se tratara. En un primer instante, pensé que eran Obama, Michael Moore y Fidel Castro, porque no llevaba puestas las gafas y yo, cuando voy sin gafas ni lentillas, veo menos que un póster de Stevie Wonder. Además, como iba medio sobado, la noche me confundió y me dio por pensar que los individuos que campaban a sus anchas por mi salón eran el presidente de los EE. UU, el líder cubano y el director de cine. Pronto caí en la cuenta de que estaba en un error y que no eran ellos. Los caretos de estos tres no me sonaban de nada.
-¿Quiénes sois vosotros? ¿Qué cojones estáis haciendo en mi casa? Que nadie se mueva o saco la escopeta y os dejo fritos. No sé porqué lancé esta amenaza, ya que dada mi condición de pacifista y anti-taurino no tengo armas en mi casa.
-Tío, me dijo el que se parecía al director de Fahrenheit 9/11, que somos los Reyes Magos.
-¿Los Reyes Magos? Y una polla. ¿Me tomas por tonto? Todos sabemos que los Reyes Magos son los padres.
Al escuchar esto, los tres mendas soltaron una estruendosa carcajada.
-Otro capullo con la cantinela de que los Reyes Magos son los padres. Eso es un bulo que nosotros mismos nos encargamos de extender para que la gente no nos joda la marrana. Esto lo dijo el segundo barbudo, al que yo había confundido con Fidel Castro.
Llegados a este punto, os juro que no sabía qué decir o qué hacer. Estaba completamente paralizado. Mi mente era incapaz de tomar ningún camino.
-Mañana podrás comprobar que tanto a ti como a tu familia os hemos dejado regalos, dijo el negro, quien por cierto, tenía un fuerte acento del País Vasco.
Y esto es lo último que recuerdo. De repente, me entró un sueño paralizante y mis párpados empezaron a cerrarse sin consideración. No sé cómo llegué hasta mi cama ni qué ocurrió después. Esta mañana, al despertar, he recordado lo ocurrido y lo he achacado todo a una pesadilla fruto de una mala digestión, como dicen en mi pueblo. Así que he bajado al salón y junto a la chimenea había unos cuantos regalos. Un par de ellos llevaban mi nombre escrito y al abrirlos he flipado en colores. Ante mí tenía Sunset park, la última novela de Paul Auster y el último cedé de Luis Eduardo Aute, titulado Intemperie. Y aquí me tenéis, dándole vueltas al tarro mientras escucho las nuevas canciones de Aute y escribo esto, e intento averiguar qué hacían, un negro de Irún y dos hippies melenudos, de madrugada, en el salón de mi casa.

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