domingo, 29 de junio de 2014

Neoliberal de mes de junio




Termina junio y con el final del mes llega el segundo premio “Neoliberal del Mes”. Como muchos de vosotros ya sabéis, la primera entrega del premio Neoliberal del Mes recayó en el que fuera presidente del gobierno durante más de catorce años, el socialista por antonomasia, Felipe González, por sus múltiples esfuerzos en pos de la instauración en España del neoliberalismo.
En esta segunda entrega, la cosa estaba bastante reñida, pero tras una reunión que ha durado más de dos horas en el Bar Casa Paco de la esquina, el jurado, mientras llevaba a cabo sus deliberaciones tomando carajillos —excepto dos de los miembros, que son más de solysombra— ha decidido otorgar el premio Neoliberal del Mes en este mes de junio de 2014 a la Secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, la científica multimillonaria (sí, señoras y señores, existe tal cosa), a la par que ultra liberal y recién enamorada, Monserrat Gomendio Kindelan.
Esta individua ya merecería el premio sólo por su contribución a la LOMCE, esa aberrante ley educativa que el Partido Popular está a punto de poner en marcha y que, en palabras de la profesora Mª Ángeles Llorente Cortés, supone una “Nueva vuelta de tuerca, tal vez definitiva, del capitalismo salvaje, que busca deslocalizar personas, pensamientos, actitudes y valores, que rompe el movimiento obrero, el movimiento sindical, que intenta desligar a los seres humanos de sus ciudades, de sus amigos, privarles de identidad colectiva, que trata de impedir el pensamiento compartido, que desprestigia la política para asegurarse el máximo control mediante la sumisión que provoca la incertidumbre y el miedo.”
No obstante, el jurado ha decidido no tener en cuenta que, de las meninges de esta mujer, han salido la mayoría de los artículos que conforman la susodicha LOMCE. De haberlo hecho, ella habría sido la ganadora del premio Neoliberal del Mes no sólo en junio, sino también en mayo, julio, agosto, etc. Así que para premiarla, el jurado se ha basado exclusivamente en la conferencia que dio hace unas semanas en un desayuno informativo de la tribuna Fórum Europa, en la cual lanzó el globo sonda de que el gobierno que preside Mariano Rajoy y del que forma parte su novio, el Ministro Peor Valorado de la Historia, José Ignacio Wert, estaría planteándose la eliminación total de las becas universitarias y cambiarlas por préstamos que los estudiantes devolverían una vez terminados sus estudios, en cómodos plazos y sin intereses, como en el Corte Inglés, siempre y cuando encontraran un trabajo en el cual ganaran más de una cantidad determinada. La cosa sería copiar el modelo británico que, como todos sabemos, funciona de puta pena y tiene asfixiados a los estudiantes hasta que están a punto de jubilarse.
En opinión de Garmendio, hay muchos estudiantes en España, y además con la cara muy dura, ya que todos se piden becas. Esto hace que el coste para el Estado, según esta señora a la que le encanta las joyas y la ropa súper cara, sea muy elevado. Además, qué coño, para qué quieren estudiar las hijas y los hijos de la clase obrera, si, en el mejor de los casos, van a terminar vendiendo hamburguesas en McDonalds, debe pensar nuestra querida amiga
Y todo esto lo dice una mujer de rancio abolengo fascista. No nos olvidemos de que su bisabuelo por parte de madre, fue el general franquista Alfredo Kindelán, al que el historiador Ángel Viñas le atribuye la culpabilidad del bombardeo de Gernika. También la rama paterna, dedicada a los negocios de la construcción, tuvo estrechos vínculos con el régimen franquista, lo que le permitió obtener pingües beneficios durante la dictadura. 
El Ministro Wert, al enterarse de que su amada Montserrat ha ganado el premio Neoliberal de Mes, ha declarado, sonriente, a un grupo de periodistas que lo esperaban a la salida del Congreso: Voy a serles sincero. Este premio no me pilla por sorpresa. Montse se lo merece. Ella es una neoliberal de pies a cabeza.

sábado, 28 de junio de 2014

La mayor de las mentiras



Esta noche estaré aquí contigo,
cantaba Bob.
Pronto descubrí que era mentira,
absolutamente mentira.
La mayor de las mentiras.

jueves, 26 de junio de 2014

Música y contracultura en España (tercera y última parte)



