A la
alcaldesa de Madrid por obra y gracia del dedo de Gallardón, Ana Botella, le
crecen, en los últimos tiempos, los enanos. Tras las muertes del Madrid Arena,
el súper fiasco de los juegos olímpicos, el mogollón de la huelga de limpieza,
las memorias de su marido y otras grandes y pequeñas catástrofes cotidianas,
ayer le surgió una más. Sí, efectivamente. Me estoy refiriendo a la del cambio
de nombre del Teatro Fernando Fernán Gómez.
Resulta
que desde hace seis años, cuando murió el gran actor, director de cine,
dramaturgo y novelista, Fernando Fernán Gómez, existe un espacio escénico en la
capital que lleva su nombre. Pues ahora la alcaldesa, Ana Botella, sin
encomendarse ni a dios ni al diablo, ha decidido que ese nombre no mola, y por
tanto, hay que quitarlo y cambiarlo por el más aséptico de Centro Cultural de
la Villa. Se ve que la decisión tiene que ver con las políticas de
privatización de la cultura que está sufriendo la capital, aunque como en otros
muchos temas relacionados con las privatizaciones, el PP no dice toda la verdad
o, directamente, miente.
Está
claro que la figura de Fernando Fernán Gómez no debe de caer muy bien entre los
fachas que gobiernan el ayuntamiento de Madrid, empezando por la jefa, a quien,
no sé por qué, me da que no es que no le guste el autor de El extraño viaje o Las
bicicletas son para el verano, sino que no le gusta nada que huela a cine,
a literatura o a cultura en general.
Además,
esta situación no es la primera vez que se da. Ya ocurrió hace un tiempo en
Sevilla, donde había una calle que llevaba el nombre de la actriz Pilar Bardem,
pero fue cambiado por el de Nuestra Señora de las Mercedes, por el actual
alcalde, Juan Ignacio Zoido, en enero de 2012. Está claro que a los alcaldes
del PP les jode mucho que en las ciudades que gobiernan existan espacios
públicos dedicados a artistas rojos, como Pilar Bardem o el propio Fernando
Fernán Gómez, quien durante una parte de su vida, militó en la CNT, y quien
nunca ocultó sus simpatías por el movimiento anarquista. Aún recordamos con
emoción cómo su ataúd, el día que murió, hace precisamente hoy seis años,
estaba envuelto en la bandera rojinegra, ante la que todos los políticos de turno,
tuvieron que mostrar su respeto.
Estoy
seguro de que sí el gran actor siguiera vivo, esta polémica le resbalaría, pues
las personas tan grandes como Fernán-Gómez están muy por encima de este tipo de
cosas. O a lo sumo, en un alarde de sinceridad absoluta a los que era tan
apegado, le gritaría a Ana Botella aquello de ¡¡¡A la mierda, alcaldesa!!! ¡¡¡A
la mierda Usted y sus privatizaciones!!! Lo que está claro es que dentro de,
pongamos cincuenta años, habrá gente que siga disfrutando con la lectura de El viaje a ninguna parte, habrá gente
que siga emocionándose viendo la interpretación del genial actor en El abuelo o en El espíritu de la colmena y, con toda probabilidad, no habrá
absolutamente nadie que recuerde con cariño a una mujer llamada Ana Botella que
una vez fue alcaldesa de Madrid sin que nadie la hubiese votado. Con teatro o
sin teatro, Fernando Fernán-Gómez era genial. Con ayuntamiento o sin
ayuntamiento, Ana Botella es una mediocre absoluta. Y punto
No lo entiendo. No se cortan un pelo. ¿Como es posible que se les vea tanto el plumero?
ResponderEliminar