miércoles, 30 de diciembre de 2009

El nuevo año

Me gustaría desearos a todas y todos los que entráis en mi Margen Izquierda lo mejor para el nuevo año. Ojalá que sea un año abundante en cultura, que haya montones de buenas novelas, de versos y poemas electrizantes, de canciones que nos hagan sentirnos vivos, de películas que nos devuelvan la esperanza. Ojalá que seamos capaces de enfrentarnos a la injusticia social, que combatamos a muerte la insolidaridad, la pobreza y la estupidez; que denunciemos a los corruptos y levantemos nuestra voz contra todo lo que degrada al ser humano. Ojalá que sigan existiendo miradas que nos conmuevan, labios que nos apasionen, caricias que nos subyuguen. Que cada uno busque sus razones para seguir adelante, porque como cantaba Billy Bragg, "la lucha continúa". Salud y todo lo mejor para 2010.

domingo, 27 de diciembre de 2009

El cuaderno rojo

Había preparado café, bien cargado, como a ella realmente le gustaba. Sirvió una taza grande, de color verde y le añadió un poco de leche desnatada. Nada de azúcar. Hacía más de veinte años que siempre tomaba el café sin azúcar, experimentado una sensación extraña en el primer sorbo, para luego paladearlo lentamente, sorbito a sorbito. Hacía unos minutos que se había dado una ducha caliente y llevaba puesto un pijama de color naranja sobre las braguitas y el sujetador de color negro. Se descalzó y después se sentó en el sofá y tomó el bolígrafo entre sus dedos. Abrió el cuaderno rojo. Empezó a escribir: "¿Qué música sonaba el último día? Yo sólo escuchaba su respiración entrecortada y profunda, sus suspiros, sus susurros, el palpitar de su corazón cuando apoyaba mi cabeza sobre su pecho, las gotas de lluvia sobre los cristales." Se detuvo un instante y bebió un pequeño sorbo de café. Releyó las frases que acababa de anotar. Sí. Le gustaban. Continuó escribiendo: "Ahora sé por qué nunca hago el amor con música. Me distrae para oír sus sentimientos, para oler el sudor de su piel, para sentir el recorrido de sus manos." Lo releyó todo otra vez. Se sentía extraña escribiendo aquello. Tomó entre sus manos la taza y volvió a beber. Sintió la misma extraña emoción que sentía últimamente cada vez que pensaba en aquel hombre, en sus ojos, en sus tonterías, en el movimiento de sus manos. Y escribió una última frase antes de cerrar el cuaderno rojo y apurar de un solo trago la taza de café: "La vida está hecha de pequeñas transgresiones."

sábado, 26 de diciembre de 2009

Algunas noches...

Algunas noches me descubro aullando a la luna.
En el pueblo se organizan batidas
y cuadrillas de hombres salen en mi busca,
armados hasta los dientes, para darme caza.
Yo, como una sombra, me oculto entre los árboles.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Su piel

Su piel,
como fuego ardiente,
como escarcha fría,
dulce y mortal.
Heroína pura.

martes, 22 de diciembre de 2009

Frío

Hoy,
aquí,
al sur del Sur,
cuando la temperatura
roza los cero
grados centígrados,
y ha llovido todo el día,
me he acordado de ti,
de tus manos cálidas
jugando
en mi espalda,
de tus uñas febriles
dibujando
una serpiente roja
en mi piel,
de tus ojos negros
desnudos
de cintura para arriba,
del olor a fruta fresca
de tu cuerpo,
del sabor adictivo
de tus besos.
Y he arrancado a sudar.

(De Versos de alambre de espino, Editorial Alhulia, 2009)

