sábado, 2 de abril de 2016

Historia de un capullo contada por él mismo




Félix de Azúa no tiene en alta estima a las pescaderas. Ni tampoco a Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona. O al menos esa es la conclusión a la que uno llega después de leer las declaraciones que Félix de Azúa ha hecho a la revista Tiempo. “Debería estar sirviendo en un puesto de pescado”, ha dicho el escritor a propósito de la Alcaldesa de Barcelona. Como si servir en un puesto de pescado lo invalidara a uno, o a una, en este caso, para poder ser alcaldesa. O peor aún, como si servir en un puesto de pescado fuese la prueba irrefutable de que uno es idiota.
Por si no lo sabías, Félix de Azúa es académico de la Real Academia Española de la Lengua. Me lo imagino allí, sentado con otros colegas, bebiendo té, todos ellos tan bien vestidos, tan bien peinados, y haciendo chistes clasistas sobre pescaderas. “Mario, ¿sabes el de la pescadera que quería leer el Quijote…?” Y partiéndose la polla de la risa, allí, todos los académicos tan circunspectos, tan listos, tan de derechas, tan inútiles, limpiando, fijando y dando esplendor.
Félix de Azúa tiene todo el derecho del mundo a que no le guste Ada Colau. Por supuesto. Y a decirlo. Pero de ahí a pensar que las personas que atienden un puesto de pescado son tontas, hay un gran trecho. Se ve que Félix de Azúa no va a comprar pescado. O no lo come nunca, o tiene alguien que lo compra por él. Me inclino por la segunda opción. Es lo que tiene no relacionarse con el pueblo llano, que uno acaba por creer que todos somos tontos. A este señor no le vendría nada mal salir de vez en cuando de la sede de la RAE, ir al mercado, a las oficinas del paro, a los parques y hablar con la gente. Vería que está en un gran error. Vería que hay pescaderas que son más listas que los ratones coloraos. De la misma manera que hay ministros, consejeros, embajadores e incluso reyes y reinas que son tontos del culo, los pobrecitos, qué le vamos a hacer. De esos hemos visto muchos en España. Y seguro que hasta Félix de Azúa sabe reconocerlos.
Estoy absolutamente convencido de que Félix de Azúa en el fondo no piensa que Ada Colau sea tonta. Hasta Félix de Azúa sabe que Ada Colau es más lista que el copón. Porque de lo contrario, no habría llegado a ser la alcaldesa de la segunda ciudad más importante de este país y una de las más importantes de Europa. Y ni siquiera es jueza. Lo que le pasa a Félix de Azúa es que le jode que esta mujer sea la alcaldesa. Le pasa a mucha gente. No tragan que una persona normal y corriente, que viene del pueblo llano, ocupe un cargo de relevancia. Pero él sabe que Ada, de tonta, no tiene un pelo. Vaya que si lo sabe.
El problema que tiene este señor se llama clasismo y si además el objeto de su burla, es, como en este caso, una mujer, machismo. Pero Félix de Azúa negará la mayor y dirá que de eso nada, que él ni es clasista ni es machista, que todo lo contrario.
Félix de Azúa es el autor de un libro que leí cuando estudiaba (me obligaron, que conste). Ese libro se titula Historia de un idiota contada por él mismo. Ahora podría escribir la segunda parte: Historia de un capullo contada por él mismo. Y que llame a Ada Colau para que se lo presente. Como hizo Felipe González. Ah, y que la presentación la hagan en una pescadería. Verá qué exitazo.

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