miércoles, 17 de noviembre de 2010

El viejo Tom

La primera vez que leí el nombre de Tom Waits impreso en un papel yo debía andar por los quince años. O sea, allá por 1985. Fue en uno de los primeros números de la revista Ruta 66. No sé cómo cayeron en mis manos aquellas páginas del diablo, pero desde el momento en que leí aquel satánico artículo, me convertí fulminantemente en devoto del músico californiano y de su música hipnótica y vodevilesca. Y eso sin haber escuchado ni una sola de sus melodías. Tuvieron que pasar unos cuantos meses hasta que por fin me hice con uno de sus discos. En aquella época sin internet no era nada fácil escuchar la música que venía del otro lado del mundo. Ni siquiera la que se hacía al lado de tu casa. Así que un año después de enterarme de la existencia de este tipo singular, un amigo que era bastante más mayor que yo y que estaba a la última y encima viajaba con cierta frecuencia a Madrid, se compró el Rain dogs en uno de sus viajes. Y me lo grabó en una cinta. Y ya no hubo marcha atrás. Ah, no exagero si digo que ese acontecimiento que, en principio podría parecer totalmente intranscendente, fue uno de los momentos más importantes de mi vida. Los meses que siguieron fueron de búsqueda constante. Siempre que conocía a alguna persona a la que le gustaba la música con intensidad, lo sondeaba por si acaso. Nunca había suerte. Nadie parecía saber nada de él. Hasta que me crucé en el camino con el pintor Rafa Quintero. Yo debía rondar los 18 más o menos. Rafa tenía muchos discos del viejo Tom, en vinilo, con sus grandes y hermosas portadas y me los grabó todos y cada uno de ellos: Closing time, The heart of Saturday night, Heartattack and vine, Swordfishtrombones, etc. Para esa época ya sabía más sobre su obra, sobre su vida, sobre esa figura que se me antojaba inconmensurable: había leído sobre él en Rockdelux, en Ruta 66, y en la magnífica Enciclopedia del Rock que editó El País y que coordinó Diego A. Manrique. El puzzle estaba incompleto pero cada día faltaban menos piezas.
A esas alturas de la película, yo veneraba a Tom. Cuando me vine a estudiar a la ciudad de Granada, una amiga me regaló un librito con las letras en ingles y castellano (traducidas por Alberto Manzano) de algunas de sus canciones. Esas canciones las escuché, mientras leía las letras, miles de veces, en la soledad de mi habitación. Algunas incluso me las aprendí de memoria: "Martha", "Jersey Girl", "Time", "Looking for the heart of Saturday night", "Downtown Train" y alguna más. Empezaban los noventa y cada vez que Tom sacaba un disco, yo estaba en la tienda, puntual como un despertador. Así fueron cayendo uno detrás de otro: Frank’s Wild Years, Bone Machine, Mule Variations, Alice, Blood Money, etc.
Todo lo relacionado con la obra de Tom me interesaba hasta límites preocupantes. Por ejemplo, su carrera como actor. He tratado de no perderme ninguna película en la que apareciese Tom Waits: Corazonada (con esa banda sonora tan, tan melancólica, ya sé, ya sé, en esta no actúa él, pero sólo por la música ya vale su peso en oro), La ley de la calle, (donde interpretaba a aquel camarero filósofo), Cotton Club (el MC parlanchín y dicharachero), Bajo el peso de la ley, El Rey pescador, Drácula de Bram Stocker, Vidas cruzadas (donde interpreta a un conductor de limusina borrachuzo y pendenciero, en mi opinión su mejor papel) o la última de todas, El imaginario del doctor Parnassus, en un papel que parecía un trasunto de su propio personaje. También me he ido haciendo con los libros que se han publicado sobre su obra, o con los que traducen las letras de sus canciones. He seguido comprando cualquier revista donde apareciera su nombre. Todo. Absolutamente todo.
En mi opinión, tan poco objetiva tratándose de este tema, su discografía está repleta de canciones únicas, maravillosas, hirientes unas veces, balsámicas otras, pero siempre marcadas por la huella imborrable de su estrafalaria personalidad. También es cierto que sus últimos discos no son tan excepcionales como aquellos míticos Blue Valantine, Foreing Affairs o Rain dogs, y que desde Mule Variations, no ha firmado ninguna otra obra de tantísima calidad, pero qué carajo, todos ellos superan con creces la media de lo que hace cualquier otro músico o grupo actual. Y aunque sólo hubiera compuesto en los últimos años un temazo como “Make it rain” ya hubiera merecido la pena todo el dinero invertido. Así que mientras el viejo Tom siga grabando, yo estaré ahí, al pie del cañón, siempre dispuesto a gastarme unos eurillos en un trocito de felicidad con forma de disco.

5 comentarios:

  1. Aúpa Rafa.
    Échale un vistazo a mi blog, que ya he colgado la "Textura" del Miradas...

    ResponderEliminar
  2. Dicen que la vida me sonríe. Si la vida me cae mal, ¿debo devolverle la sonrisa?

    ResponderEliminar
  3. Perros de lluvia, qué canciones y qué manera de cantar. Por cierto esta semana que viene José Ignacio Lapido sacará su nuevo disco y yo también dedicaré unos eurillos que bien merecerán la pena.

    ResponderEliminar
  4. Hello Rafa, ya sabemos que ambos compartimos este placer de haber conocido el arte de Tom Waits. No recuerdo si te lo conté, creo que sí, pero dejó constancia en tu blogs, yo me hice adicto a su música en un bar cutre de carretera (creo que esto indudablemente le hubiera gustado a Tom,...o quizás le importara un carajo). Sí, compré un cassette con el nombre de "TOM WAITS -Bounced checks-", del cuál no sabía nada en absoluto (sólo escuche algo de él años más tarde en el excelente programa Rosa de Sanatorio en Radio 3, cuando la radio era radio). Y ahí empezó todo. Más tarde, cuando conseguí comprarme un aparato de música en condiciones, me hice de todos los vinilos que estaban en el mercado, que por supuesto aún conservo como oro en paño, junto a los de lou reed, bob dylan , billie holiday, John Coltrane y tantos otros. No se si recuerdas que cuando te grabé las cintas, el vinilo "the heart of saturday night" tenía un error de grabación, la cara B, era de una cantante, que descubrimos después de un tiempo de especulaciones quién era (si la recuerdas dímelo, a mi se me olvidó por completo), después conseguí el disco en condiciones. He comenzado a escribir este comentario con la canción Old¨55, ahora suena "Virginia Avenue", seguiré escuchando a este señor, es un placer del que no pienso resunciar. Perdonad por esta historia tan larga, pero Tom Waits se lo merece. Un gran abrazo Rafa
    Rafa Quintero

    ResponderEliminar
  5. Hola Rafa, ya no me acordaba de la historia de la cara B. Típico del bueno de Tom. Estoy dándole vueltas a quién podía ser aquella chica y no cosigo acordarme. Joder, qué buen programa de radio aquel "Rosa de sanatorio" con José Luis Moreno Ruiz (no confundir con el otro JLM, por favor), qué buenos recuerdos me trae de noches veraniegas escuchando la radio hasta las tantas, con aquellos comentarios que hacía el menda, super ácidos corrosivos, y aquella música que ponia. Recuerdo, por ejemplo, que en ese programa escuché por primera vez a los Demonios tus ojos, el grupo de Corcobado. Ahí queda eso.
    Salud, Rafita...

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.