Enamorado
de la moda juvenil. Punk y nueva ola. La movida madrileña
En 1977 un buen puñado de jóvenes, con
los pelos de colores, luciendo imperdibles, y al grito de “No future”, toman al
asalto las calles de Londres, Nueva York y otras grandes urbes mundiales. Sex
Pistols, The Clash, Ramones, The Damned, Siouxie and The Banshees o Joy
Division se encargan de poner la banda sonora. En España, tardarán todavía un
poco en aparecer los primeros punks, pero cuando lo hacen, irrumpen con fuerza.
Kaka de luxe es el nombre del prime grupo punk que surge en España, algo así
como el big bang de la música moderna
española. No tienen ni puta idea de cómo se toca una guitarra o una batería pero
tienen todo el morro del mundo para subirse a un escenario. Por sus filas
pasaron gente que más tarde militaría en algunos de los grupos más importantes
de la década de los ochenta: Fernando Márquez, El zurdo, en La Mode; la mexicana Alaska, con su inseparable Nacho Canut y Carlos Berlanga,
en Alaska y los Pegamoides y más tarde en Alaska y Dinarama y Fangoria; o
Enrique Sierra, en Radio Futura. Para la posteridad graban un puñado de
canciones que suenan horribles pero que son toda una declaración de principios:
“Pero que público más tonto tengo”, “Pero me aburro”, “La tentación” o “Rosario/Toca
el pito”. En unos meses, empiezan a surgir grupos como setas, en cualquier
rincón de la geografía española: en Barcelona, Loquillo y Trogloditas, Los
Rebeldes, Los Burros; en Vigo, Siniestro Total, Golpes Bajos y Os Resentidos;
en Granada, 091; en Málaga, Danza Invisible; en Valencia, Seguridad Social o PP
tan sólo; en Sevilla, Dulce Venganza; y en Madrid, además de los ya citados,
Parálisis Permanente, Gabinete Caligari, Derribos Arias, Las Chinas, Nacha Pop,
Décima Víctima, Los Pistones, Los Zombies, PVP, Los Coyotes, Los Secretos, Los
Nikis, Los Elegantes, Ejecutivos Agresivos, Aviador Dro, Glutamato Ye-Ye o Mamá son algunas de las bandas más punteras
de lo que se dio en llamar La Movida madrileña.
Rock
de la línea del frente. Rock Radical Vasco.
El RRV (Rock Radical Vasco) ha sido,
con toda probabilidad, el último gran movimiento contracultural que se ha dado
por estas latitudes. Nacido cuando la década de los ochenta ya había echado a
andar, (el pistoletazo de salida se dio en 1983, en un concierto multitudinario
contra un campo de tiro militar, celebrado en Tudela) en torno a una red de
fanzines, radios piratas y lo que en Euzkadi se denomina gaztetxe (que no es otra cosa que un centro juvenil) la mayoría de
ellos okupados y autogestionados. Se trata de un movimiento de rock contestatario
y visceral, con un fuerte compromiso político, izquierdista y nacionalista. Muchos
de estos grupos estaban muy cercanos e incluso militaban activamente en la
izquierda abertzale. Entre los grupos más punteros La Polla Records, Kortatu
(de sus cenizas surgieron los grandiosos Negu Gorriak y de las de estos, los
internacionalistas Brigadistak Sound System, con Fermín Muguruza al frente),
Jotakie, Kontuz Hi!, Vulpes, Zarama, Eskorbuto, Hertzainak, Barricada, Potato,
RIP, Cicatriz, Tijuana in Blue, Belladona o Tahúres Zurdos, incendiaron las
calles del País Vasco con su rock de guitarras afiladas, su reggae tropical, su
ska jamaicano, su punk gamberro y su actitud nihilista. Unos cantaban en
euskera y otros en castellano pero más o menos, todos se gastaban la misma mala
leche. Y todo ello de espaldas a la gran industria musical española, actuando desde
la más absoluta independencia, editados, prácticamente todos ellos en el sello
pamplonica Soñua, que en euskera significa “a gritos”. Por desgracia para
muchos de sus protagonistas, la heroína también corrió como la pólvora y muchos
de aquellos jóvenes protagonistas del RRV son, hoy, parte de la leyenda.
Años
90: Cultura del pelotazo y yuppies. El extraño caso de Extremoduro
En la década de los noventa, España
entera se convierte a la religión del neoliberalismo, que ya arrasaba en
algunos países sudamericanos, como Venezuela o Argentina. La beautiful people toma el poder y ahora
el objetivo es hacerse millonario a la mayor brevedad posible. Es lo que se
denomina en España “la cultura del pelotazo”. Como señala Jesús Ordovás, se
trata de “la filosofía del éxito a cualquier precio impuesta por los ganadores”.
En lo musical, el país se convierte en un auténtico erial, con abundancia de
grupos clónicos que cantan en inglés (aunque no tengan ni puta idea de inglés)
más sosos que la comida de un hospital. De la mayoría de ellos no nos acordamos
pero además, ni falta que nos hace.
De lo poco salvable de la década, en
cuanto al tema que nos ocupa, están los Extremoduro,
un grupo formado en Plasencia, una pequeña ciudad del norte de Extremadura, en
torno al guitarrista, cantante y compositor Roberto Iniesta, que sin ningún
tipo de apoyo mediático, funcionando a contracorriente, y con una actitud a
medio camino entre el punk y el lumpenproletariat,
ha terminado por convertirse en la banda más poderosa de todo el país. Sus
directos son arrasadores, sus discos se venden como rosquillas y todo ello de
espaldas a la industria discográfica, sin entrevistas, sin concesiones de
ningún tipo, simplemente grabando buenos discos y mejores canciones, haciendo
en todo momento, literalmente, lo que les sale del ombligo.
Siglo
XXI. Rap, hip-hop y otras hierbas
En 1989, se publica el disco colectivo Madrid hip-hop, considerado unánimemente
como el embrión de la cultura hip-hop y rap en España. En el disco participaron
cuatro grupos: Sindicato del Crimen, DNI, QSC y Estado Crítico. Después
vinieron otros muchos, como SFDK, el Club de los Poetas Violentos, 7 notas 7 colores
(al frente de los cuales estaba Mucho Muchacho), La Puta Opepe, Solo los Solo,
Frank T, La Mala Rodríguez, Violadores de Verso, Chojin, Tote King, La
Excepción (con su carismático líder El Langui). Entre todo este mogollón de
grupos y MCs, tenemos que destacar a los valencianos Los Chikos del Maíz, un
grupo de hip-hop bastante politizado, de tendencias marxistas y anti-fascistas,
formado por los MCs Mega y Toni el Sucio y por el DJ Bokah. En sus polémicas
letras se habla de temas que no aparecen con frecuencia en las canciones del
género, como el terrorismo, la monarquía, o la situación laboral de miles de
jóvenes españoles; y Def Con Dos, una banda liderada por César Strawberry, que
mezcla rap y rock duro, como un cóctel hispano entre Public Enemy y Beastie
Boys, y que llevan más de dos década
lanzando sus proclamas anti-todo rebosantes de humor negro y mala baba. Su
último disco se titula España es idiota.
Y esto, y esto, y esto es todo, amigos.
Salud y libertad.
(El artículo "Música y contracultura en España" apareció publicado en el número de abril/2014 de la revista mejicana Generación)
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