Las olas empaparon mis botas, mis calcetines, los bajos de mi pantalón. No consiguieron borrar las ganas de verte. Un perro, a lo lejos, empezó a ladrarme. Creo que el hijoputa se reía de mí. Varios autobuses se detuvieron en el paseo marítimo. Se bajaron varios grupos de turistas japoneses, con sus cámaras fotográficas último modelo y/o sus cámaras de vídeo. Ahora soy el chico más triste de las televisiones de Japón. Yo y mis botas mojadas por el agua salada de las olas.
2 poemas de Christian Mingorance Gijón
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Lo políticos de mi país
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Hace 15 horas
"El chico más triste de las televisiones de Japón", me gusta esta frase. Me gusta tu blog, tiene fuerza y belleza, aunque a veces toca aspectos que producen escozor. Me gusta pasear por tu margen izquierda.
ResponderEliminarJavier