domingo, 9 de octubre de 2011

Hoy no quiero hablar más de la muerte

Hoy no quiero hablar más de la muerte.

Hoy quiero hablar de las flores


que adornan los parques,


del mar profundo que, a lo lejos, brama,


del cielo inmenso donde vuelan los pájaros


y se alzan, altivas, las cometas.


Quiero hablar de la música clásica,


de Schubert, de Mozart, de Mahler,


de violines ardientes, de pianos sonámbulos,


de sinfonías que arañan el alma.



Hoy quiero hablar de los besos


que saben a yerbabuena, a vainilla y a canela.


De ti. De mí. De nosotros.



De un verso de Alberti.


De un cuadro de El Greco.


De un cuento de Carver.



Hoy quiero hablar de la brisa


que arrastra un olor a hierba mojada,


de los amigos que tienden la mano


sin esperar nada a cambio,


del brillo de tus ojos azules,


de esta noche de amor desesperado.



Hoy quiero hablar de frutos exóticos,


de vinos sagrados, de manjares extraños,


de sensuales danzas tribales,


de ciudades lejanas, de patios de la infancia.



Hoy quiero hablar de deseos, de sueños,


de caricias, de su cuerpo junto al mío,


de su pelo enredado en mis dedos,


de su boca mordiendo mi boca.



Hoy quiero hablar de un árbol milenario,


de un arroyo que baja tranquilo


apenas un hilo de agua entre las rocas,


de la nieve, del rayo,


de sapos que sólo quieren ser sapos.



Hoy quiero hablar de los beatles,


de los rolling, de la velvet.



Hoy quiero hablar de las hormigas,


de los delfines, de las lagartijas,


de las luciérnagas, de las abejas.


Del desierto y las selvas,


del agua que sacia la sed,


de la lluvia que riega los trigos,


de la luz que empapa la mañana,


de veranos antiguos, eternos,


como bálsamos milagrosos.



Hoy no quiero hablar más de la muerte.


Hoy sólo quiero hablar de la vida.

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