Enamorado de la moda juvenil. Punk y nueva ola. La movida madrileña

En 1977 un buen puñado de jóvenes, con los pelos de colores, luciendo imperdibles, y al grito de “No future”, toman al asalto las calles de Londres, Nueva York y otras grandes urbes mundiales. Sex Pistols, The Clash, Ramones, The Damned, Siouxie and The Banshees o Joy Division se encargan de poner la banda sonora. En España, tardarán todavía un poco en aparecer los primeros punks, pero cuando lo hacen, irrumpen con fuerza. Kaka de luxe es el nombre del prime grupo punk que surge en España, algo así como el big bang de la música moderna española. No tienen ni puta idea de cómo se toca una guitarra o una batería pero tienen todo el morro del mundo para subirse a un escenario. Por sus filas pasaron gente que más tarde militaría en algunos de los grupos más importantes de la década de los ochenta: Fernando Márquez, El zurdo, en La Mode;  la mexicana Alaska, con  su inseparable Nacho Canut y Carlos Berlanga, en Alaska y los Pegamoides y más tarde en Alaska y Dinarama y Fangoria; o Enrique Sierra, en Radio Futura. Para la posteridad graban un puñado de canciones que suenan horribles pero que son toda una declaración de principios: “Pero que público más tonto tengo”, “Pero me aburro”, “La tentación” o “Rosario/Toca el pito”. En unos meses, empiezan a surgir grupos como setas, en cualquier rincón de la geografía española: en Barcelona, Loquillo y Trogloditas, Los Rebeldes, Los Burros; en Vigo, Siniestro Total, Golpes Bajos y Os Resentidos; en Granada, 091; en Málaga, Danza Invisible; en Valencia, Seguridad Social o PP tan sólo; en Sevilla, Dulce Venganza; y en Madrid, además de los ya citados, Parálisis Permanente, Gabinete Caligari, Derribos Arias, Las Chinas, Nacha Pop, Décima Víctima, Los Pistones, Los Zombies, PVP, Los Coyotes, Los Secretos, Los Nikis, Los Elegantes, Ejecutivos Agresivos, Aviador Dro, Glutamato Ye-Ye o  Mamá son algunas de las bandas más punteras de lo que se dio en llamar La Movida madrileña.    

Rock de la línea del frente. Rock Radical Vasco.

El RRV (Rock Radical Vasco) ha sido, con toda probabilidad, el último gran movimiento contracultural que se ha dado por estas latitudes. Nacido cuando la década de los ochenta ya había echado a andar, (el pistoletazo de salida se dio en 1983, en un concierto multitudinario contra un campo de tiro militar, celebrado en Tudela) en torno a una red de fanzines, radios piratas y lo que en Euzkadi se denomina gaztetxe (que no es otra cosa que un centro juvenil) la mayoría de ellos okupados y autogestionados. Se trata de un movimiento de rock contestatario y visceral, con un fuerte compromiso político, izquierdista y nacionalista. Muchos de estos grupos estaban muy cercanos e incluso militaban activamente en la izquierda abertzale. Entre los grupos más punteros La Polla Records, Kortatu (de sus cenizas surgieron los grandiosos Negu Gorriak y de las de estos, los internacionalistas Brigadistak Sound System, con Fermín Muguruza al frente), Jotakie, Kontuz Hi!, Vulpes, Zarama, Eskorbuto, Hertzainak, Barricada, Potato, RIP, Cicatriz, Tijuana in Blue, Belladona o Tahúres Zurdos, incendiaron las calles del País Vasco con su rock de guitarras afiladas, su reggae tropical, su ska jamaicano, su punk gamberro y su actitud nihilista. Unos cantaban en euskera y otros en castellano pero más o menos, todos se gastaban la misma mala leche. Y todo ello de espaldas a la gran industria musical española, actuando desde la más absoluta independencia, editados, prácticamente todos ellos en el sello pamplonica Soñua, que en euskera significa “a gritos”. Por desgracia para muchos de sus protagonistas, la heroína también corrió como la pólvora y muchos de aquellos jóvenes protagonistas del RRV son, hoy, parte de la leyenda.    
 
Años 90: Cultura del pelotazo y yuppies. El extraño caso de Extremoduro

En la década de los noventa, España entera se convierte a la religión del neoliberalismo, que ya arrasaba en algunos países sudamericanos, como Venezuela o Argentina. La beautiful people toma el poder y ahora el objetivo es hacerse millonario a la mayor brevedad posible. Es lo que se denomina en España “la cultura del pelotazo”. Como señala Jesús Ordovás, se trata de “la filosofía del éxito a cualquier precio impuesta por los ganadores”. En lo musical, el país se convierte en un auténtico erial, con abundancia de grupos clónicos que cantan en inglés (aunque no tengan ni puta idea de inglés) más sosos que la comida de un hospital. De la mayoría de ellos no nos acordamos pero además, ni falta que nos hace.
De lo poco salvable de la década, en cuanto al tema que nos ocupa, están los  Extremoduro, un grupo formado en Plasencia, una pequeña ciudad del norte de Extremadura, en torno al guitarrista, cantante y compositor Roberto Iniesta, que sin ningún tipo de apoyo mediático, funcionando a contracorriente, y con una actitud a medio camino entre el punk y el lumpenproletariat, ha terminado por convertirse en la banda más poderosa de todo el país. Sus directos son arrasadores, sus discos se venden como rosquillas y todo ello de espaldas a la industria discográfica, sin entrevistas, sin concesiones de ningún tipo, simplemente grabando buenos discos y mejores canciones, haciendo en todo momento, literalmente, lo que les sale del ombligo.

