Por si aún teníamos algún tipo de duda, ya ha quedado del todo despejada. Ahora podemos afirmar con rotundidad que lo tenemos claro. Ahora, sí, lo podemos decir en voz alta para que todo el mundo lo escuche. Ya lo hemos comprendido. Hasta los que no querían ver, han acabado por quitarse la venda de los ojos y aceptar la triste realidad. Todo es mentira. Así de simple. Todo lo que nos habían contado hasta el momento es mentira. Hemos vivido metidos en una gran burbuja que ha resultado ser una gran mentira. Nuestro sistema político se ha sostenido sobre pilares que no eran sino grandes mentiras. Todo mentira: la constitución, los partidos políticos, el parlamento y el senado, las comunidades autónomas, los tribunales de justicia, las campañas electorales y las elecciones, y sobre todo, este sistema democrático, corrupto y vil, en el que nos han dicho que vivimos. Democracia, sí, pero sin el pueblo.
La reforma constitucional votada el viernes en el Congreso de los Diputados ha dejado al descubierto, de una vez por todas, la gran mentira en la que vivíamos. Todo cuanto nos habían contado sobre las reformas de ese texto cuasi sagrado que era la constitución de 1978, ahora resulta que era mentira. En realidad, no hacían falta más que un par de llamadas del Presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy al Presidente del Gobierno de España (otra mentira) y que este se tomase un café con Mariano Rajoy para cambiarla radicalmente. Ahora resulta que no se necesitan referéndums, ni terceras partes del congreso, ni que transcurra un número determinado de meses, ni disolver las cámaras, ni nada de cuanto nos habían dicho hasta el momento. La constitución se puede cambiar en un cuarto de hora, sin más apoyo que el de dos partidos (lo de UPN no cuenta, ya que hasta hace poco esos eran el Partido Popular) sin tener en cuenta los intereses de la ciudadanía española, sin tener en cuenta las promesas electorales, sin tener en cuenta al resto de partidos con representación en el congreso. Absolutamente nada. Como digo, todo mentira.
Hasta tal extremo ha llegado la mentira que nos envuelve que hemos visto, finalmente, como en esta IX legislatura, la segunda del presidente Zapatero y el PSOE, estos han acabado por asumir, una a una, todas las tesis políticas de FAES, la fundación que dirige José María Aznar, adalid de la derecha más derecha de toda Europa y, probablemente, del mundo. Zapatero y su gobierno han terminado recortando sueldos, congelando pensiones, guillotinando derechos sociales y laborales, recortando gasto público, con todo lo que ello implica (peor educación, peor sanidad, peores infraestructuras, etc.) y al final, coronando todo este cúmulo de despropósitos, reformando la constitución con nocturnidad, alevosía y a la velocidad de la luz. No obstante, no son tan malos como algunos nos empeñamos en hacer creer. Ya escuchamos el otro día al portavoz del gobierno, José Blanco: si no fuera porque la cosa está muy malita, y hay que ser muy radicales en las decisiones, se habría hecho un referéndum. Por cierto, el discurso de Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso ahondaba en esta tesis.
A partir de ahora, que no me venga nadie con la monserga de la constitución. Para mí no es más que otra mentira. Una gran mentira.
La reforma constitucional votada el viernes en el Congreso de los Diputados ha dejado al descubierto, de una vez por todas, la gran mentira en la que vivíamos. Todo cuanto nos habían contado sobre las reformas de ese texto cuasi sagrado que era la constitución de 1978, ahora resulta que era mentira. En realidad, no hacían falta más que un par de llamadas del Presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy al Presidente del Gobierno de España (otra mentira) y que este se tomase un café con Mariano Rajoy para cambiarla radicalmente. Ahora resulta que no se necesitan referéndums, ni terceras partes del congreso, ni que transcurra un número determinado de meses, ni disolver las cámaras, ni nada de cuanto nos habían dicho hasta el momento. La constitución se puede cambiar en un cuarto de hora, sin más apoyo que el de dos partidos (lo de UPN no cuenta, ya que hasta hace poco esos eran el Partido Popular) sin tener en cuenta los intereses de la ciudadanía española, sin tener en cuenta las promesas electorales, sin tener en cuenta al resto de partidos con representación en el congreso. Absolutamente nada. Como digo, todo mentira.
Hasta tal extremo ha llegado la mentira que nos envuelve que hemos visto, finalmente, como en esta IX legislatura, la segunda del presidente Zapatero y el PSOE, estos han acabado por asumir, una a una, todas las tesis políticas de FAES, la fundación que dirige José María Aznar, adalid de la derecha más derecha de toda Europa y, probablemente, del mundo. Zapatero y su gobierno han terminado recortando sueldos, congelando pensiones, guillotinando derechos sociales y laborales, recortando gasto público, con todo lo que ello implica (peor educación, peor sanidad, peores infraestructuras, etc.) y al final, coronando todo este cúmulo de despropósitos, reformando la constitución con nocturnidad, alevosía y a la velocidad de la luz. No obstante, no son tan malos como algunos nos empeñamos en hacer creer. Ya escuchamos el otro día al portavoz del gobierno, José Blanco: si no fuera porque la cosa está muy malita, y hay que ser muy radicales en las decisiones, se habría hecho un referéndum. Por cierto, el discurso de Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso ahondaba en esta tesis.
A partir de ahora, que no me venga nadie con la monserga de la constitución. Para mí no es más que otra mentira. Una gran mentira.
Todo lo que dices es cierto, lo malo es que te des cuenta ahora, yo hace mucho que lo grito a los cuatro vientos y lo que he conseguido es que algunas personas digan de mi que soy una inadaptada. ¡Todo es mentira!, pero lo más grave es que no pasa solo aquí, es un mal común a casi todo el planeta desde hace muchos siglos. Las únicas reglas que me parecen correctas (y habría que poner algunas en entredicho) son las del código de circulación que creo que hay que respetar si quieres disminuir la probabilidad de morir o matar a otros, todo lo demás sin excepción es BAZOFIA PURA.
ResponderEliminarRepito tus palabras porque son también las mías: ¡TODO ES UNA GRAN MENTIRA!, es insoportable vivir en un mundo así tan lleno de desesperanza.
Querida María Rosa: No me he dado cuenta ahora. Lo sabía desde hace mucho tiempo, ahora es cuando lo he dejado escrito, pero yha lo tenái claro desde hace mucho. Salud
ResponderEliminarYo alucino cuando encuentro gente que vive tan contenta con el sistema a pesar de no ser dirigentes de nada, con ese egoísmo de decir: 'a mi no me va mal del todo, si hay gentes que sufren es su problema, allá se las compongan'. No saben que tarde o temprano repercutirá sobre sus hijos y entonces empezarán a sufrir; quizá entonces empiece a no darles igual.
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