lunes, 21 de diciembre de 2009

Veinte años con los Simpsons

El pasado día 17 de diciembre la serie de animación Los Simpsons cumplió veinte años. Fue un 17 de diciembre pero de 1989, cuando la cadena estadounidense Fox emitía por primera vez un capitulo de esta familia disfuncional americana. En nuestro país, si la memoria no me falla, los primeros capítulos pudimos verlos a principios de 1991. Los emitían en la 2 y a las once de la noche, dentro de algún programa de esos que nadie recuerda. En cambio, las aventuras y desventuras de Homer, Bart, Lisa, Marge y la pequeña Maggie, han resistido durante dos décadas, que se dice pronto. Más de cuatro cientos capítulos, cientos y cientos de personajes invitados han pasado por la serie, desde científicos a poetas, pasando por músicos, deportistas, actores y actrices, e incluso presidentes de los iuneitidsteits. Durante todo este tiempo, otras series magníficas han llegado y se han ido, como Friends, Los Soprano, Futurama (también creada por Matt Groening), pero los Simpsons han resistido, al pie del cañón, siempre en vanguardia. Algunos de estos capítulos son sencillamente gloriosos, de lo mejor que se ha creado en ficción televisiva. Bien es cierto que en las últimas temporadas el nivel no es tan alto como al principio, pero joder, siguen estando mucho mejor que cualquier otra serie que se tercie. Así que esperemos que duren otros cuantos años más y nos hagan pasar ratos tan divertidos como los que hemos tenido hasta ahora. Larga vida a los Simpsons.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Cuando Patricia Highsmith se llamó Claire Morgan

En 1952, una novela titulada El precio de la sal llegó a las librerías estadounidenses. La firmaba una autora completamente desconocida: Claire Morgan. El libro narraba una historia de amor entre dos mujeres, una chica joven, llamada Therese, y una mujer no mucho mayor que ella, pero casada, cuyo nombre era Carol. Lo insólito del argumento no radicaba en que el libro tratase el amor lésbico, sino en el final del libro. Por primera vez en la literatura norteamericana (y probablemente en la de cualquier otro país) un libro en el que una mujer se enamora de otra mujer termina de manera esperanzadora, positiva, incluso feliz. Y es que hasta la publicación de este libro, en la narrativa mundial, la homosexualidad era un tremendo tabú, y los personajes homosexuales no podían aparecer como personas felices, con éxito en su vida laboral y personal, sino como desgraciados, enfermos mentales, futuros suicidas o simplemente depravados. Así que ya podemos imaginar el cambio tan radical que supuso la aparición de esta novela a la hora de enfrentarse a la homosexualidad en la literatura.
Durante un tiempo, el libro, cuya primera edición había sido en tapa dura, obtuvo algunas críticas “serias y respetables” pero unas ventas discretas. Sin embargo, un año después, cuando se hizo una edición de bolsillo, las ventas se dispararon, llegando a la nada despreciable cifra de un millón de ejemplares vendidos y se supone que muchos más lectores. La pequeña editorial que lo había lanzado, The Naiad Press, empezó a recibir cientos de cartas dirigidas a Claire Morgan, en las que el público expresaba su sentir hacía la historia de amor entre Therese y Carol. Muchas de estas cartas eran auténticos gritos de desesperación por parte de personas solitarias, atrapadas en pequeñas poblaciones donde ser homosexual o lesbiana era visto como el peor de los castigos.
Treinta y dos años después, es decir, en 1984, El precio de la sal fue reeditada, pero esta vez con un título distinto: Carol. La sorpresa vino cuando, en vez de Claire Morgan, el libro venía firmado por Patricia Highsmith, en ese momento, una escritora consagrada de novela negrocriminal y lesbiana militante. La nueva edición venía precedida por un prólogo de la propia autora, explicando las razones que la llevaron a escribir una novela como Carol y a publicarla bajo pseudónimo. Esa novela está traducida a nuestro idioma (Traducción de Isabel Núñez y José Aguirre), y publicada en la magnífica colección Compactos de Anagrama (nº 144). Y es altamente recomendable.

sábado, 19 de diciembre de 2009

He llegado...

He llegado a tu vida para hecerte feliz, le dijo el chico mirándola a los ojos. He llegado a tu vida para hacerte feliz, repitió. Ella sonrió y apuró su copa de un trago.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Las olas

Las olas empaparon mis botas, mis calcetines, los bajos de mi pantalón. No consiguieron borrar las ganas de verte. Un perro, a lo lejos, empezó a ladrarme. Creo que el hijoputa se reía de mí. Varios autobuses se detuvieron en el paseo marítimo. Se bajaron varios grupos de turistas japoneses, con sus cámaras fotográficas último modelo y/o sus cámaras de vídeo. Ahora soy el chico más triste de las televisiones de Japón. Yo y mis botas mojadas por el agua salada de las olas.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Todo el infortunio....