Siglo XXI. Rap, hip-hop y otras hierbas
En 1989, se publica el disco colectivo Madrid hip-hop, considerado unánimemente como el embrión de la cultura hip-hop y rap en España. En el disco participaron cuatro grupos: Sindicato del Crimen, DNI, QSC y Estado Crítico. Después vinieron otros muchos, como SFDK, el Club de los Poetas Violentos, 7 notas 7 colores (al frente de los cuales estaba Mucho Muchacho), La Puta Opepe, Solo los Solo, Frank T, La Mala Rodríguez, Violadores de Verso, Chojin, Tote King, La Excepción (con su carismático líder El Langui). Entre todo este mogollón de grupos y MCs, tenemos que destacar a los valencianos Los Chikos del Maíz, un grupo de hip-hop bastante politizado, de tendencias marxistas y anti-fascistas, formado por los MCs Mega y Toni el Sucio y por el DJ Bokah. En sus polémicas letras se habla de temas que no aparecen con frecuencia en las canciones del género, como el terrorismo, la monarquía, o la situación laboral de miles de jóvenes españoles; y Def Con Dos, una banda liderada por César Strawberry, que mezcla rap y rock duro, como un cóctel hispano entre Public Enemy y Beastie Boys, y que llevan  más de dos década lanzando sus proclamas anti-todo rebosantes de humor negro y mala baba. Su último disco se titula España es idiota.

Y esto, y esto, y esto es todo, amigos. Salud y libertad.

(El artículo "Música y contracultura en España" apareció publicado en el número de abril/2014 de la revista mejicana Generación)  

martes, 24 de junio de 2014

Música y contracultura en España (segunda parte)



Años setenta. Raros y heterodoxos. La era hippy
 
Haz el amor y no la guerra, rezaba el eslogan hippy. Pero resulta que en España, lo que era el amor se hacía poco, y la guerra, aunque hacía casi tres décadas que había terminado, estaba tan presente como si hubiese tenido lugar un lustro antes. Ser hippy en estas latitudes era un acto heroico, en el que a uno, por llevar el pelo por debajo de los hombros, lo menos que le podía pasar era que sus vecinos pusieran en duda su heterosexualidad o le mentaran a la madre. Para colmo, conseguir drogas en un país tan puritano como el de entonces era francamente complicado, a no ser que pertenecieras a la alta sociedad del régimen. Además, los primeros hippies hispanos recibieron hostias desde la derecha (algo, más o menos obvio y natural) y desde la izquierda, que no estaba dispuesta, como sostiene el periodista Moncho Alpuente, a aceptar la más mínima desviación de la ortodoxia. En cuanto al fenómeno musical hippy, eso ya fue harina de otro costal. En Sevilla, surgen los Smash, un grupo formado por un danés y varios sevillanos, entre los que destacaban Julio Matito, Gualberto y Manuel Molina, un gitano de Triana que ponía el contrapunto flamenco a los desvaríos blues y rockeros del resto de sus compañeros. Smash duró apenas cinco años pero dejó algunas de las canciones más brillantes de la historia de la música española, entre ellas  “El garrotín”, una descarga flamenco-psicodélica que tumba de espaldas. Si no los conoces, ya estás tardando en buscarlos en internet.
En Cataluña, hubo una importante proliferación de grupos y solistas, con nombres como Máquina, Tapimán, Música Dispersa, Agua de regaliz, o solistas de la calidad del guitarrista Toti Soler, o los cantantes Pau Riba y Jaume Sisa. Sisa, iconoclasta, inquieto, anarquizante, al que le gusta autodefinirse como “cantautor galáctico”, es todo un icono de la contracultura española, y un músico de referencia para muchos de los grupos y artistas que han venido tras él. Entre sus discos más destacados está el magnífico Qualsevol nit pot sortir el sol (Cualquier noche puede salir el solo) del año 1975.
Otros músicos con influencias más o menos hippies en algún momento de sus carreras fueron las Vainica Doble, Eduardo Bort, Pep Laguarda, Solera, C. R. A. G (Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán) o la genial cantante María del Mar Bonet y el cantautor extremeño Pablo Guerrero. A día de hoy, estos dos últimos, siguen en activo, haciendo en todo momento las canciones y los discos que les da la real gana.

