Voy a
empezar por lo más evidente: a pesar de que acaba de cumplir 55 años hace unos
días, de que ha grabado más de una docena de magníficos álbumes, de que ha
colaborado con músicos de primerísima fila de ambos lados del Atlántico, como
Johnny Mars, Natalie Merchant, Wilco o los mismísimos REM, a pesar de su
compromiso político, social e ideológico con la causa de los más
desfavorecidos, a pesar de estar siempre del lado de las capas sociales más
débiles, Billy Bragg no goza en España de la popularidad que un músico de su
categoría merece. Uno no acaba de entender cuáles son los motivos por lo que
esto es así, pero está claro que Billy Bragg es un artista prácticamente
desconocido aún entre los aficionados más ideológicamente concienciados. Algo
para lo que, como digo, no encuentro explicación lógica.
Stephen
William Bragg nació en Essex, en Inglaterra, en 1957. Cuando el punk estalla en
las calles londinenses, Bragg es un joven de apenas 20 años, permeable y
vehemente como sólo lo puede ser una persona a esa edad. Durante unos años,
arrastra su cóctel de punk, canción protesta y música folk por los pubs y clubs
de todo el país donde le dan un poco de cancha. Hasta que en 1983 la suerte
parece ponerse de su lado y graba su primer disco: Life's a Riot with Spy Vs Spy.
Desde entonces, Billy Bragg ha estado siempre donde
su conciencia le decía que tenía que estar, sin preocuparse lo más mínimo por
los efectos colaterales que su compromiso ideológico pudiera tener en su
carrera artística. Cantó a favor de las huelgas mineras de la primera mitad de
la década de los ochenta en su país contra el gobierno Thatcher; apoyó la
Revolución Sandinista; visitó la Unión Soviética cuando aún existía; siempre se
ha posicionado a favor de una Gran Bretaña multicultural, abierta y fraternal,
lo que le ha valido el odio acérrimo del partido fascista British National
Party; se ha manifestado abiertamente a favor del derecho a decidir de
escoceses y galeses sobre su autodeterminación; participó activamente en las
manifestaciones en contra de la intervención de su país, liderado en aquel
momento por Tony Blair, en la invasión de Irak. Y en los últimos tiempos no es
raro encontrarlo en Trafalgar Square manifestándose contra las políticas de
recortes del gobierno Cameron, o apoyando al “Occupy Movement”, contra la
avaricia sin límites de banqueros y empresarios.
Y luego está, como no, su música. Durante más de
treinta años de carrera, Billy Bragg ha grabado un puñado de excelentes discos:
Back to the basics, Talking to the taxman about poetry (título
extraído de un largo poema del poeta soviético Vladimir Maiakovski, y que me
inspiró a mí mismo para poner nombre a mi poemario Hablando de amor con el
cobrador del frac), Workers playtime, The Internationale, Don’t
try this at home, William Bloke y Mermaid Avenue (el proyecto
conjunto con la banda estadounidense Wilco, en el que recuperan un buen puñado
de letras y canciones apenas esbozadas por el gran cantante comunista americano
Woody Guthrie).
A grandes rasgos, sus canciones son de dos tipos:
políticas y de amor. Toda su discografía oscila entra la ternura de sus temas
amorosos (“New England”, “She’s got a spell” (de este tema existe una magnífica
versión en castellano a cargo del grupo mallorquín La granja, titulada “Magia
en sus ojos”), “The warmest room”, etc.) y la fuerza y pasión de sus temas más
combativos (“There is a power in the Union”, “Sexuality”, “Help save the youth
of America”, “I dreamed I saw Phil Ochs last night”, “The red flag”, y muchos
más.).
Decía Billy Bragg en una entrevista que le hicieron
en la década de los ochenta, que la mayoría de los cantautores, cuando se suben
a un escenario, quieren ser Bob Dylan; él, sin embargo, soñaba con ser The
Clash. Creo que no hay mejor manera de definir a Billy Bragg que esta
autodefinición, aunque yo añadiría que la suya es música con actitud para estos
tiempos convulsos. Y bien pensado, no es poca cosa.
La relación de Bragg y Wilco acabó como el rosario de la aurora.
ResponderEliminarCuando terminó la producción del disco Mermaid Avenue comenzaron las peleas entre Bragg y Wilco. Bennett (guitarra de Wilco) pensaba que Bragg había sobreproducido las canciones, constrastando con las menos densas contribuciones de Wilco. Bennett llamó a Bragg para hablar sobre la posibilidad de remezclar las canciones de Bragg, a lo que éste respondió: «Vosotros haced vuestro disco y yo haré el mío, cabrones».
Poco después de la grabación de "Yankee Hotel Foxtrot" Tweedy (cantante de Wilco) despidió a Bennett de la banda.