viernes, 2 de julio de 2010

Invisible

Soy invisible. Nadie puede verme. Ni oírme. Ni olerme. No hay ninguna posibilidad de que detectes mi presencia si paso a tu lado. Si estoy junto a ti y grito, no podrás escucharme. Si te toco, no sentirás el tacto de mi piel sobre la tuya. Si te miro cara a cara, no me verás. Porque soy invisible. Esta cualidad abre ante mí un gran abanico de posibilidades. A veces, cuando estás en la ducha, yo estoy allí, sentado ante ti, observándote, con una sonrisa de satisfacción en los labios. En esas ocasiones, me gusta ver cómo te vas desnudando, sin prisas. Disfruto viendo cómo, cada prenda, va cayendo al suelo, descuidadamente. Me gusta, sobre todo, ver cómo te enjabonas el cuerpo y luego te deshaces de la espuma, el agua tibia escurriéndose piel abajo, y yo allí, admirando el color oscuro de tu pubis, la forma perfecta de tus pechos, tan pequeños y jugosos. Me gusta, más que cualquier otra cosa en el mundo, la suavidad con que secas tu piel morena. Así que ya estás avisada. Hoy, cuando entres en la ducha, yo estaré allí, para no perderme ni el más mínimo detalle. Sacando partido a mi invisibilidad.

5 comentarios:

  1. El otro día me encontré con un libro tuyo en una de mis librerías favoritas :)

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  2. Vaya, eso está muy bien. Espero que te lo llevases para casa. Por cierto, ¿fue en Reciclaje?

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  3. ¿Y esa condición de invisibilidad,la has adquirido últimamente, o es de nacimiento?¿Se manifiesta a voluntad, o sólo ante mujeres desnudas?

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  4. Este tipo de comentarios me parece absolutamente fuera de sitio. No sé si la persona que lo ha escrito lo ha hecho con mala intención o simplemente porque no hay más. Lo he puesto para poder dejar este comentario debajo. Por favor, un poco más de imaginación.

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  5. ¡Bendita Inquisición!

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