Ayer, Mariano
Rajoy, el Presidente del Gobierno de España, ese gobierno que tan solo hace ocho
meses era anunciado a bombo y platillo por la máquina propagandística conservadora
como el “gobierno de los mejores”, anunció un nuevo paquete de medidas de
ajuste con la excusa, una vez más, de tratar de salvar a la economía española
del derrumbe definitivo. A estas alturas todos estamos enterados, en mayor o
menor medida, de los nuevos recortes, por lo que no merece la pena ni siquiera
reincidir en ellos (además es que cada vez que lo pienso me sube tal mala leche
por el cuerpo que me pongo enfermo).
Todo eso
tenía lugar en la mañana de ayer. Pero hoy ha sido otro día. Hoy, la prima de
riesgo ha seguido a su puta bola, como un ciclista en el Tourmalet, venga a
subir, infatigable, siempre hacia arriba. Y es que, como ya hemos dicho muchos
por activa y por pasiva, en castellano, en inglés y hasta en chino mandarín,
los mercados son, lo voy a repetir una vez más, completamente in-sa-cia-bles.
No se
quieren bajar del burro, pero está claro que de nada sirven todos estos
recortes. De nada sirven los sacrificios que los empleados públicos de este
país venimos haciendo desde aquel fatídico día en que el entonces presidente,
José Luis Rodríguez Zapatero, anunció que se nos bajaba el sueldo. Dos años
después, nos han bajado el sueldo dos veces, nos han quitado la paga extra de
navidad y la de verano ha quedado como algo simbólico (aunque tarde o temprano
acabará siendo suprimida, tiempo al tiempo), nos han aumentado las horas de
trabajo, a muchos los han despedido, nos han reducido todo lo que se puede
reducir y un poco más, y las cosas están, indudablemente, peor que aquel día
diez de mayo de 2010. Por supuesto, se puede argumentar que las políticas de
recortes no han sido aplicadas sólo contra los empleados públicos, también los
jubilados, los parados, y en general, las clases populares, están sufriendo en
sus carnes, las consecuencias de estas descerebradas políticas de ajuste. Pero
es de justicia señalar que el sector de los empleados públicos ha sido uno de
los más perjudicados.
En fin,
en vista de que las políticas de recortazos no dan los frutos que los gobiernos
esperan de ellas, se me ha ocurrido la solución perfecta para terminar de una
vez por todas con la estafa económica, para llegar al déficit cero, para
ahorrar en gastos farmacéuticos, educativos, sanitarios, culturales, etc., etc.
Todo de un golpe. La cosa es bien simple: ¡Que nos maten a todos! Propongo que
el gobierno de los mejores, encabezado por el ínclito Rajoy, y seguido por Soraya,
Montoro y de Guindos, se reúna con el líder de la oposición, y ambos pacten una
política común de exterminio. De los
tres millones y medio de empleados públicos, se
puede eliminar a dos tercios, es decir, dos milloncejos. De esta manera
ya no sobraría ninguno. De los casi nueve millones de jubilados que hay, se
podrían cargar a, más o menos, el cincuenta por ciento. Eso ahorraría un pastón
en médicos y en medicamentos, además de una pasta gansa en la Ley de Dependencia.
Además ahorraría muchos dolores de cabeza porque todos sabemos que los viejos
son un puto coñazo y no paran de dar la barrila contando batallitas. También se
puede meter un buen pellizco entre la infancia y la juventud. Con que dejen
sólo a los hijos de los ricos es suficiente. Total, los demás sólo van a quedar
para drogarse y hacer botellones. Con esta última medida, se pueden suprimir
todos los colegios y los institutos públicos. De esta manera se matan dos
pájaros de un tiro: Se ahorra el dinerito y Esperanza Aguirre se pone más contenta
que unas castañuelas. A los mineros que
los reduzcan en un 64 por ciento. Ya se sabe que es un sector altamente
deficitario. He dejado para el final la parte más jugosa del Plan: los cinco
millones y medio de parados. En esta partida, no hay que andarse con remilgos.
Yo le propondría a Rajoy y a Rubalcaba, así como a los genios de la UE, del FMI,
de la CEOE, de la OCDE, etc., que se
elimine al cien por cien del grupo, esto es, que no quede ni uno solo.
Sin con
estas medidas no se reactiva la economía, entonces es que, definitivamente, hay
algo que no va. Pero yo creo, de corazón, que con estos recortes ya sería
suficiente.
Y por que no somos nosotros, la gente trabajadora y humilde, los que nos carguemos a ellos, a los politicos corruptos y chorizos que campan a sus anchas en este pais.Tenemos las armas (voto) pero no sabemos apuntar y eso me entristece mucho....
ResponderEliminarYo mejor me quedo con el slogan de los mineros: " La próxima visita será con dinamita". A por ellos¡¡¡¡¡¡.
ResponderEliminar