viernes, 27 de febrero de 2015

Insomnio (en Andalucía)



Andalucía es un país de más de ocho millones de cadáveres (según las últimas estadísticas).

A veces en la noche me despierto y me da por pensar que aquí, nunca cambia nada, todo permanece inmutable, por los siglos de los siglos: los jornaleros en paro, las duquesas explotadoras, los políticos corruptos, los exiliados de dentro y los exiliados de fuera,

y paso largas horas oyendo a los estúpidos que dirigen el cotarro, oyendo sus estupideces, escuchando sus mentiras, blablabla, siempre las mismas, siempre nuevas,

y paso largas horas oyendo a los mediocres, que esparcen por doquier su mediocridad, por los cuatro puntos cardinales de esta tierra secular, tierra de fenicios y romanos, tierra de filósofos y doctores árabes, que ahora yace sumida en la oscuridad,

y paso largas horas preguntándome el porqué de tanta ignominia, el porqué de tanta pasividad, el porqué de tanta miseria moral (y también económica) y el porqué de tanta estupidez,

por qué nos vamos pudriendo, más de ocho millones de cadáveres, más de ocho millones de mujeres y hombres, en esta tierra llamada Andalucía, por qué se pudre todo a nuestro alrededor.

Dime, ¿quién se aprovecha miserablemente de tanta podredumbre? ¿Quién obtiene beneficios de nuestra quietud, de nuestra incapacidad, de nuestra mediocridad? ¿Quién abona su huerto con nuestro dolor y nuestra putrefacción?

Hace siglos que tus fértiles tierras de cultivo permanecen inertes, yermas, vacías, mientras ocho millones de cadáveres vamos dejando un rastro de hedor a nuestro paso, mientras ocho millones de cadáveres nos vamos muriendo, una y otra vez, una y otra vez, y ya no se ve ningún pequeño rosal de día,

y todas las azucenas se han vuelto letales en Andalucía.

Nota: este poema está basado en el poema “Insomnio”, que abría el libro Hijos de la ira, de Dámaso Alonso.

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