De
cualquier modo, a su lado no quería ni a escritores ni a políticos. Y por eso
se negaba, cada vez más, a hablar de literatura. Si alguien le preguntaba sobre
sus trabajos apenas decía: ´´Estoy trabajando bien´´, o si acaso: ``Hoy escribí
cuatrocientas palabras¨. Lo demás no tenía sentido, pues sabía que cuanto más
lejos va uno cuando escribe, más solo se queda. Y al final uno aprende que es
mejor así y que debe defender esta soledad: hablar de literatura es perder el
tiempo, y si uno está solo es mucho mejor, porque así es como se debe trabajar,
y porque el tiempo para trabajar resulta cada vez más corto, y si uno lo
desperdicia siente que ha cometido un pecado para el cual no hay perdón.
Leonardo Padura, en Adiós, Hemingway,
refiriéndose al autor de Tener y no tener.
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