miércoles, 24 de agosto de 2016

Antonio Orihuela, ayudando a construir el mundo nuevo

El poeta onubense Antonio Orihuela (Moguer, Huelva, 1965) está, estos días, doblemente de actualidad. Hace apenas unos meses, la editorial madrileña Amargord publicó Salirse de la fila, su más reciente libro de poemas. Y tan sólo hace unos días, esta misma editorial, acaba de poner en circulación El ojo no visto del mundo, una recopilación de textos en prosa y en verso del Premio Nobel de Literatura, Juan Ramón Jiménez, de cuya selección y compilación se ha encargado el propio Orihuela.
Antonio Orihuela es una voz imprescindible dentro de la actual poesía española (por mucho que el oficialismo no se entere o no se quiera enterar, que esa es otra), una voz necesaria como el aire que respiramos o el agua que bebemos, una voz en la que muchos y muchas, entre los que me incluyo, nos miramos y nos vemos reflejados. Decía hace unos meses el poeta de Moguer en una entrevista que merecía la pena “continuar cavando nuestra común trinchera hecha de vínculos, de complicidades, de ánimos sobre el mundo futuro libre, anticapitalista, solidario, sostenible y decrecentista que tenemos que construir.”
Salirse de la fila, el último poemario de Antonio Orihuela hasta la fecha, reincide en la particular manera que el autor de El amor en los tiempos del despido libre tiene de enfrentarse al mundo actual, este que nos ha tocado en suerte (aunque más acertado sería decir, en desgracia) usando su arma más certera: la poesía. Orihuela, partiendo de unos postulados libertarios, lleva a cabo una profunda crítica a este sistema, inhumano y cruel, violento y consumista, despilfarrador e insolidario, contaminante y repugnante, que responde al nombre de capitalismo y en el que el hombre, definitivamente, se convierte en el principal depravador del propio hombre. Frente a esta violencia gratuita y desgarradora con la que el sistema trata de ejercer su control, Antonio Orihuela propone al lector, parafraseando sus propias palabras, una nueva manera de “trenzar vínculos y complicidades, de insuflar ánimos, de descubrir nuevos compañeros de viaje, de generar nuevos proyectos, de expandir ilusiones”.
A través de las 161 páginas que forman Salirse de la fila (por cierto, precioso título que ya nos va dando pistas sobre por dónde van los tiros de estos poemas) Orihuela va dejando sus versos, reflexivos unas veces, gritos de rabia, otras, a los que ya nos tiene acostumbrados a sus numerosísimos lectores. Poemas que ponen de manifiesto las injusticias laborales, los desahucios, los recortes sociales, los cortocircuitos de la vida moderna. Poemas que nos hablan de los que han perdido el empleo, de los que han perdido las viviendas, de los que han perdido la vida buscando la Tierra Prometida (llámese Europa, llámese Estados Unidos de América) que nunca es tal, sino más bien, más injusticia, más insolidaridad, más dolor y más miseria. En definitiva, poemas que gravitan alrededor de los de abajo, los olvidados, que decía Buñuel, los que siempre, de una u otra manera, acaban perdiendo.
No obstante, en Salirse de la fila también hay momentos para el amor (un tema al que el poeta no nos tenía demasiado acostumbrados), para el humor, para detenerse un momento en el camino y echar la vista atrás. Destacan sobremanera los poemas que podríamos denominar “mejicanos”, escritos tras el viaje que el poeta onubense realizó el año pasado por el país americano. Mención aparte merece esa serie de haikus que pone el punto y final a un libro que, en mi opinión, supone un punto de inflexión en la ya longeva carrera de este extraordinario poeta.
Por otra parte, como señalábamos al principio de esta reseña, Orihuela se ha encargado de la selección y de la edición de El ojo no visto del mundo, de Juan Ramón Jiménez. La antología fue presentada recientemente en los encuentros poéticos Voces del Extremo que el propio poeta coordina en su pueblo natal y que se celebran bajo el auspicio de la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez. Según confesaba el propio compilador en dicha presentación, el objetivo principal que se perseguía con este libro no era otro que desmontar esa falacia que nos presenta a un Juan Ramón Jiménez aislado en su jaula de oro, sin preocuparse por nada ni por nadie, y buscando simplemente la belleza por la belleza. Así, Orihuela, que ha buceado tanto en la obra editada del Premio Nobel como en cientos de páginas inéditas, ha sacado a la luz a un poeta comprometido con su tiempo, con sus congéneres, con el medio ambiente, etc. Un libro altamente recomendado para todos aquellos que piensan que Juan Ramón es sólo el autor de Platero y yo, y en el que descubrirán a un escritor reflexivo, combativo, solidario, y, ante todo, profundamente humano.
Dos buenas maneras de aproximarse a la carrera de uno de los grandes poetas contemporáneos: Salirse de la fila y El ojo no visto del mundo. Yo que tú no me las perdería.

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