El Día 24
se murió el que fuera cantante de Siniestro Total, de Golpes Bajos, de Los
Anónimos, el gran Germán Coppini. Tenía 52 años y había escrito algunas de las canciones más hermosas de las
que se han compuesto en castellano. Canciones como “Malos tiempos para la
lírica”, “Cena recalentada” o “La virgen
loca”, por poner sólo tres ejemplos de algunas de las que hizo con su grupo
Golpes Bajos. Dejo para más adelante un artículo glosando su obra, tanto en los
diferentes grupos en los que dejó su personalísima huella como su trabajo en
solitario, que también lo hubo y bastante interesante, por cierto, aunque no
fuera ni la mitad de famoso de lo que lo fue con aquel grupo irrepetible que
fueron los Golpes Bajos. .
Escribo
esto a toda pastilla porque desde que me enteré de la muerte del cantante
santanderino (mucha gente piensa que era gallego, pero no es así) no paro de
darle vueltas a esta reflexión: ¿Por qué se muere joven la gente que merece la
pena? ¿Por qué la persona que escribió “Cena recalentada” o “Hansel y
Gretel” tiene la mala suerte de morir a esa edad? ¿Por qué el destino, el azar,
o lo que coño sea, nos priva de su inconmensurable arte? A ver, así, a bote
pronto, se me ocurren tres mil o cuatro mil indeseables que podrían haber muerto
en lugar de Germán Coppini. Supongo que cada cual tendrá su lista. Yo, al
menos, la tengo. Por ejemplo, esa lista podría estar encabeza por George W.
Bush. ¿Por qué no? ¿Para qué necesita la humanidad a ese pedazo de cabrón? La
respuesta es obvia: para nada. Otro que podría estar en la lista es el Ministro
de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España, José Ignacio Wert. O ya
puestos, su jefe, el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. En realidad, en mi
lista están todos los ministros y ministras del Gobierno de España. Todos. No
se salva ni uno solo de ellos. O Rouco Varela, ese cura facha y retrógrado que
no para de dar por culo, oponiéndose al aborto, al sexo homosexual (bueno, y a
todo tipo de sexo, salvo aquel que sirve para traer criaturas a este mundo
hostil y malvado, aunque se vayan a morir de hambre dos semanas después de
nacer). Esperanza Aguirre también ocupa un lugar preferente en mi lista, junto
a Emilio Botín. Y Angela Merkell. La canciller alemana no puede faltar en
cualquier lista de estas características. Lo mismo que Durao Barroso. Y las
grandes fortunas del mundo. Por supuesto, esos también, que por culpa de ellos,
anda la cosa de aquella manera. No voy a poner más nombres por no ponerme pesado, pero ya sabéis todos a quién me refeiro: a todos los Slims, a todos los Ortegas, a todos los Gates del planeta Tierra.
Pero
nada, todos esos se morirán de viejos, como Margaret Thatcher, como Franco, como Pinochet, después de haber disfrutado de una vida longeva y agradable,
llena de lujos, aunque por sus actos no merecían sino todo lo peor que a uno se
le pueda ocurrir. Puta muerte que se lleva a Coppini y nos deja a Bush. No hay derecho. No hay derecho.
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