Frente a
mi casa, aquella misteriosa ventana. Si he de ser sincero, lo que me atraía de ella,
no era la cornisa medio rota; ni el cableado, puesto allí como a lo loco; ni la
geometría asimétrica de las piedras; ni aquel extraño objeto —por más vueltas
que le di, nunca logré saber qué era aquella
cosa—, con el número de teléfono tatuado sobre su piel; ni tan siquiera
aquel anticuado aparato de aire acondicionado, colocado ante los barrotes, como
olvidado por el destino. Lo que me intrigaba de verdad era que allí dentro,
tras aquella ventana, vivía un perro llamado Dylan. Como el músico
americano.
3 poemas de ANA DEACRACIA de ME SABE A LIMÓN
-
Si te interesa esta publicación puedes contactar con la autora en:
anadeacracia@gmail.com
Hace 9 minutos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.