No sé si lo que ha saltado a los medios de comunicación en las últimas semanas a propósito del marido de la infanta Cristina, el ex jugador de balonmano Iñaki Urdangarín, será o no será cierto. Como no lo conozco personalmente no estoy capacitado para decir si su ambición es tal, si sus ansias de dinero llegan a tal extremo como para llevar a cabo todas esas fechorías de las que hablan los periódicos y los telediarios. No sé si el hombre en cuestión es tan tonto como para comprometer una vida segura, cómoda, sin altibajos, en la que todas las necesidades económicas están cubiertas. Como digo, no sé si todo esto será verdad o no. Tengo mi opinión al respecto, pero me la voy a guardar, por lo que pueda pasar.
Lo que sí tengo muy claro es que toda esta movida del Urdangarín, del Instituto Noos, de las rapiñas de las Islas Baleares con Jaume Matas y sus colegas y de los mil quinientos trapicheos que, día a día, gota a gota, verso a verso, como escribió Machado, van viendo la luz, quedará en nada. Aquí siempre queda todo en nada. Ya lo hemos visto miles de veces. La justicia no actúa (no sé si por incapacidad o por cobardía o sencillamente porque las cosas han sido siempre así y así es como van a seguir siendo) contra alguien que ostente ciertas dosis de poder. Banqueros de España, políticos de España, yernazos de España: podéis estar tranquilos, podéis delinquir a vuestro libre albedrío. Nunca os pasará nada. Jamás tendréis que rendir cuentas. Nunca pisaréis una celda. No tenéis que preocuparos por si el rancho del trullo es pura bazofia o por si se os cae el jabón al suelo en las duchas colectivas.
Lo que para cualquier persona normal supondría una condena ejemplarizante, para este tipo de gente no significa absolutamente nada. Siempre salen indemnes. Y siempre será así. El ejemplo más reciente lo tenemos en Valencia. Todos hemos tenido oportunidad de escuchar las conversaciones telefónicas de Ricardo Costa y de Francisco Camps con los cabecillas de la trama Gurtel. Y sin embargo, ambos se van de rositas, porque un jurado popular los ha declarado "no culpables". Caca de la vaca.
La justica es arbitraria y artificial. Como el lenguaje. Y además muy, muy subjetiva. No debería serlo, pero lo es. Y el que no lo sepa es que no se entera de nada. Además, si eres uno de estos tipos poderosos, ricos, con influencia, y por un casual se te declara culpable, tampoco pasa nada. Cuando las aguas empiecen a bajar de nuevo tranquilas, vendrá el gobierno de turno y te indultará. No importa qué partido esté en el gobierno: PSOE o PP. Si eres poderoso, serás indultado igualmente. También lo hemos visto hace unos meses con el banquero Alfredo Sáenz. Es así de simple. La justicia, las cárceles, las condenas, no se inventaron para los poderosos. Se inventaron para los pobres desgraciados.
Regreso a mi tesis inicial: Iñaki Urdangarín no tiene nada que temer. Saldrá libre de todo esto. Ya se encargará de que eso sea así quien se tenga que encargar. Se irá tan tranquilamente, sonriendo con una gran sonrisa profidén y seguirá adelante con su magnífica vida de lujos, de yates y palacetes. Y encima habrá que pedirle perdón. Tiempo al tiempo.
Lo que sí tengo muy claro es que toda esta movida del Urdangarín, del Instituto Noos, de las rapiñas de las Islas Baleares con Jaume Matas y sus colegas y de los mil quinientos trapicheos que, día a día, gota a gota, verso a verso, como escribió Machado, van viendo la luz, quedará en nada. Aquí siempre queda todo en nada. Ya lo hemos visto miles de veces. La justicia no actúa (no sé si por incapacidad o por cobardía o sencillamente porque las cosas han sido siempre así y así es como van a seguir siendo) contra alguien que ostente ciertas dosis de poder. Banqueros de España, políticos de España, yernazos de España: podéis estar tranquilos, podéis delinquir a vuestro libre albedrío. Nunca os pasará nada. Jamás tendréis que rendir cuentas. Nunca pisaréis una celda. No tenéis que preocuparos por si el rancho del trullo es pura bazofia o por si se os cae el jabón al suelo en las duchas colectivas.
Lo que para cualquier persona normal supondría una condena ejemplarizante, para este tipo de gente no significa absolutamente nada. Siempre salen indemnes. Y siempre será así. El ejemplo más reciente lo tenemos en Valencia. Todos hemos tenido oportunidad de escuchar las conversaciones telefónicas de Ricardo Costa y de Francisco Camps con los cabecillas de la trama Gurtel. Y sin embargo, ambos se van de rositas, porque un jurado popular los ha declarado "no culpables". Caca de la vaca.
La justica es arbitraria y artificial. Como el lenguaje. Y además muy, muy subjetiva. No debería serlo, pero lo es. Y el que no lo sepa es que no se entera de nada. Además, si eres uno de estos tipos poderosos, ricos, con influencia, y por un casual se te declara culpable, tampoco pasa nada. Cuando las aguas empiecen a bajar de nuevo tranquilas, vendrá el gobierno de turno y te indultará. No importa qué partido esté en el gobierno: PSOE o PP. Si eres poderoso, serás indultado igualmente. También lo hemos visto hace unos meses con el banquero Alfredo Sáenz. Es así de simple. La justicia, las cárceles, las condenas, no se inventaron para los poderosos. Se inventaron para los pobres desgraciados.
Regreso a mi tesis inicial: Iñaki Urdangarín no tiene nada que temer. Saldrá libre de todo esto. Ya se encargará de que eso sea así quien se tenga que encargar. Se irá tan tranquilamente, sonriendo con una gran sonrisa profidén y seguirá adelante con su magnífica vida de lujos, de yates y palacetes. Y encima habrá que pedirle perdón. Tiempo al tiempo.
"Noos" tienen hasta los cojones.
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