Después del exabrupto
del otro día de la diputada ultraderechista Andrea Fabra, hija de quien tiene
el dudoso honor de ser uno de los presidentes del club de los corruptos made in Spain, la gente se ha echado las
manos a la cabeza, más cabreada aún si cabe ante las duras palabras de la
susodicha individua, y esas sonrisas cínicas que denotan una falta de
solidaridad y una mala leche que cortan la respiración.
Tan rápidamente ha
corrido la pólvora incendiaria en internet que la tipa ya tiene hasta una
canción, compuesta por un músico aragonés llamado Diego Escusol, y que, visto
lo visto, está batiendo récords de audiencia en la red. El estribillo de la
canción dice, "Que se jodan los ministros / que no dicen ni palabra, / y
si soy parado digo / que se joda Andrea Fabra.”
Eso es lo que todos
quisiéramos, que se jodieran los ministros y que se jodiera esta impresentable.
Pero una vez más, veremos cómo la gentuza sale airosa de las situaciones
peliagudas, mientras que la gente corriente, los que no pertenecen a la casta
política, esos son los que se joden. La diputada del PP no se va a joder. La
diputada del PP vive de puta madre en una de las urbanizaciones más caras de
este país, ganando un sueldo que triplica o cuadruplica el de la gente normal,
y riéndose en nuestras caras de todos nosotros.
Muy al contrario, los
que nos jodemos somos el resto de la gente. Se joden, por supuesto, en primer
lugar, los parados. Porque no tienen trabajo. Y eso es una mierda. Y además se
joden doblemente si ya han agotado las prestaciones de todo tipo. Se joden los
jubilados, porque tienen que pagar sus medicamentos, cuando las pensiones de la
mayoría de ellos no llegan a los seiscientos euros. Se joden los universitarios
porque les han subido las matrículas, les han bajado las becas, y les están
hipotecando el futuro. Se joden los empleados públicos de este país, cada día
más pobres, cada día con menos derechos laborales. Se joden los pequeños
empresarios, los dueños de bares y tiendas humildes, porque no hay pasta y
cuando no hay pasta, la gente deja de consumir. Se joden los mineros que están
a punto de perder sus trabajos. Se joden los que no pueden pagar la puta
hipoteca, y viene el banco, con la ayuda de los jueces y de las fuerzas de
seguridad del estado, y los ponen a dormir al raso. Se joden las mujeres
maltratadas, los enfermos crónicos, los niños y niñas de la escuela pública,
los inmigrantes, y así podemos seguir hasta el día del juicio final. En
definitiva, nos jodemos todos, menos ellos, que nunca se joden, sino todo lo
contrario, que nos joden bien jodidos. Hasta que un día dejemos de
permitírselo.
es que, qué bonito, lo último que nos faltaba oír...
ResponderEliminarUn saludo para el blog.
Desde esta República Argentina recobrada como república y como argentina en los últimos nueve años, estimado Rafael, y en consonancia con algunos otros países de la Región, y viendoselás (viéndonoslás) con detractores irrecuperables, no sólo imbéciles, sino canallas (de por acá y de por todas partes), y fogoneados por los medios hegemónicos, doy con este texto suyo y con otros que también he leído, disfrutando de la vivacidad de sus disquicisiones, imbuido de mi condición de ciudadano que en la década del noventa navegó en ese barco predecesor de la España actual que fue el designado país "mejor alumno del FMI" y adyacencias neoliberales, en fin, la Argentina pauperizada (con presidente re-elegido, sin embargo), en fin otra vez: que le acerco mi preocupación, y mi adhesión a usted y a todos aquellos que no sólo "ofrezcan", sino que impongan resistencia al neofranquismo y a todo lo que usted sabe y experimienta, desde luego, mucho mejor que yo.
ResponderEliminarwww.revagliatti.net
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La próxima parada que sea Andrea Fabra.
ResponderEliminarAunque sé que eso no ocurrirá
No nos toques los cojones, Andrea Fabra.
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