La muerte según Joseph Joubert

En el último libro de Paul Auster, Diario de invierno (Anagrama, 2011), el escritor estadounidense cita una frase del pensador francés Joseph Joubert, que dice así: Hay que morir inspirando amor (si se puede). Cuando hace unos días me topé de bruces con la frase en las memorias del autor de la Trilogía de Nueva York, instantáneamente se me vino a la mente la muerte de mi padre.

Mi padre murió el día 26 de agosto del año pasado. Apenas han transcurrido ocho meses de su muerte y, hasta este momento, no he sido capaz de escribir algo sobre esos días. Como digo, cuando leí la frase de Joubert, pensé en los últimos días de vida de mi padre. Porque así precisamente es como murió él, inspirando amor. Tras unos meses terribles donde el cáncer lo fue devorando, al final de su vida, era apenas una sombra de lo que había sido: un hombre enérgico, guapo, lleno de vida, agradecido y generoso. Durante esas semanas finales, todos cuantos lo rodeábamos, estuvimos cerca de él, desviviéndonos para que su agonía fuese menos agónica y dolorosa, más llevadera, en un acto de amor inmenso. 
Creo que Joubert acertó de pleno cuando escribió ese pensamiento. Morir inspirando amor es una manera magnífica de morir. Y el dolor que la muerte de un ser querido provoca, sólo se puede ver atenuado si esa persona se va inspirando amor. Como digo, al leer la frase el otro día, me acordé de mi padre, agonizante en su cama, y de lo que su muerte ha significado para mí. Y el corazón, una vez más, se me volvió a llenar de amor hacia él. Como cuando estaba vivo.