Para el gobierno de Mariano Rajoy la memoria de los españoles que
lucharon contra el fascismo y contra el nacionalsocialismo durante la
Segunda Guerra Mundial no merece ningún respeto. Es más, me atrevería a
decir que merece todo el desprecio del mundo. Resulta duro admitirlo,
pero a las pruebas me remito. El 11 y 12 de mayo tuvieron lugar en la
localidad austríaca de Mauthausen los actos conmemorativos de la
liberación del campo de concentración nazi por parte del ejército
aliado. El campo fue liberado por soldados estadounidenses el día 10 de
mayo de 1945. En la entrada del campo, una gran pancarta escrita en
castellano en la que se podía leer “los españoles antifascistas saludan a
las fuerzas libertadoras” daba la bienvenida a los soldados
norteamericanos.
En Mauthausen, en la pequeña población homónima cercana a la ciudad
de Linz, en Austria, estaba situado el principal campo de concentración
(a la postre también fue un campo de exterminio) ideológico. Es decir,
aquí eran encerrados los combatientes que eran hechos prisioneros en la
guerra, sobre todo soviéticos, pero también franceses, británicos,
polacos, checos y españoles. Allí se llevaba a los socialistas,
anarquistas y comunistas que caían en las garras del ejército nazi. Se
estima que unos doscientos mil republicanos españoles pasaron por la
terrible experiencia de ser prisioneros en Mauthausen-Gusen, arrancando y
transportando el granito desde el fondo de la cantera hasta la
superficie. Y siete mil de estos valerosos hombres perdieron la vida en
las frías tierras austríacas.
Sin embargo, para el gobierno de Rajoy estos datos no parecen ser
suficientes para enviar una delegación a los actos conmemorativos.
Mientras que la mayoría de las delegaciones europeas son comandadas por
los embajadores de sus países en Austria y en ellas se incluye a
miembros de sus fuerzas armadas, la delegación española no hace nada de
esto. Según el comunicado hecho público por la Amical de Mauthausen, las
únicas “personalidades” españolas presentes en el acto fueron la
concejala de Santa Coloma, Laia Tordera, el concejal de Manresa, Joan
Calmet (que supongo irían por su propia voluntad), y el consejero de la
embajada de España en Austria (a este seguramente lo habrán obligado a
ir). Y pare usted de contar.
Sin embargo, el gobierno de Rajoy sí que conmemora la memoria de los
fascistas españoles que lucharon en la División Azul. Y lo ha hecho
recientemente en un acto presidido por la Delegada del Gobierno en
Cataluña, María de los Llanos de Luna. El acto tuvo lugar el pasado 12
de mayo (sí, has leído bien, el mismo día que el homenaje de Mauthausen)
en un acto conmemorativo en honor a la Guardia Civil, en la localidad
de San Andreu de la Barca.
Como ya sabemos, la División Azul fue un cuerpo de voluntarios
enviado a luchar, junto al ejército nazi, a la Unión Soviética, entre
1941 y 1943, para combatir el comunismo. Supuestamente los divisionarios
se alistaban de manera voluntaria, aunque hubo muchos hombres que se
vieron obligados a enrolarse para salvar la vida de algún familiar, por
ejemplo, el cineasta Luis García Berlanga, que se unió “voluntariamente”
a los divisionarios para evitarle a su padre el mal trago de verse
maniatado ante el pelotón de fusilamiento.
Durante el acto celebrado en San Andreu de la Barca, un grupo de
falangistas ataviados con el uniforme falangista (camisa azul mahón y
boina gorra, sí, ese mismo uniforme que vestían los asesinos que, a
partir de julio de 1936, sacaban a las personas de madrugada de sus
casas para fusilarlas, ese mismo uniforme que vestían los que vejaban,
violaban, maltrataban, etc., etc., a los “rojos y a sus mujeres”) estuvo
presente y uno de ellos recibió un diploma de manos de la Delegada del
Gobierno, y ella le estrechó la mano, y seguramente, en esos momentos,
sintió su pecho henchido de emoción y orgullo por poder saludar a un
auténtico patriota, anti-comunista y anti-judío. Por cierto, en el acto
también estaba presente el alcalde socialista de San Andreu de la Barca,
quien permaneció impávido en su lugar, como si la cosa fuese de lo más
normal, y no tuvo la valentía de levantarse de su silla y largarse de
allí.
Según un comunicado publicado por la Guardia Civil defendiendo la
participación de los falangistas en el acto, todas las asociaciones que
se dieron cita allí, son legales. Alguien les debería de decir que hay
cosas que pueden ser legales, pero no son éticas, y mucho menos
estéticas. Esta es una de ellas.
Y luego los del PP no quieren que digamos que son los nietos del franquismo. ¡Ay, cuánta ignominia!
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