lunes, 22 de junio de 2009

Manuel Villar Raso: África en el corazón

“Fui a Tombuctú en 1981 para investigar una historia inédita, la conquista del imperio songhai por 4.000 moriscos españoles, que asentaron su capital en esa ciudad en 1591. Desde entonces, y ya tocado por la pasión africana, he vuelto por Tombuctú siempre que he podido, en ocasiones solo, que es la mejor manera de viajar por África.” Este párrafo abre África en silencio, un libro mezcla de novela, ensayo sociológico, libro de viajes, crónica histórica, reportaje periodístico y mil cosas más, escrito por Manuel Villar Raso, un escritor que según sus propias palabras se convirtió en narrador para superar la terrible muerte de su hermano David en la mina, acaecida cuando él era un niño de apenas diez años. Para Manuel, la muerte de su hermano resultó un golpe tan traumático que acabó convirtiéndolo “en escritor, pues fue tal el vacío que dejó en mi corazón, que decidí escribir con la idea de no morir del todo, de dejar algún tipo de legado que me sobreviviera”, confesaba Villar Raso en una entrevista.

Sin lugar a dudas, una personalidad que podríamos calificar de polifacética unida a su insaciable ansia de sabiduría han hecho de Villar Raso uno de los grandes narradores de la literatura española de las últimas décadas. En opinión del crítico Francisco Morales Lomas, Villar Raso “nos tiene acostumbrados a una narrativa de gran calidad literaria, sin duda de lo mejor que se ha escrito en este país en los últimos veinte años.” Y para el escritor chicano Miguel Méndez, “las huellas letradas de Manuel Villar raso brillan con luz particularísima. Como suele decirse, no requiere de escándalos para lucir,” Una afirmación que suscribimos completamente.

Pero Villar Raso no es sólo un gran novelista: ha dedicado gran parte de su vida a la docencia, enseñando Literatura de los Estados Unidos en la Universidad de Granada; ha traducido a poetas norteamericanos de la talla de Walt Whitman o Emily Dickinson; ha escrito guiones para documentales de televisión; ha dirigido tesis doctorales; colabora habitualmente con sus certeros artículos en diarios como Ideal y en revistas literarias especializadas como Ficciones, Hora de poesía o Camp de L’Arpa, y ha llevado a cabo numerosas expediciones al mismísimo corazón del continente africano —“el corazón de las tinieblas”, como lo bautizara Joseph Conrad en aquella vigorosa novela que inauguró el siglo XX—.

Nacido en el pueblo soriano de Ólvega en 1936, se trasladó a Granada cuatro décadas más tarde, atraído por la belleza y la luz del sur, una decisión que, a pesar de no haber favorecido en absoluto su carrera literaria, más bien todo lo contrario, no se arrepiente de haber tomado. Su primera novela, Mar ligeramente sur, (Barcelona: Destino, 1976) fue finalista del prestigioso premio Eugenio Nadal en 1975, año en que se alzaría con el primer premio la novela Las ninfas, de Francisco Umbral. A esta primera obra le han seguido: Hacia el corazón de mi país (Barcelona: Destino, 1976), Una república sin republicanos, (Bilbao: Albia, 1978), La pastora, el maqui hermafrodita (Bilbao: Albia, 1978), Comandos Vascos (Barcelona: Noguer, 1980), El laberinto de los impíos, (Barcelona: Noguer, 1981), Últimos paraísos (Barcelona: Planeta, 1986), El último conquistador, (Barcelona: Noguer, 1992), La casa del corazón, (Soria: Centro soriano de estudios tradicionales, 2001 y Granada: Ediciones Dauro, 2003), Encuentros en Marbella, (Salobreña, Granada: Alhulia, 2002), La larga noche de Ángela, (Salobreña, Granada: Alhulia, 2004), Desnuda en lo real (Salobreña, Granada: Alhulia, 2008) y Las montañas de la luna (Salobreña, Granada: Alhulia, 2008).

No obstante, desde mi modesto punto de vista, lo que destaca sobremanera en la extensa carrera de Villar Raso, lo que lo convierte en un escritor de primera magnitud en la ficción escrita en nuestro idioma, lo que hace que su obra sea genuinamente personal e intransferible, es su tetralogía africana compuesta por las novelas Las Españas perdidas (Granada: Editoriales Andaluzas Unidas, 1983 y reeditado en Granada: Comares, 1995), Donde ríen las arenas (Sevilla: Algaida, 1994), El color de los sueños, (Barcelona: Planeta, 1998), La mujer de Burkina, (Oviedo: KRK Ediciones, 2001) —obra que le supuso ganar la XXII edición del Premio de narrativa Casino de Mieres–– y la obra que citábamos anteriormente, África en silencio (Córdoba: Almuzara, 2005 y reeditado en Madrid: Alianza, 2007). Los lectores que se adentren en las páginas de cualquiera de estos cinco libros encontrarán la visión que su autor tiene del continente africano, un universo único, rebosante de descripciones extraordinarias, ágiles, sorprendentes, una visión casi de cámara fotográfica. Totalmente recomendado. De nada.

2 comentarios:

  1. La mujer de Burkina es uno de los libros más bonitos que he leído nunca. La relación entre el amor y la muerte en un país donde la vida humana tiene poco valor es inolvidable en esta novela. Sin embargo, de este autor yo me quedo sin dudas con La larga noche de Ángela, resulta estremecedor y a la vez una descripción cercana de la Granada actual. Tienes buen gusto en las lecturas.

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  2. Querida Andrea: la obra de mi gran amigo Manuel me parece genial en su conjunto y no me queda más remedio que estar de acuerdo contigo (una vez más) en cuanto a los libros que citas. De todas formas, para mí, su obra cumbre hasta la fecha es una novela titulada "La casa del corazón", donde Manolo llevó a cabo un ejercicio de introspección y sinceridad apabullantes. Si este país nuestro fuese de otra manera, VIllar Raso sería uno de los más reputados narradores. Qué duda cabe.

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