El filósofo, científico, matemático y escritor francés Blaise Pascal (1623-1662) dejó escrito: "Todo el infortunio del hombre procede de una sola cosa, de no saber estarse tranquilamente en su habitación."

viernes, 11 de diciembre de 2009

Dirección prohibida

Últimamente, con demasiada frecuencia, me asalta la extraña sensación de que voy conduciendo mi coche a toda hostia por una autopista desconocida y además en dirección prohibida.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Autostop

Esta mañana,
mientras conducía, despacio, hacia el trabajo,
he visto a una chica despampanante
que hacía autostop en el arcén.
Era alta,
una gran melena oscura y rizada caía sobre su espalda,
ojos negros, brillantes como estrellas fugaces,
largas piernas enfundadas en medias de malla,
cuerpo de estatua griega.
Perfección geométrica.
Al pasar junto a ella
no he podido evitar detenerme.
He abierto la puerta derecha de mi coche
y he puesto la mejor de mis sonrisas.
Le he preguntado a dónde se dirigía
y después la he invitado a subir.
Ella
se ha sentado en el asiento del acompañante
y mirándome a los ojos se ha presentado:
Hola, me llamo Tristeza. Eso ha dicho.
Bienvenida a mi mundo, Tristeza, he contestado,
sosteniéndole la mirada.
Y nos hemos ido juntos.

martes, 8 de diciembre de 2009

El hombre luce una inquietante sonrisa (II)

El hombre luce una inquietante sonrisa. Va afeitado con pulcritud. De su oreja derecha cuelga un pequeño aro dorado. Viste con elegancia. Se mira en el espejo y reconoce en él a un hombre satisfecho consigo mismo, un hombre capaz de conseguir cualquier cosa que se proponga. El hombre de la sonrisa inquietante está a punto de salir a la calle a matar a otro hombre. No es nada personal. No tiene nada contra él. Ni siquiera lo conoce. Es, simplemente, un encargo más. El hombre de la sonrisa inquietante se gana la vida matando a otras personas. Es un asesino a sueldo. Pero no uno del montón. Él es el mejor.

domingo, 6 de diciembre de 2009

sábado, 5 de diciembre de 2009

Tres deseos

Un beso de tu boca.

Un beso de tus labios.

Un beso de tu lengua.

Después,
sólo humo,
humo gris
que se desvanece en la tarde.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Presentación en Córdoba de "Versos de alambre de espino"

El próximo vienes, 11 de diciembre de 2009, tendrá lugar la presentación de mis Versos de alambre de espino, en la ciudad de Córdoba. El sitio elegido es el "Espacio social y cultural al borde", que está en la calle Conde de Cárdenas, 3. Empezaremos sobre las ocho de la tarde y la presentación correrá a cargo de mi amiga Emiliana Rubio. Después nos tomaremos unas cervecillas o una copilla de vino. Ya sabes, si te pilla por Córdoba y te interesa la poesía o simplemente te apetece pasarte por allí, estás invitada o invitado, tanto da.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Reseña de Versos de alambre de espino en el diario Granada Hoy

En la edición de hoy, 3 de diciembre de 2009, del diario Granada Hoy, aparece esta reseña que el poeta Rafael Espejo dedica a mi poemario Versos de alambre de espino.

Radiografías de temporada

Rafael Calero presenta 'Versos de alambre de espino', donde reconoce la devoción explícita a Lorca, Pavese o Bukowski

Rafael Espejo / Granada |
zoom

Rafael Calero.

A partir del siglo XX, con el boom demográfico y democrático de las sociedades, las líneas paralelas de lo culto y lo popular han engrosado tanto que por fuerza se tocan en algunos puntos, intentaré explicarme. Si por un lado el aperturismo informativo está aniquilando el valor del conocimiento, el acceso a la educación ha invertido la pirámide de analfabetismo global; si por un lado las tradiciones ya no son unívocas (ni por géneros, ni por naciones ni por épocas), ese mismo eclecticismo está borrando las huellas de la identidades colectivas en favor de las individuales: los grupos ahora están compuestos de una suma de unidades.

Y esto, en el caso que nos ocupa, se traduce en una multiplicidad de voces tal que hoy resulta imposible distinguir una poesía genuinamente española, o americana, o francesa. Y no sólo porque entre ellas, repito, prime más un espíritu de época que una idiosincrasia cultural, sino porque incluso dentro de cada rótulo habría que distinguir casi tantos epígrafes como autores. Ya digo, cada cual se va modulando su propia multitradición a partir de la cultura que consume.

