El pasado domingo una triste noticia se apoderó, primero
de internet, y un momento después, ya se había extendido como lo hace el fuego
en verano, imparable, por todas las redacciones de todos los periódicos del
mundo, por todas las cadenas de televisión, por todas las emisoras de radio. Y
es que la noticia, para qué negarlo, no era moco de pavo. Había muerto Lou
Reed.
Lou Reed. Un icono. Un símbolo. Una figura capital de la
música contemporánea. Un pilar imprescindible de la cultura desde los años
sesenta del pasado siglo. El santo grial del rocanrol animal, como escribió
Calamaro. El yonki, bisexual y mal encarado, que sobrevivió a su propia
leyenda. Lou Reed. El tipo que, junto con John Cale, puso en funcionamiento The
Velvet Underground, uno de los grupos fundamentales del rocanrol. El tipo que
cantó a los chutes de heroína. El tipo que se paseó por el lado más salvaje de
la vida y volvió, vivito y coleando, aunque eso sí, con unos cuantos kilos de
menos, para contarnos lo que por allí, entre el lumpen-proletariat, habían visto sus ojitos. El tipo de cuya cabeza brotaron temas como “Walk on
the Wilde Side”, “Romeo and Juliet”, “Heroin”, “Sweet Jane”, “Caroline says”, “Dirty
Boulevard”, “Perfect Day”, “The Gift”, “Sister Ray”, “Sex with Your Parents”,
“Vicious”, “Kill Your Sons” “All Tomorrows Parties”, “Satellite of Love”, “The Day
JFK Died” y tantas y tantas canciones que, prácticamente, sería imposible
enumerarlas todas. El tipo que grabó discos maravillosos, afilados
e hirientes, unas veces; dulces y comerciales, otras; pero siempre honestos, siempre
repletos de verdad y de pasión, porque nunca te dejaban indiferente. Estoy
hablando de discos como Transformer,
como Berlin, como Magic and Loss, como Rocanrol animal, como Growing up in Public, como New York, como The Bells, como The Blue Mask,
como aquel primer disco de Velvet Underground, cuya portada mostraba el plátano
más famoso del globo terráqueo, salido de la mente calenturienta de Andy
Warhol. El tipo que fundía como nadie, poesía y rocanrol. Sí, has leído bien:
POESÍA. Y ahora es cuando a muchos de los lectores de este artículo les toca
decir, que no, que la poesía es otra cosa. Que Lou simplemente escribía
canciones, algunas muy buenas, pero canciones al fin y al cabo. Pues no, amigas
y amigos. Siento llevaros las contraria, pero precisamente POESÍA, y de la buena,
muy buena, es lo que escribía el gran Lou. Y lo digo bien clarito y sin
complejos.
Y es que hablar del escritor de canciones Lou Reed es
hacerlo de uno de los más grandes poetas del siglo XX y de lo que llevamos de
este siglo XXI. Y a los versos me remito. Y si tú, caro lector, eres uno de
esos incrédulos que opinan que no hay poesía en el rocanrol, te invito a que
busques y te hagas con un ejemplar de Atraviesa
el fuego. Todas las canciones, el precioso libro en edición bilingüe que en
el año 2000 recopilaba todas las letras escritas por Lou, tanto para su grupo,
los revolucionarios The Velvet Underground como para sus discos en solitario o
sus trabajos acompañado de John Cale, como aquel majestuoso Songs for Drella, el trabajo en el que,
tras varios lustros, los dos genios se volvían a juntar para conmemorar la
figura de su amigo Warhol.
“…cuando pasas por
el fuego lamiéndote los labios…” o “…en
lo alto hay una puerta, no un muro…” o “Atrapado
entre las estrellas desfiguradas” o “…reflejar
lo que eres, en caso de que no lo sepas…” o “Manda la oscuridad a paseo” o “no
es momento para tragarse la rabia”, son algunos de los versos que escribió
Lou Reed. Y no seré yo quien diga que no los hay mejores que estos. Seguro que
sí. Pero a mí, como lector, me resulta difícil encontrarlos.
Hace unos años, Lou Reed y el dramaturgo Robert Wilson
pusieron en pie el proyecto Time Rocker.
Solía decir Lou Reed que el objetivo de ambos, con esa obra, era “transcender
el tiempo, cruzarlo y cruzar sus diversos límites y mundos”. Desde el pasado
domingo, la figura inconmensurable del músico neoyorquino ya está, por derecho
propio, en otro plano de la realidad. Ya ha transcendido el tiempo y ha cruzado
sus límites. Ya ha conseguido su objetivo. Descanse en paz.
Aparte de algunos tropezones que editó (el último, el disco conjunto con Metallica), la figura y la carrera de Lou es enorme.
ResponderEliminarAhora la venta del morbo, hará que sus discos se vendan como churros, lo que si está claro es que tipos como Lou Reed dificilmente aparecerán en la maltrecha industria musical de nuestros días. Entre otras cosas porque no existen.