Me equivoqué con él. La persona que nos puso en contacto, me había dicho que nunca, bajo ningún concepto, fallaba. Ni el más mínimo error. Cuando lo conocí sentí que aquella mirada fría, impenetrable y asesina, se clavaba en mis ojos. ¡Y aquella sonrisa! Se me heló el alma sólo con ver su sonrisa. Le hice el encargo, pagué por adelantado y me dijo que no me preocupara más, que lo diera por hecho. Pero esta vez si falló. Han pasado casi dos meses y el cabrón de mi marido sigue vivito y coleando. Esta vez el sicario no cumplió su parte del trato.
The Stone Roses: Second coming (1994), el disco que llegó tarde
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Lo tenían todo para seguir disfrutando del podio sonoro del momento, pero
ni la suerte, ni la creatividad, ni la actitud jugaron a favor de la banda
de M...
Hace 1 hora
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