Este hombre a quien aquí veis, no es otro que Tomás Gómez Franco (ya es mala suerte, joder, tener este apellido y militar en el PSOE), el que fuera alcalde socialista de la localidad madrileña de Parla hasta hace cuatro días, y en la actualidad Secretario General del PSM o Partido Socialista de Madrid, que de ambas maneras puede y debe decirse. Este hombre a quien aquí veis ostenta el récord de ser, en las últimas elecciones municipales, el alcalde más votado no sólo de la Comunidad de Madrid sino del resto del Estado.
Cuando Gómez tomó las riendas del PSM, el partido estaba fragmentado en diez mil pedacitos, familias, grupúsculos, etc., etc. Resulta que el hombre, durante los tres años que lleva al frente de los socialistas madrileños, ha aunado (dentro de un orden, of course), todas estas facciones, formando un partido compacto, como no lo había estado desde los tiempos de maricastaña. Imagino que para ello habrá tenido que actuar con brazo de hierro, cogiendo de la oreja al que se porte mal y castigándolo sin recreo o sin postre, eso sí, apoyado siempre por el aparato (curioso término para denominar a los que parten el bacalao) del PSOE. Y ahora viene lo bueno. Al hombre, que lleva desde 2007 currándoselo para ser el candidato de su partido a las elecciones para la Comunidad de Madrid del próximo mes de mayo, no lo dejan que sea el candidato. Bueno, no es exactamente que no lo dejen, que el PSOE es un partido muy democrático y en él cualquiera puede aspirar a todo. La cruda realidad es que los mandamases del socialismo hispano prefieren que sea otra persona la candidata, en este caso una chica rubia y simpática, dicharachera y elegante, que ejerce de Ministra de Sanidad en el Consejo de Ministros que preside el amiguito de los banqueros, y que responde al nombre de Trinidad Jiménez. Según el aparato, Gómez no tiene glamour, y Trinidad otra cosa no tendrá, pero el glamour le chorrea por las orejas. Así que ya tenemos la polémica servida. Gómez dice que el candidato será él y el aparato (simbolizado ahora por Leire, ya sabéis, la chica de los veinte mil euros al mes), dice que nones, que la candidata es la Trini. Y como los dos no pueden ser candidatos (aunque para vencer a Esperanza Aguirre, a lo mejor el PSM necesita dos candidatos, uno que ataque por la izquierda y otro por la derecha), todo se solventará en una Primarias.
Sinceramente yo creo que Gómez no tiene nada que hacer. Y no porque el tío no valga, que no lo sé. Pero en la historia de la política, poca gente ha hecho carrera peleando contra los aparatos de sus propios partidos. Sin ir más lejos, ahí tenemos el caso de Borrell versus Almunia. El aparato del partido apoyó a Almunia y las bases a Borrell, que a la postre fue el vencedor de las Primarias, pero no el candidato en las elecciones. Desde el propio PSOE llevaron a cabo un boicot contra el político catalán, que acabó tirando la toalla. Mucho me temo que a Gómez le va a ocurrir más o menos lo mismo. Está claro que Gómez es el actor secundario, un tipo que se desenvuelve bien entre bambalinas, con poco papel, pero que no puede aspirar a protagonizar una peli completita, mientras que Trinidad ha nacido para ser una rutilante estrella de la política nacional.
Cuando Gómez tomó las riendas del PSM, el partido estaba fragmentado en diez mil pedacitos, familias, grupúsculos, etc., etc. Resulta que el hombre, durante los tres años que lleva al frente de los socialistas madrileños, ha aunado (dentro de un orden, of course), todas estas facciones, formando un partido compacto, como no lo había estado desde los tiempos de maricastaña. Imagino que para ello habrá tenido que actuar con brazo de hierro, cogiendo de la oreja al que se porte mal y castigándolo sin recreo o sin postre, eso sí, apoyado siempre por el aparato (curioso término para denominar a los que parten el bacalao) del PSOE. Y ahora viene lo bueno. Al hombre, que lleva desde 2007 currándoselo para ser el candidato de su partido a las elecciones para la Comunidad de Madrid del próximo mes de mayo, no lo dejan que sea el candidato. Bueno, no es exactamente que no lo dejen, que el PSOE es un partido muy democrático y en él cualquiera puede aspirar a todo. La cruda realidad es que los mandamases del socialismo hispano prefieren que sea otra persona la candidata, en este caso una chica rubia y simpática, dicharachera y elegante, que ejerce de Ministra de Sanidad en el Consejo de Ministros que preside el amiguito de los banqueros, y que responde al nombre de Trinidad Jiménez. Según el aparato, Gómez no tiene glamour, y Trinidad otra cosa no tendrá, pero el glamour le chorrea por las orejas. Así que ya tenemos la polémica servida. Gómez dice que el candidato será él y el aparato (simbolizado ahora por Leire, ya sabéis, la chica de los veinte mil euros al mes), dice que nones, que la candidata es la Trini. Y como los dos no pueden ser candidatos (aunque para vencer a Esperanza Aguirre, a lo mejor el PSM necesita dos candidatos, uno que ataque por la izquierda y otro por la derecha), todo se solventará en una Primarias.
Sinceramente yo creo que Gómez no tiene nada que hacer. Y no porque el tío no valga, que no lo sé. Pero en la historia de la política, poca gente ha hecho carrera peleando contra los aparatos de sus propios partidos. Sin ir más lejos, ahí tenemos el caso de Borrell versus Almunia. El aparato del partido apoyó a Almunia y las bases a Borrell, que a la postre fue el vencedor de las Primarias, pero no el candidato en las elecciones. Desde el propio PSOE llevaron a cabo un boicot contra el político catalán, que acabó tirando la toalla. Mucho me temo que a Gómez le va a ocurrir más o menos lo mismo. Está claro que Gómez es el actor secundario, un tipo que se desenvuelve bien entre bambalinas, con poco papel, pero que no puede aspirar a protagonizar una peli completita, mientras que Trinidad ha nacido para ser una rutilante estrella de la política nacional.
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