Un escritor muerto de hambre en la ciudad de los sueños rotos
La tercera entrega de la saga protagonizada por Arturo Bandini, Pregúntale al polvo, fue publicada en 1939. Curiosamente, ese año se publicaron en los Estados Unidos cuatro importantes novelas que hacían añicos el sueño americano: El día de la langosta, de Nathanael West, Las uvas de la ira, de John Steinbeck, El sueño eterno, de Raymond Chandler y, por supuesto, Pregúntale al polvo, de John Fante.
En Pregúntale al polvo, la influencia de Hambre, la novela que había publicado Knut Hamsun en 1890, es más que evidente, como luego lo sería también en Factótum, la novela que Charles Bukowski publicó en 1975. El propio Arturo Bandini reconocía al final de Sueños de Bunker Hill que la novela de Hamsum suponía para él un auténtico tesoro, que lo acompañaba siempre, desde el día en que la robó de la biblioteca de Boulder. “La había leído tantas veces que podía recitarla de memoria”, se vanagloriaba Bandini.
Pregúntale al polvo comienza justo en el mismo punto donde termina “Ave María” el último relato de Dago Red: un aprendiz de escritor malgasta los mejores años de su juventud sentado en una habitación barata de un hotelucho de la ciudad de Los Ángeles, preguntándose cómo conseguirá el dinero necesario para pagar la pensión, para comer algo, para poder seguir adelante. Ese escritor no es otro que Arturo Bandini, ahora ya un hombre adulto de veinte años, que trata de abrirse camino como escritor y al mismo tiempo inicia una relación de amor/odio con una joven mexicana llamada Camila Pérez, relación que está a punto de acabar con la salud mental de la chica.
Pregúntale al polvo es una novela sobre la ciudad de Los Ángeles, una obra que retrata perfectamente sus calles, sus bares, sus espectáculos de striptease, sus tranvías, sus mujeres y hombres, e incluso sus terremotos. Bajo la pátina de fracaso y desengaño, de desilusión y racismo que transpira por las páginas de esta novela, se alza un canto a la gran urbe, un gran poema en prosa al paraíso californiano. En las primeras páginas del libro, Bandini expresa en este párrafo magistral su amor por la ciudad que, a un tiempo, lo aniquila y le da la vida:
¡Dame algo tuyo, Los Ángeles! Ven a mí tal y como yo voy hacia ti, con los pies en tus calles, ciudad hermosa a la que tanto amo, flor triste enterrada en la arena, preciosa ciudad.
La tercera entrega de la saga protagonizada por Arturo Bandini, Pregúntale al polvo, fue publicada en 1939. Curiosamente, ese año se publicaron en los Estados Unidos cuatro importantes novelas que hacían añicos el sueño americano: El día de la langosta, de Nathanael West, Las uvas de la ira, de John Steinbeck, El sueño eterno, de Raymond Chandler y, por supuesto, Pregúntale al polvo, de John Fante.
En Pregúntale al polvo, la influencia de Hambre, la novela que había publicado Knut Hamsun en 1890, es más que evidente, como luego lo sería también en Factótum, la novela que Charles Bukowski publicó en 1975. El propio Arturo Bandini reconocía al final de Sueños de Bunker Hill que la novela de Hamsum suponía para él un auténtico tesoro, que lo acompañaba siempre, desde el día en que la robó de la biblioteca de Boulder. “La había leído tantas veces que podía recitarla de memoria”, se vanagloriaba Bandini.
Pregúntale al polvo comienza justo en el mismo punto donde termina “Ave María” el último relato de Dago Red: un aprendiz de escritor malgasta los mejores años de su juventud sentado en una habitación barata de un hotelucho de la ciudad de Los Ángeles, preguntándose cómo conseguirá el dinero necesario para pagar la pensión, para comer algo, para poder seguir adelante. Ese escritor no es otro que Arturo Bandini, ahora ya un hombre adulto de veinte años, que trata de abrirse camino como escritor y al mismo tiempo inicia una relación de amor/odio con una joven mexicana llamada Camila Pérez, relación que está a punto de acabar con la salud mental de la chica.
Pregúntale al polvo es una novela sobre la ciudad de Los Ángeles, una obra que retrata perfectamente sus calles, sus bares, sus espectáculos de striptease, sus tranvías, sus mujeres y hombres, e incluso sus terremotos. Bajo la pátina de fracaso y desengaño, de desilusión y racismo que transpira por las páginas de esta novela, se alza un canto a la gran urbe, un gran poema en prosa al paraíso californiano. En las primeras páginas del libro, Bandini expresa en este párrafo magistral su amor por la ciudad que, a un tiempo, lo aniquila y le da la vida:
¡Dame algo tuyo, Los Ángeles! Ven a mí tal y como yo voy hacia ti, con los pies en tus calles, ciudad hermosa a la que tanto amo, flor triste enterrada en la arena, preciosa ciudad.
Fante,un maestro. Sin embargo, su libro que más me impactó fue "Espera a la primavera, Bandini". Muy buena nota
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