jueves, 26 de diciembre de 2013

No hay derecho, no hay derecho.



El Día 24 se murió el que fuera cantante de Siniestro Total, de Golpes Bajos, de Los Anónimos, el gran Germán Coppini. Tenía 52 años y había escrito algunas de las canciones más hermosas de las que se han compuesto en castellano. Canciones como “Malos tiempos para la lírica”, “Cena recalentada” o  “La virgen loca”, por poner sólo tres ejemplos de algunas de las que hizo con su grupo Golpes Bajos. Dejo para más adelante un artículo glosando su obra, tanto en los diferentes grupos en los que dejó su personalísima huella como su trabajo en solitario, que también lo hubo y bastante interesante, por cierto, aunque no fuera ni la mitad de famoso de lo que lo fue con aquel grupo irrepetible que fueron los Golpes Bajos. .
Escribo esto a toda pastilla porque desde que me enteré de la muerte del cantante santanderino (mucha gente piensa que era gallego, pero no es así) no paro de darle vueltas a esta reflexión: ¿Por qué se muere joven la gente que merece la pena? ¿Por qué la persona que escribió “Cena recalentada o Hansel y Gretel” tiene la mala suerte de morir a esa edad? ¿Por qué el destino, el azar, o lo que coño sea, nos priva de su inconmensurable arte? A ver, así, a bote pronto, se me ocurren tres mil o cuatro mil indeseables que podrían haber muerto en lugar de Germán Coppini. Supongo que cada cual tendrá su lista. Yo, al menos, la tengo. Por ejemplo, esa lista podría estar encabeza por George W. Bush. ¿Por qué no? ¿Para qué necesita la humanidad a ese pedazo de cabrón? La respuesta es obvia: para nada. Otro que podría estar en la lista es el Ministro de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España, José Ignacio Wert. O ya puestos, su jefe, el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. En realidad, en mi lista están todos los ministros y ministras del Gobierno de España. Todos. No se salva ni uno solo de ellos. O Rouco Varela, ese cura facha y retrógrado que no para de dar por culo, oponiéndose al aborto, al sexo homosexual (bueno, y a todo tipo de sexo, salvo aquel que sirve para traer criaturas a este mundo hostil y malvado, aunque se vayan a morir de hambre dos semanas después de nacer). Esperanza Aguirre también ocupa un lugar preferente en mi lista, junto a Emilio Botín. Y Angela Merkell. La canciller alemana no puede faltar en cualquier lista de estas características. Lo mismo que Durao Barroso. Y las grandes fortunas del mundo. Por supuesto, esos también, que por culpa de ellos, anda la cosa de aquella manera. No voy a poner más nombres por no ponerme pesado, pero ya sabéis todos a quién me refeiro: a todos los Slims, a todos los Ortegas, a todos los Gates del planeta Tierra. 
Pero nada, todos esos se morirán de viejos, como Margaret Thatcher, como Franco, como Pinochet, después de haber disfrutado de una vida longeva y agradable, llena de lujos, aunque por sus actos no merecían sino todo lo peor que a uno se le pueda ocurrir. Puta muerte que se lleva a Coppini y nos deja a Bush. No hay derecho. No hay derecho. 

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