Tengo una amiga que se llama Guadalupe. Ella y yo, la otra tarde, quedamos para tomarnos un café. Eso es algo que hacemos de vez en cuando. No con relativa frecuencia, pero tampoco de higos a brevas. Guadalupe me telefoneó aquella misma mañana. Tengo que contarte algo importante, me dijo con voz trémula. Muy importante, matizó. Después, sentados ante un café, me lo lanzó a bocajarro: Me he enamorado de Barack Obama. Tengo que confesar que yo no estaba preparado para la noticia. Pero hice como que sí. ¿Cómo es eso?, pregunté. ¿El Barack Obama de verdad, el que sale en la televisión? Sí, el mismo, el presidente de los EE. UU, el de yes, we can, el hombre más poderoso del planeta, el number one. Al ver mi cara, mezcla de sorpresa y curiosidad, Guadalupe continuó con su explicación. Es tan guapo, tan sexy, tan elegante, tan inteligente, se mueve tan bien, y tiene una piel tan suave. Esa fue su respuesta. Coño, pero ¿tú lo has pensado eso bien? ¿Qué futuro le ves a vuestra relación? Mi amiga se encogió de hombros y no dijo nada, como si su silencio ya lo dijera todo. Luego, tras beber un par de sorbos de su taza de café con leche, Guadalupe me contó que estaba intentando agregarlo al messenger y hacerse amiga suya del facebook. Así podrían chatear y conocerse más íntimamente. Si todo va como yo espero, continuó, la próxima vez que Obama venga a nuestro país a reunirse con Zapatero, a lo mejor quedamos para tomar algo. Luego podemos ir a su hotel y echar un polvete. Me explicó que a ella no le importa echar un polvo en la primera cita. No es de esas que tienen remilgos la primera vez. Si el chico me gusta, eso no me plantea problemas morales, me dijo. Y este me gusta de verdad. ¡Tiene unos labios tan sensuales! Es que me pone mogollón, me dijo sonriendo pícaramente. Y pensándolo bien, es que el tío es perfecto: ¡si tiene hasta un premio Nobel! Y no uno cualquiera, sino el de la Paz. Eso significa que al menos es buena persona, porque digo yo que no le van a dar ese premio a un pedazo de mierda cabronazo, ¿no? Resumiendo: que encontré a mi amiga Guadalupe enamorada hasta las trancas. Y eso me preocupa. No sé si Obama sabrá quererla como mi amiga merece. Ella necesita un chico que la mime, que sea cariñoso con ella, al que no le importe salir a pasear los domingos y la invite luego a merendar y que le regale bombones y ropa interior de color rojo por san Valentín. Y me da que Obama no es de esos. ¿O estaré equivocado?
Aurora Beltrán y Humo Sapiens, juntos en “La quimera”
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