En marzo del año 2000, Loquillo y Trogloditas dieron un concierto en la sala Industrial Copera de Granada para presentar el que por aquel entonces era su último trabajo discográfico, Cuero español. Un poco antes de que la banda se subiera al escenario, me acerqué hasta el puesto de venta de merchandising para echar un ojo a lo que se cocía por allí: camisetas, algunos discos, algún cómic, en fin, los productos típicos que uno puede encontrar en estos sitios. Lo que me sorprendió, digamos, fue el tipo que estaba al frente del quiosco. Una mole de dos metros de alto y con una espalda que parecía una pista de tenis. El tipo en cuestión no era otro que Dani el Rojo, colega de Loquillo desde que ambos eran unos mocosos con toda la vida por delante. Hablamos un poco sobre la banda, sobre el diseño de las camisetas y alguna cosa más que no recuerdo y después de adquirir una, me fui a esperar a que el grupo empezase su concierto tomando una cerveza.
Diez años después he vuelto a saber de Dani el Rojo. Resulta que aquel tipo bonachón y afable con el que tuve ocasión de hablar durante los preludios del concierto, fue, durante una época, uno de los gánsters más temidos de toda Cataluña. Confesiones de un gánster de Barcelona, escrito en primera persona por Lluc Olivera, narra las historias sobre atracos, drogas y cárceles que Dani el Rojo le ha ido contando durante bastantes horas de conversación. Una vida dedicada al robo, principalmente de bancos y joyerías, al consumo masivo de estupefacientes de todo tipo y categoría, a las apuestas y a las timbas ilegales y que ha llevado a su protagonista a pasar varios períodos de su vida por las galerías de la cárcel Modelo de Barcelona. Por las páginas de este libro circulan personajes alucinantes: colombianos del cártel de Cali, chorizos recién salidos de una peli de José Antonio de la Loma, niños pijos que han acabado en el arroyo, músicos de rocanrol, yonkis marchitos, putas del Barrio Chino y otros especímenes de la mala vida.
Para alguien tan ajeno al tema como puedo ser yo, lo más interesante de estas confesiones gansteriles es, sin duda, todo lo relacionado con la vida en el trullo, un microcosmos donde impera la ley del más fuerte, o lo que es lo mismo, del más cabrón y con menos escrúpulos.
Un libro bastante recomendable, al que por poner algún pero, le pondría la gran extensión, ya que probablemente se podría haber contando en 400 páginas lo que se hace en 600. Por lo demás, un libro fascinante que nos recuerda que ahí mismo, a la vuelta de la esquina, hay tipos que no tiene nada que envidiar al mismísimo Tony Soprano.
Diez años después he vuelto a saber de Dani el Rojo. Resulta que aquel tipo bonachón y afable con el que tuve ocasión de hablar durante los preludios del concierto, fue, durante una época, uno de los gánsters más temidos de toda Cataluña. Confesiones de un gánster de Barcelona, escrito en primera persona por Lluc Olivera, narra las historias sobre atracos, drogas y cárceles que Dani el Rojo le ha ido contando durante bastantes horas de conversación. Una vida dedicada al robo, principalmente de bancos y joyerías, al consumo masivo de estupefacientes de todo tipo y categoría, a las apuestas y a las timbas ilegales y que ha llevado a su protagonista a pasar varios períodos de su vida por las galerías de la cárcel Modelo de Barcelona. Por las páginas de este libro circulan personajes alucinantes: colombianos del cártel de Cali, chorizos recién salidos de una peli de José Antonio de la Loma, niños pijos que han acabado en el arroyo, músicos de rocanrol, yonkis marchitos, putas del Barrio Chino y otros especímenes de la mala vida.
Para alguien tan ajeno al tema como puedo ser yo, lo más interesante de estas confesiones gansteriles es, sin duda, todo lo relacionado con la vida en el trullo, un microcosmos donde impera la ley del más fuerte, o lo que es lo mismo, del más cabrón y con menos escrúpulos.
Un libro bastante recomendable, al que por poner algún pero, le pondría la gran extensión, ya que probablemente se podría haber contando en 400 páginas lo que se hace en 600. Por lo demás, un libro fascinante que nos recuerda que ahí mismo, a la vuelta de la esquina, hay tipos que no tiene nada que envidiar al mismísimo Tony Soprano.
Me apunto la recomendación. Me encantan estas historias a medio camino entre la realidad y el rock´n roll.
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