La última entrega de Rafael Calero Palma, presentada hace unas semanas en Granada, es un ejemplo claro de libro hijo de su tiempo: desestructurado, elíptico, comprometido. Y, claro, mestizo: en sus poemas reconoce explícitamente la devoción a autores tan dispares como Lorca, Carver, Alberti, Umbral, Pavese, Bukowski, Miguel Hernández, Kerouac; asoman músicos como Neil Young, Elvis, Tom Waits, Mozart, Bob Dylan, Kurt Cobain o Fito Páez; cineastas (Coppola, Jessica Lange, Jack Nicholson), personajes de ficción (James Bond, don Quijote), personajes históricos (Judas Iscariote), pintores (Picasso), etc. Digamos que el poemario viene rabioso de modernidad. Y si sus palabras quieren tomar el pulso a lo inmediato lo hacen en línea recta, sin merodeos, en un descarado tú a tú: referencias deportivas (el Barça, Roland Garros), histriónicas citas de Pedro Solbes o de Ana Blanco (presentadora del telediario), líricas denuncias a los contratos basura, etc. El culturalismo de esas referencias junto a lo políticamente incorrecto de su idioma. Lo popular y lo culto, como decía al principio.


miércoles, 2 de diciembre de 2009

Es bueno ser malo y es malo ser bueno


Si el nombre de Malcom McLaren pasa a la historia es, sin duda, por ser considerado el inventor de movimiento punk. Tradicionalmente se le ha atribuido la paternidad de dicho movimiento juvenil de carácter nihilista y destructivo. No obstante, si hemos de ser rigurosos con la Historia, está claro que McLaren no inventó el punk como estilo musical, pues sus orígenes se pueden rastrear en los grupos de garaje norteamericanos de los años sesenta, así como en figuras más o menos underground de los Estados Unidos e Inglaterra: Patty Smith, Lou Reed, Iggy Pop, David Bowie, Alice Cooper y otros muchos más. En palabras de Diego Manrique, Malcom McLaren es un personaje digno de Charles Dickens. De los malos, malísimos, añado yo. Y es que el tipo en cuestión ha sido a lo largo de toda su vida un genio de la palabrería, un mago del funambulismo empresarial, un virtuoso del abracadabra, pata de cabra, me saco de la manga a un grupo de rock y me hago millonario epatando a la biempensante sociedad británica de la década de los setenta. Y eso lo demuestra el hecho de que fuera capaz de inventarse todo un entramado artístico-comercial alrededor de unos tipos sin dos dedos de frente. Me refiero, ladies and gentlemen, como no, a los Sex Pistols. Nunca un grupo de rock ha llegado tan lejos con tan poco que ofrecer. Tan solo grabaron un disco durante su corta pero intensa vida. Pero su legado, tanto artístico como comercial, se ha multiplicado hasta límites insospechados.
Cuentan las crónicas que su abuela materna, Rose Isaacs, judía de origen sefardita, le dijo en cierta ocasión: “Es bueno ser malo y es malo ser bueno” y al chiquillo se le quedó aquello grabado a fuego en el alma. A partir de aquel día vivió siempre bajo la influencia de ese epitafio. Desde su tienda londinense Sex, dedicada a la venta de ropa de tendencia sadomaso, orquestó, dirigió y llevó a buen puerto toda una operación de acoso y derribo al sistema operativo británico, y por ende, al resto de occidente. Llevando a la práctica las teorías del movimiento situacionista, esto es, la provocación hasta límites insospechados y la confrontación como arma de destrucción masiva, fue, durante unos meses, el tipo más famoso de su país, pero también el más odiado, el hombre al que ninguna mujer querría tener como novio de su hija. McLaren dirigió la breve carrera de los Pistols, inventando toda la parafernalia estética del movimiento punk, léase, crestas de colores, camisetas con letreros del tipo “te odio” o “jódete”, imperdibles en las orejas, pantalones agujereados, escupitajos desde y hacia el escenario, y canciones repletas de ruido, mucho ruido, cantidades ingentes de ruido, capaces de transmitir toda la rabia, toda la frustración, toda la mala leche de una juventud, la británica de finales de los setenta, cuyo lema, de camino, también inventó Malcom McLaren: “no future”. Y es que en 1977, el futuro no estaba nada claro. Aunque McLaren ya lo intuía. ¡Qué genio, el cabronazo!