Hijos del agobio. El rock urbano

El 20 de noviembre de 1975, tras cuarenta años de dictadura cuartelera y asesina, estira la pata Francisco Franco, “Caudillo se España por la gracia de Dios”, según se podía leer en las monedas españolas de la época. Con la muerte del Ogro, el país entra en una nueva etapa. Las ansias de libertad, las ganas de expresarse, el deseo de vivir en un sistema distinto al que han conocido la mayoría de españoles hasta la fecha, trae consigo una nueva forma de rock, el llamado rock urbano. El periodista musical Jesús Ordovás nos lo contó en su libro ¿De qué va el Rrollo? (escrito así, con dos erres). Un montón de grupos procedentes de barrios periféricos de Madrid, como Vallecas, Carabanchel, La Elipa, etc., se lanzan al abordaje, empuñando sus guitarras eléctricas. Entre los más destacados, Burning, Leño (liderados por Rosendo Mercado, aún hoy en activo), Mermelada, Coz, Cucharada (el grupo de Manolo Tena), Asfalto, Topo, un jovencísimo Ramoncín, con sus provocadoras letras y su actitud chulesca, y los catalanes La Banda Trapera del Río, liderados por Morfi Grey, autores de auténticos himnos contraculturales de la Transición española, como “Curruquis de barrio”, “Nos gusta cagarnos en la sociedad” o “Nacido del polvo de un borracho y del coño de una puta”. Muchos de estos grupos fueron auténticos fenómenos tanto de ventas como de público en su momento, a pesar de su actitud nada complaciente con el sistema. Primos hermanos del rock urbano son los grupos españoles de heavy metal que aparecieron a finales de los 70 y principios de los 80. Los más populares fueron, sin duda, Barón Rojo, que cosecharon sonoros éxitos internacionales, y Obús, pero hubo otros muchos: Pánzer, Santa, Banzai (el grupo del guitarrista Salvador Domínguez), Bella Bestia…

Dame veneno que quiero morir. Gitanos del suburbio

En paralelo al rock urbano, empieza a vislumbrarse lo que acabará por convertirse en todo un fenómeno de la música hispana: la rumba suburbial. Pero antes, tenemos que trasladarnos a Sevilla. Año 1977. Dos adolescentes gitanos del barrio de las Tres Mil Viviendas, Raimundo y Rafael Amador, que se han criado escuchando cante jondo, se juntan con José María López Sanfeliu (aka Kiko Veneno), un licenciado en Filosofía y Letras que acaba de volver de un viaje iniciático por los Estados Unidos, donde ha profundizado en la música y la poesía de su gran ídolo, Bob Dylan. De esta unión tan poco natural a priori, saldrá el grupo más iconoclasta, surrealista, subversivo, vanguardista, libertario, callejero y libre que ha dado la música hecha en España: Veneno. En lo musical, la mezcla de las guitarras de palo con las letras de Kiko Veneno no se parece a nada de cuanto se ha hecho en España hasta la fecha. Sólo grabaron un disco, pero vaya disco. No es punk, ni flamenco, ni rumba, ni rock, pero al mismo tiempo es todo eso y muchas más cosas. La portada fue censurada porque en ella se veía una tableta de hachís envuelta en papel de plata con el nombre del grupo grabado a fuego. Sin lugar a dudas, el mejor disco de la historia de la música española.
Tras la disolución de Veneno, los hermanos Amador forman Pata Negra y Kiko Veneno sigue su camino en solitario, echándose un cantecito siempre que tiene ocasión y regalándonos algunos discos llenos de genialidad. Y ojalá que por muchos años.
Por esta misma época de la que estamos hablando, numerosos gitanos empiezan a comprender que su música y su arte tienen algo que los hace únicos. Es el momento de la rumba suburbial y canalla. Las Grecas, un dúo formado por las hermanas Muñoz Burrull, con su gypsy-rock, una excitante mixtura de flamenco, rumba, y poderosos riff de guitarra eléctrica, rompen todos los esquemas habidos y por haber. Tras su estela, vendrán otros muchos, que irán dejando numerosas muestras de su poderío racial en discos y casetes que se venden sobre todo en las gasolineras. Para la historia quedan Los Chichos y Los Chunguitos, que supieron retratar como nadie las vivencias de toda una generación de chavales del extrarradio, la mayoría de ellos delincuentes juveniles enganchados al jaco. Probablemente lo más contracultural que se ha creado en España.

(El artículo "Música y contracultura en España" apareció publicado en el número de abril/2014 de la revista mejicana Generación