martes, 2 de julio de 2013

Izquierda Unida y el anuncio de Griñán de retirarse


Hace unos días, el todavía Presidente de la Junta de Andalucía, el socialista José Antonio Griñán, anunciaba en sede parlamentaria su decisión de que no volverá a ser candidato en las próximas elecciones andaluzas. Entre las razones que esgrimía para sostener su decisión están, entre otras, su edad: tiene sesenta y siete años, y piensa que ha llegado la hora de que una generación de políticos más jóvenes tome las riendas de la res publica.
Sin embargo, no han faltado las voces que han dicho claramente que los motivos —encubiertos, por supuesto— de su abandono son otros: el principal, el fraude de los ERE, esa macro estafa pública, en la que, bien es verdad que Griñán no se ha visto directamente afectado, pero en la que sí lo están muchos hombres y mujeres del Partido Socialista, incluidos algunos altos cargos que lo fueron de la Junta de Andalucía. También se esgrime el motivo de la crisis, ese tsunami político y social que no está dejando títere con cabeza, más aún en una comunidad autónoma que debe estar a punto, si no lo ha hecho ya, de entrar en el libro Guinnes de los récords, por su índice de paro. El propio Griñán ya sufrió los efectos del desgaste electoral en sus propias carnes, aunque en el último minuto, pudo salvar los muebles gracias al apoyo de Izquierda Unida, con quien gobierna en coalición la comunidad autónoma más grande del Estado, Andalucía.
Y es aquí donde, en mi opinión, habría que buscar el tercer motivo de su renuncia. Me da que José Antonio Griñán no se siente cómodo gobernando con IU. Que si el asalto a los supermercados, que si la memoria histórica, que si las marchas por el empleo y la dignidad, etc., etc. No es que, en lo que llevamos de legislatura, se hayan tomado muchas decisiones teñidas de rojo —eso sólo lo piensan los dirigentes del Partido Popular, pero es que ellos están tan, tan a la derecha, que cualquier iniciativa distinta les parece radical—, pero las pocas que se han tomado, favorecen electoralmente a IU. Griñán y sus colaboradores más inmediatos ven, encuesta a encuesta, como la coalición de izquierdas sube poco a poco, arañando electores al PSOE, mientras que los socialistas los van perdiendo, sin que nada ni nadie sea capaz de detener la sangría.
Casi con absoluta seguridad, el próximo mes de mayo, fecha en la que se celebran elecciones al parlamento europeo, volverá a haberlas también en Andalucía. Ante el Presidente de la Junta se abrían dos posibilidades. Seguir adelante con la legislatura e ir allanando el camino para un ascenso considerable de IU —que al fin y al cabo, son sus adversarios, por mucho que en estos tiempos les toque navegar en el mismo barco— o convocarlas junto con las europeas, e intentar en estos meses que quedan hasta ese momento, detener o frenar siquiera el ascenso de IU. No me cabe ninguna duda de que su decisión será la segunda.
Mientras tanto, Valderas y compañía se han quedado fuera de juego, pues nadie en IU esperaba esta decisión, ahora que institucionalmente la cosa parecía funcionar y las expectativas eran óptimas. Tras la aprobación de varias medidas en las que se notaba la mano de IU —el decreto anti desahucios y el decreto contra la exclusión social, básicamente— y con un coordinador regional recién elegido, IU se verá obligada a jugar sus cartas con mucha pericia. De lo contrario es probable que todo el rédito electoral conseguido en estos meses acabe tirado por la borda. Se admiten apuestas.

                       

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