jueves, 4 de abril de 2013

Dublineses, el testamento perfecto de John Huston.



El miércoles por la noche, en el espacio “El cine de la dos” de TVE pasaron Dublineses, la obra póstuma de John Huston, el genial director de cine, autor de, entre otras obras maestras de la historia del cine, El halcón maltés, El último refugio o La reina de África. No era esta la primera vez que tenía ocasión de ver esta maravillosa película, con la que su director ponía el broche de oro a una carrera plagada de genialidades. De hecho, si mal no recuerdo, era la quinta o sexta vez que la veía. Y sin embargo, volví a emocionarme profundamente como si fuese la primera vez.
Dublineses, como se llamó en nuestro país, —el título original de la película fue The dead (Los muertos)— se estrenó en el ya lejano año de 1987, y estaba basada en el relato homónimo incluido en el libro Dublineses, del escritor irlandés James Joyce, quien, a pesar de que sólo escribió cuatro libros, (esta colección de relatos y las novelas Ulises, El retrato de un artista adolescente y Finnegans Wake, su obra póstuma) es uno de los escritores más revolucionarios e importantes de la historia de la literatura universal. Entre sus innovaciones técnicas está lo que se llamó el flujo de conciencia (stream of conciousness, en inglés) que en su momento supuso un mecanismo literario de tal calibre que cambió por completo la manera en que los escritores abordarían, a partir de ese momento, la creación de sus personajes.
En mi opinión, Dublineses, la película, es probablemente una de las mejores adaptaciones a la pantalla de una obra literaria (no digo la mejor porque luego la gente dice que soy muy vehemente en mis opiniones). Vista hoy en día, parece mentira que una película en la que no hay tiros, ni incendios, ni catástrofes naturales de dimensiones bíblicas, ni apariciones fantasmales, ni violencia gratuita y asquerosa, ni coches cagando leches por autopistas norteamericanas, ni efectos especiales de ningún tipo, ni ningún elemento secundario que distraiga la atención del espectador, pueda ser tan emocionante, tan perfecta desde un punto de vista de la técnica narrativa cinematográfica, tan fresca, tan bonita. Y para colmo, salvo un par de momentos, toda la película transcurre en interiores.
John Huston contaba, principalmente, con dos elementos para hacer esta película, pero qué dos elementos. Por una parte, el texto de Joyce, que supone, en sí mismo, una obra maestra de la literatura. Por otra, un grupo de actores, entre los que destacan Donald McCann en el papel de Gabriel y su propia hija, Anjelica Huston, interpretando a la esposa de este, Greta, capaces de poner la piel de gallina con un simple gesto o una mirada. Y si a estos dos elementos le añadimos la capacidad de dirigir de quien ha sido uno de los grandes de ese arte que es el cine, el resultado no podía ser más que el que fue: una película maravillosa que no deja a nadie indiferente salvo que el espectador que se enfrente a ella carezca por completo de sensibilidad.

4 comentarios:

  1. "Dublineses" de Joyce, que quieres que te diga, pero leerlo para mí fué bastante tedioso. La peli no la he visto, pero la apunto.

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  2. Tedioso Dublineses? Hombre, si me dices Ulises o Finnegans Wake, no te digo que no, pero Dublineses está muy bien.

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  3. Releer una obra maestra como Dublineses es un placer. Te lo digo porque yo lo he experimentado. Así que sácalo del fondo de la estantería y léelo pensando que tienes entre las manos una joya de la literatura universal. Por cierto, una de las claves para penetrar en estos relatos es verlos como si fuesen la vida de una persona, desde el nacimiento hasta la muerte (de ahí el título del último relato, "Los muertos"). Salud y buen provecho.

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