El sábado,
siete de diciembre de este 2013 que ya empieza a agonizar, mi amiga María
Merino Barragán estuvo en Colliure, la población francesa en la que está
enterrado el poeta sevillano Antonio Machado. María es republicana, de familia ácrata,
y aunque ella nació, se crió, ha vivido y aún vive en la Ciudad Condal, su
abuelo Pepe, junto con sus demás hermanos, nacieron, como yo, en Aguilar de la
Frontera, un pueblo blanco y hermoso de Córdoba. Ellos abandonaron el pueblo a
comienzos del siglo XX, pues vivir y trabajar en aquel tiempo en la Campiña
cordobesa, en manos de los grandes latifundistas, señoritos y fascistas para
más señas, era francamente complicado, sobre todo para hombres y mujeres como
los que componían la familia Barragán Criado, con un anhelo extraordinario de
emancipación, de justicia y de libertad. Así
me lo contaba María en un correo electrónico:
La familia Barragan Criado, viajó a Barcelona
en pleno y a principios del siglo XX. José era el hijo mayor y un activista de la
CNT, siempre comento que a mí me enseño a querer Cataluña un cordobés (y no ha
sido Montilla...) Mi abuelo, como todos los que emigraban en esa época, se
asimilaban sin complicaciones a Cataluña y al catalán, con clara conciencia de
clase y con mucha inquietud de aprendizaje y mejora. Era promotor de los
ateneos obreros y amaba la cultura... Es una anécdota pero cuando nos independizábamos
de casa, nos regalaba una enciclopedia... En fin, José era el mayor, después y
no recuerdo el orden: las hermanas Natividad, Paz, Miguel, Manuel, Antonio, Rafael y
Pablo.
José y
Miguel (no sé si los demás hermanos también) fueron militantes anarcosindicalistas
de CNT durante los años del plomo, milicianos ambos durante la Guerra Civil y
exiliados durante la posguerra. Además Miguel tuvo la tremenda mala suerte de
caer prisionero del ejército nazi. Fue trasladado a Mauthausen, donde ingresó
el día 3 de noviembre del año 1941. En el libro Andaluces en los campos de Mauthausen, de Sandra Checa, Ángel del
Río y Ricardo Martín, se dice que fue trasladado a Dachau el día 8 de noviembre
de 1942. Ese cambio era muy poco común, pero se dieron algunos casos. Miguel
permaneció en Dachau hasta el mismo día de la liberación del campo, el 29 de
abril de 1945, por el ejército estadounidense. Después
de su paso por el infierno, Miguel siguió viviendo en el exilio, concretamente
en la población francesa de Cervere, muy cerca de la frontera española, hasta
que murió el dictador y volvió a instalarse en Barcelona, donde murió el día
doce de febrero del 1992, a los ochenta y siete años de edad.
Como
decía más arriba, el sábado María visitó la tumba donde yacen los restos de Don
Antonio Machado y los de su madre, la señora Ana. Según me contaba mi amiga, no
es esta la primera vez que lo hace. La novedad este año es que María había
imprimido en un folio un poema que yo escribí hace unos años, titulado “Poetas” y que
está incluido en mi libro Versos de
alambre de espino. En ese poema, yo citaba a cinco poetas españoles
comprometidos con la República y con el pueblo en armas contra el fascismo:
Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti y León
Felipe.
El sábado
en el cementerio de Colliure, ella leyó en voz alta mis versos, que en el poema
se mezclan con los versos universales de estos cinco poetas, frente a la tumba
del genial poeta sevillano, y luego dejó el folio blanco sobre el frío mármol,
para que en los próximos días lo pueda leer toda aquella persona que así lo
desee. Ese humilde gesto era nuestra manera, la de María y la mía, en la
distancia, de honrar la memoria del poeta más honesto, coherente y valiente de
cuantos ha dado la poesía española. El poeta que prefirió el exilio y la muerte
antes que dejarse pisotear por el fascismo. Don Antonio Machado. Pero también
era nuestra manera de honrar a las mujeres y hombres que como su abuelo Pepe y
su tío Miguel, mis paisanos libertarios, dieron los mejores años de su vida
para combatir al fascismo.
Buena idea... Espero morir antes que tú.
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