Camino por Granada
con una peligrosísima arma
de destrucción masiva
oculta en una bolsa de papel
de una famosa cadena
de tiendas de ropa:
un libro de poemas de Jorge Riechmann.
Voy andando por la sucia acera
como el que no quiere la cosa
ni muy rápido ni muy lento
sin llamar la atención
intentando pasar desapercibido
entre la multitud postmoderna y consumista
que abarrota las calles céntricas de la
ciudad
tratando de parecer un tío normal
uno de tantos, postmoderno y consumista,
que ha malgastado la tarde
en una famosa tienda de ropa
comprándose una camisa o unos pantalones.
Pero no, no lo soy, soy un tío
(aquí no sé qué adjetivo usar)
que lleva oculto en una bolsa de papel
un libro de poemas de Jorge Riechmann.
Hombres y mujeres pasan a mí lado
como si la historia no fuese con ellos
como si hoy fuese un día de tantos
un día soleado de primavera
un día de esos en que la prima de riesgo
se eleva por encima de los cuatrocientos
puntos
y el gobierno machaca al país
con nuevos recortes sociales.
Pero no, hoy no es uno de esos días.
Hombres y mujeres pasan a mi lado
sin reparar en mí
ni en el libro de poemas
que llevo conmigo
en la bolsa de papel
completamente ajenos
a mi diabólico plan
y al peligro inminente
que los acecha.
(Feliz Día del Libro, y a celebrarlo como
la fecha merece, comprando, regalando, leyendo, tocando, oliendo, hablando,
disfrutando del mejor invento del ser humano: el libro.)
Lo celebro "metiéndole mano" a "A SANGRE FRÍA" de CAPOTE, (estoy en la pag. 123).
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