viernes, 24 de enero de 2014

La inteligente mordacidad de Juanfran Molina



Los últimos días de diciembre nos dejaron un bonito regalo: Ciclorama, el primer libro del escritor motrileño Juanfran Molina. Como acabo de decir, estamos ante un primer libro, pero no se llamen a engaño, eso no significa que estemos ante un escritor novel. Ni mucho menos. Y es que Juanfran Molina tiene a sus espaldas un largo recorrido en esto de la escritura, sobre todo como crítico musical en diferentes publicaciones. Durante mucho tiempo sus reseñas sobre discos y grupos musicales aparecieron en revistas, tanto en papel como en internet, como El batracio amarillo, Universo Pop, Irreverendos, Paisajes eléctricos o la prestigiosa Ruta 66. Si alguno de vosotros ha tenido el placer de leer alguna de estas reseñas, ya sabe que Juanfran es uno de los críticos musicales más certeros de cuantos pululan por el estado español, y es que Juanfran, cuando se enfrenta a un disco o a un concierto, también a un libro, lo disecciona con maneras de cirujano, y eso es algo que los aficionados a la música agradecemos de corazón. En mi opinión, este bagaje adquirido semana a semana, disco a disco, concierto a concierto, en la crítica musical y también en la literaria, aunque esta en menor medida, ha sido un camino de aprendizaje para lanzarse de lleno a la prosa, más o menos de ficción. Aprovecho la ocasión para hacer dos incisos. Primer inciso: en el año 2009 Juanfran escribió un magnífico prólogo para mi libro Versos de alambre de espino, en el que llevaba a cabo el que podría considerarse el primer análisis crítico hecho con rigor sobre mi obra poética. Segundo inciso: Juanfran es el autor del blog Música para psicocamaleones, donde más o menos de manera diaria, nos deja sus comentarios sobre música, política, sociedad, creación literaria, etc. Altamente recomendado.  
Y ahora nos centraremos de lleno en los relatos de Ciclorama. Durante los últimos dos años Juanfran ha estado colaborando de manera habitual con la revista satírica El estafador, una publicación que lo tiene muy claro, según explican en su línea editorial:
Nosotros también te queremos estafar con la información. Pero al menos somos claros desde el principio. Estafamos, sí, pero con gracia.
Fruto de esta colaboración entre el autor motrileño y la publicación online, nacieron muchos de los relatos que conforman la ópera prima de Juanfran Molina, y que el autor ha decidido recopilar bajo el teatral nombre de Ciclorama. Imagino que porque así es como ve el mundo circundante, como un gran ciclorama teatral que enmarca este gran escenario que es la vida real. En total, 95 relatos que van desde las dos líneas de Caretas, Aniversario o Dinosaurio hasta las varias páginas de Pan y circo, La profesora de religión o Beneficios. De cualquier manera, Juanfran ha optado por ese género tan en boga en los últimos años que es el microrrelato y que tan buena literatura está dejando últimamente. Juanfran ha encontrado en la brevedad y en la inmediatez que proporciona este género un vehículo que le va como anillo al dedo para poder expresar de una manera directa, rabiosa, sin ambages, una manera a la que yo me atrevería a calificar de casi punk, su mordaz visión sobre la realidad que nos ha caído en suerte. Podemos afirmar categóricamente que Ciclorama es un libro sobre el aquí y el ahora. Y esto quiere decir que en las páginas de este libro se habla, como no podía ser de otra manera, de crisis económica, de crisis social y ética, de políticos corruptos (muchos, pero no se me asusten, nunca tantos como en la vida real); de sindicalistas a los que se la trae floja la clase obrera y que lo único que les preocupa es salvar su propio culo; de españolitos a los que le vendieron la burra de que pertenecían a la clase media pero que no tienen ni para llegar a fin de mes; de fútbol-adictos que se imaginan la vida como si fuese un partido de fútbol; de españoles —buscando curro— por el mundo; de constructores mafiosos; de lameculos y patriotas de medio pelo, de manipuladores profesionales, y de otros especímenes por el estilo de cuantos pueblan este lugar tan surrealista, tan berlanguiano, tan kafkiano,  al que llamamos España.      
Y para contarnos todo esto Juanfran ha echado mano de un estilo muy personal, en el que destaca, en primer lugar, el uso del lenguaje. Y es que estamos ante un escritor que demuestra un dominio del lenguaje apabullante. Los relatos de Ciclorama están muy bien escritos, cada palabra está en el sitio donde debe estar. Esto hace que muchas de estas breves narraciones estén más cercanas a la composición lírica que a la prosa, propiamente dicha. En cuanto a las influencias, leía el otro día una reseña crítica sobre el libro, y salía a relucir el nombre de Jack Kerouac. Tengo que decir que el último nombre que se me ha pasado por la cabeza al leer estos relatos es el del poeta de Lowell. Kerouac era un escritor urgente, poco preocupado por los artificios literarios, y créanme, con un vocabulario bastante reducido. Si me apuran todo lo contrario de Juanfran Molina. En estos relatos, las influencias hay que buscarlas en otros nombres, como los de Raymond Carver o John Fante, como Flannery OConnor o Carson Mccullers, como Selby Jr. Hubert o Nelson Algren, nombres de la literatura norteamericana que tanto gustan al autor y de cuyo estilo sí se ha empapado a lo largo de sus numerosas lecturas el escritor motrileño.    
Otra de las cosas que más me ha sorprendido de los relatos que componen Ciclorama es la ironía que destilan. Nos encontramos ante un autor que hace gala de una fina socarronería, de una inteligente mordacidad, donde la burla cáustica se impone sobre el chiste fácil o sobre el humor grueso, en el que tan fácil habría sido caer dado el material que tenemos entre manos. Para que se hagan una idea, estos relatos están mucho más cerca de figuras como El roto o Forges que de Santiago Segura. Y es precisamente el sutil uso de la ironía lo que hace que al lector se le quede un regusto hierático en la boca. Me río, pero sé que lo que me cuenta este hombre no es cosa de risa. Algo así acaba pensando uno, al terminar muchos de los relatos de Ciclorama.
Al mismo tiempo, algunos de estos relatos piden la colaboración expresa del lector, pues a él le toca decantarse por un final que sólo ha sido esbozado en parte por el propio autor. Y es que en estas páginas se insinúa más que se enseña. Los caminos se bifurcan y estoy seguro de que cada lector elegirá aquel que más le convenga. En resumen, el autor nos da las claves, pero es al lector al que corresponde interpretarlas.   
Sólo me queda decirle a Juanfran que espero, que esperamos con impaciencia, quienes ya hemos tenido la suerte de leer estos relatos, su próxima obra y que somos muchos los que deseamos que siga escribiendo, contra viento y marea si es preciso, porque el mundo de la literatura no anda sobrado de miradas críticas y honestas ni de voces tan originales como la suya.

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