¡Qué
tipo, el Arturo Fernández! Uno no sabe muy bien si deberíamos encerrarlo en la
cárcel bajo siete llaves y tirarlas todas a la Fosa de las Marianas para que no
salga en la puta vida de allí o erigirle una estatua —con cargo al erario
público, of course, o en su defecto a
Bankia, que más o menos en Madrid viene a ser lo mismo— en la plaza más
importante de la capital.
Resulta que
el que fuera responsable máximo de la patronal madrileña CEIM y en la
actualidad ocupa el cargo de presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, ha
pasado hoy por los juzgados para declarar en calidad de imputado ante el juez
Andreu por el saqueo de las tarjetas black
de Bankia. Sabemos por lo publicado hasta la fecha en diferentes medios de
comunicación que, de los 15 millones y medio de euros que se ventilaron entre
82 consejeros de la caja madrileña, Arturo Fernández contribuyó con 37.200
euros. Y de esa cantidad, 10.495 se los gastó, en su propia cadena de
restaurantes. ¿Es o no es un genio? Que te dan una tarjeta libre de impuestos y
de control para gastar como si no hubiera mañana, pues qué mejor que ir a comer
a tus propios restaurantes.
Cuando ha
sido preguntado por el juez Andreu a qué obedecía eso de gastarse diez mil
euros en sus propios restaurantes, ni corto ni perezoso, Fernández ha
contestado que lo hizo básicamente por dos razones: la primera, porque sus
restaurantes son más baratos y la segunda, porque son suyos. Tendría que haber
añadido una tercera: Porque me salió de los cojones, señoría. ¿O es que ahora
uno no va a poder gastarse diez mil euros en su propia casa? No sé qué opinará
el juez de estas respuestas pero a mí, dado que la tercera, que todos sabemos
que es la verdadera, es producto de mi mente perversa, sólo me convence la
segunda. Porque de baratos, dado el total de la factura, no es que sean muy
baratos. Pero aún hay más. Cuando el juez le ha vuelto a preguntar que si esa
práctica de consumir en sus propios restaurantes le servía para redondear las
cuentas de su empresa, el tío, más chulo que un ocho, no ha dudado en responder
con un categórico: Pues sí. Con un par.
Además de
todo esto, Arturo Fernández le ha dicho al juez que no veía nada extraño en que
le dieran una tarjeta para gastar sin ningún tipo de justificación y sin ningún
tipo de control. ¿Se puede tener más jeta? Sigue leyendo y decide, querido/a
lector/a.
Además de
los diez mil euros que el propio Fernández invirtió en sus restaurantes, su
cuñado Díaz Ferrán (dios los cría y ellos se juntan), se gastó también una
buena pasta en comiditas. Entre marzo de 2008 y octubre de 2009, Díaz Ferrán,
que como es bien sabido ahora come todos los días gratis en Soto del Real,
comió en los restaurantes del cuñado 54 veces. Si las cuentas no me fallan, y
os puedo asegurar que no me fallan porque las he hecho con calculadora, cada
una de esas comidas de Díaz Ferrán salió por la friolera de 1555’55 euros.
Y todavía tiene el tío la cara dura de
decir ante el juez que sus restaurantes son baratos.
Y estos
dos tipos son los mismos que no se cansaban de decir aquello de que los
trabajadores habían vivido por encima de sus posibilidades, o aquello otro de que
los sueldos tenían que bajar si queríamos ser competitivos, o aquello de que había
que trabajar más y ganar menos (los demás, se entiende, ellos trabajar menos y
ganar más). Estos dos tipos son los mismos que siempre despotrican contra las subvenciones,
contra lo público, pero trincan más que nadie. Y no quiero acabar este artículo
sin pedir un deseo: Ojalá que este también acabe comiendo gratis en Soto del Real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.