Dice Rajoy que él no va al cine, que no tiene tiempo
para esas fruslerías, y que, en todo caso, si va, no es para ver una
película española. Y esto lo dice el capitán del barco, y se queda tan
pancho. Así son los patriotas de chichinabo. Mucho hablar de España,
mucho cacarear y presumir de la Marca España, pero la gente de este
país, incluidos los que hacen películas, o mejor dicho, sobre todo los
que hacen películas, se la traen requetefloja. Así que Raúl Arévalo,
actor y director, que estaba nominado en varias categorías y anoche se
llevó el premio gordo por Tarde para la ira (Goya a la mejor
película del año 2016, Goya al mejor director novel, Goya al mejor Actor
de Reparto -el genial Manolo Solo, que hace un papel en la película que
ni Al Pacino en sus mejores momentos-, y Goya al mejor guión original
-compartido entre Raúl Arévalo y David Pulido) se dejó caer el otro día
por la sede del PP y le regaló al Presidente un dvd de su peli, otro de El hombre de las mil caras, del director sevillano Alberto Rodríguez y un tercero de Azuloscurocasinegro, de su primo Daniel Sánchez Arévalo, tres magníficas películas made in Spain,
o como tanto les gusta decir a los del PP, Marca España, que
representan la cultura de este país muchísimo mejor que, por ejemplo,
Rafa Nadal.
El gesto de Raúl Arévalo es muy significativo,
cargado de simbolismo, y si me apuráis de rabia y de reivindicación del
trabajo bien hecho, el propio y el de sus compañeros, pero no creo que
sirva para nada más allá del golpe de efecto. Rajoy no va a ver esas
pelis y si las viera, que no lo hará, ya os digo yo que no le gustarán,
porque carece de la sensibilidad necesaria para que le gusten. A él le
gusta el fútbol, leer el Marca, fumarse un puro, y recortar el
déficit público. Lo demás se la pela. Y el cine y la cultura, no
digamos. Es como si lo estuviera viendo ahora mismo, sentado en un salón
de la Moncloa, arrellanado en el sofá, dándole chupadas al puro,
acompañado de Soraya Sáenz de Santamaría y de Rafael Hernando, delante
de la pantalla, diciendo eso tan manido de “es que a mí el cine español,
como que no, que sólo son tetas, coños y cosas de la guerra”.
A lo mejor, algún asesor del Presidente debería
contarle que Raúl Arévalo, hijo del extrarradio madrileño, ha tardado 9
años en sacar adelante su proyecto, currando como una mula de carga para
que la película llegase a buen puerto, y que nadie le ha regalado nada,
y que la productora de la película, Beatriz Bodegas, tuvo que hipotecar
su propia casa para conseguir la financiación necesaria para hacer la
película. Y ya puestos, ese mismo asesor, u otro cualquiera de los que
tenemos mantenidos, que le diga también que en España, el país que
gobierna, sólo el ocho por ciento de los actores y actrices pueden vivir
de su trabajo, porque el cine, el teatro, el arte, están en la UCI, y
él y su gobierno son culpables en un gran porcentaje, por ejemplo,
manteniendo un IVA cultural que es el más alto de toda la UE. Y si no es
mucho pedir, que alguien le pase también los datos económicos
relacionados con el cine, con el teatro, con la literatura, con la
música, y que se entere de una vez de cuánta gente se gana la vida en
este sector, y de cuánto aporta este sector al PIB nacional. Lo mismo
hasta se sorprende.
Y para acabar sólo añadir que me alegro del éxito de
Raúl Arévalo, porque yo sí he visto la película, pagando mi entrada en
el cine, y es una maravilla, y porque Raúl, por su constancia, por su
esfuerzo, por su honestidad, entre otras muchas cosas, se lo merece. Sí
señor, Raúl Arévalo, de Móstoles, de barrio obrero, de escuela pública,
de padres trabajadores, uno de los nuestros.
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