El hombre luce una inquietante sonrisa. Va afeitado con pulcritud. De su oreja derecha cuelga un pequeño aro dorado. Viste con elegancia. Se mira en el espejo y reconoce en él a un hombre satisfecho consigo mismo, un hombre capaz de conseguir cualquier cosa que se proponga. El hombre de la sonrisa inquietante está a punto de salir a la calle a matar a otro hombre. No es nada personal. No tiene nada contra él. Ni siquiera lo conoce. Es, simplemente, un encargo más. El hombre de la sonrisa inquietante se gana la vida matando a otras personas. Es un asesino a sueldo. Pero no uno del montón. Él es el mejor.
ECOLOGISMO: PASADO Y PRESENTE (con un par de ideas sobre el futuro)
-fragmento IV-
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Tras los espantosos incendios del verano de 2023, un titular de prensa
decía: “El cambio climático ha convertido los bosques de Canadá en un
infie...
Hace 12 horas
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